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sábado, 15 de noviembre de 2025

CARTA DE LEÓN XIV

 CARTA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV


AL SEMINARIO MAYOR ARCQUIDIOCESANO
"SAN CARLOS Y SAN MARCELO" DE TRUJILLO,
CON OCASIÓN DE LOS 400 AÑOS DE SU FUNDACIÓN



Queridos hijos:


En este año damos gracias al Señor por los cuatro siglos de historia del Seminario Mayor Arquidiocesano “San Carlos y San Marcelo” de Trujillo, y recordamos el paso de innumerables jóvenes de esa Arquidiócesis, de diversas jurisdicciones del Perú y comunidades religiosas que, en esas aulas y capillas, han querido responder a la voz de Cristo, que los llamó «para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14). También mis huellas forman parte de esa casa, en la que serví como profesor y director de estudios.

Su primera tarea sigue siendo la misma: estar con el Señor, dejar que Él los forme, conocerlo y amarlo, para poder parecerse a Él. Por eso la Iglesia ha querido que existan los seminarios, lugares para custodiar esta experiencia y preparar a quienes serán enviados a servir al santo Pueblo de Dios. De esa fuente brotan también las actitudes que deseo compartirles ahora, porque han sido siempre el fundamento seguro del ministerio de los sacerdotes.

Por tal motivo, antes que cualquier otra cosa, es necesario dejar que el Señor aclare las motivaciones y purifique las intenciones (cf. Rm 12,2). El sacerdocio no puede reducirse a “llegar a la Ordenación” como si fuera una meta externa o una salida fácil a problemas personales. No es una huida de lo que no se quiere enfrentar, ni un refugio ante dificultades afectivas, familiares o sociales; tampoco una promoción o un resguardo, sino un don total de la existencia. Sólo en la libertad es posible donarse: atado a intereses o miedos nadie se entrega, pues «se es verdaderamente libre cuando no se es esclavo» (S. Agustín, De civitate Dei, XIV, 11, 1). Lo decisivo no es “ordenarse”, sino ser verdaderamente sacerdotes.

Cuando se lo piensa en claves mundanas, el ministerio se confunde con un derecho personal, un cargo distribuible; se transforma en mera prerrogativa o en función burocrática. En realidad, nace de la elección del Señor (cf. Mc 3,13), que con especial predilección llama a algunos varones para hacerlos partícipes de su ministerio salvífico, a fin de que reproduzcan en sí su propia imagen y den un constante testimonio de fidelidad y de amor (cf. Misal Romano, Prefacio I de las ordenaciones). Quien busca el sacerdocio por motivos mezquinos, se equivoca de cimiento y construye sobre arena (cf. Mt 7,26-27).

La vida en el seminario es un camino de rectificación interior. Hay que dejar que el Señor sondee el corazón y muestre con claridad qué mueve nuestras decisiones. La rectitud de intención significa poder decir cada día, con sencillez y verdad: “Señor, quiero ser tu sacerdote, no para mí, sino para tu pueblo”. Esta transparencia se cultiva en la confesión frecuente, en la dirección espiritual sincera y en la obediencia confiada a quienes acompañan el discernimiento. La Iglesia pide seminaristas de corazón limpio, que busquen a Cristo sin doblez y no se dejen atrapar por el egoísmo o la vanidad.

Esto requiere discernimiento continuo. La sinceridad ante Dios y ante los formadores protege de la autojustificación y ayuda a corregir a tiempo lo que no es evangélico. Un seminarista que aprende a vivir en esta claridad, se convierte en un hombre maduro, libre de la ambición y del cálculo humano, libre para entregarse sin reservas. De este modo, la ordenación será la confirmación gozosa de una vida configurada con Cristo desde el seminario, y el comienzo de un camino auténtico.

El corazón del seminarista se forma en el trato personal con Jesús. La oración no es un ejercicio accesorio, en ella se aprende a reconocer su voz y a dejarse conducir por Él. Quien no ora, no conoce al Maestro; y quien no lo conoce, no puede amarlo de verdad ni configurarse con Él. El tiempo dedicado a la oración es la inversión más fecunda de la vida, porque allí el Señor moldea los sentimientos, purifica los deseos y fortalece la vocación. ¡No puede hablar de Dios el que poco habla con Dios! Cristo se deja encontrar de un modo privilegiado en la Sagrada Escritura. Es preciso acercarse a ella con reverencia, con espíritu de fe, buscando al Amigo que se revela en sus páginas.

Allí, quien será sacerdote, descubre cómo piensa Cristo, cómo mira al mundo, cómo se conmueve por los pobres, y poco a poco se reviste de sus mismos criterios y actitudes. «Necesitamos mirar a Jesús, a la compasión con la que Él ve nuestra humanidad herida, a la gratuidad con la que ha ofrecido su vida por nosotros en la cruz» (Francisco, Carta a los sacerdotes de la Diócesis de Roma)5 agosto 2023).

La Iglesia ha reconocido siempre que el encuentro con el Señor necesita arraigarse en la inteligencia y hacerse doctrina. Por eso el estudio es camino indispensable para que la fe se haga sólida, razonada y capaz de iluminar a los demás. Quien se forma para ser sacerdote no dedica tiempo a lo académico por mera erudición, sino por fidelidad a su vocación. El trabajo intelectual, especialmente el teológico, es una forma de amor y de servicio, necesario para la misión, siempre en plena comunión con el Magisterio. Sin estudio serio no hay verdadera pastoral, porque el ministerio consiste en conducir a los hombres a que conozcan y amen a Cristo y, en Él, encuentren la salvación . Se cuenta que un formando le preguntó a san Alberto Hurtado en qué debía especializarse, y el santo respondió: “¡Especialízate en Jesucristo!”. Esa es la orientación más segura: hacer del estudio un medio para unirse más al Señor y para anunciarlo con claridad.

La oración y la búsqueda de la verdad no son caminos paralelos, sino un único sendero que lleva al Maestro. Una piedad sin doctrina se vuelve sentimentalismo frágil; una doctrina sin oración se vuelve estéril y fría. Cultiven ambas con equilibrio y pasión, sabiendo que sólo así podrán anunciar auténticamente lo que viven y vivir con coherencia lo que anuncian. Cuando la inteligencia se abre a la verdad revelada y el corazón se enciende en la oración, la formación se vuelve fecunda y prepara para un sacerdocio sólido y luminoso.

Vida espiritual e intelectual son indispensables, pero ambas se orientan hacia el altar, lugar donde la identidad sacerdotal se edifica y se revela en plenitud . Allí, en el Santo Sacrificio, el sacerdote aprende a ofrecer su vida, como Cristo en la cruz. Al nutrirse de la Eucaristía descubre la unidad entre el ministerio y el sacrificio , y comprende que su vocación consiste en ser hostia junto con Cristo (cf. Rm 12,1). Así, cuando la cruz se asume como parte inseparable de la vida, la Eucaristía deja de verse sólo como un rito y se convierte en el verdadero centro de la existencia.

La unión con Cristo en el Sacrificio eucarístico se prolonga en la paternidad sacerdotal, que no engendra según la carne, sino según el Espíritu (cf. 1 Co 4,14-15). Ser padre no es algo que se hace, sino algo que se es. Un verdadero padre no vive para sí, sino para los suyos: se alegra cuando sus hijos crecen, sufre cuando se pierden, espera cuando se alejan (cf. 1 Ts 2,11-12). Así también el sacerdote lleva en su corazón al pueblo entero, intercede por él, lo acompaña en sus luchas y lo sostiene en la fe (cf. 2 Co 7,4). La paternidad sacerdotal consiste en transparentar el rostro del Padre, de modo que quien encuentre al sacerdote intuya el amor de Dios.

Tal paternidad se expresa en actitudes de entrega: el celibato como amor indiviso a Cristo y a su Iglesia, la obediencia como confianza en la voluntad de Dios, la pobreza evangélica como disponibilidad para todos , y la misericordia y fortaleza que acompañan las heridas y sostienen en el dolor. En ellas se reconoce al sacerdote como verdadero padre, capaz de guiar a sus hijos espirituales hacia Cristo con firmeza y amor. No existe paternidad a medias, ni sacerdocio a medias.

Ustedes, candidatos al sacerdocio, están llamados a huir de la mediocridad, en medio de peligros muy concretos: la mundanidad que disuelve la visión sobrenatural de la realidad, el activismo que agota, la dispersión digital que roba interioridad, las ideologías que desvían del Evangelio y, no menos grave, la soledad de quien pretende vivir sin el presbiterio y sin su obispo. Un sacerdote aislado es vulnerable. La fraternidad y comunión sacerdotal son intrínsecas a la vocación. La Iglesia necesita pastores santos que se entreguen juntos, no funcionarios solitarios; sólo así podrán ser testigos creíbles de la comunión que predican.

Queridos hijos, al concluir quiero asegurarles que tienen un lugar en el corazón del Sucesor de Pedro. El seminario es un don inmenso y exigente, pero nunca están solos en este camino. Dios, los santos y toda la Iglesia caminan con ustedes, y de modo particular su obispo y sus formadores, que los ayudan a crecer «hasta que Cristo sea formado en ustedes» (Ga 4,19). Reciban de ellos la guía y la corrección como gestos de amor. Recuerden también la sabiduría de santo Toribio de Mogrovejo, tan querido en Trujillo, que amaba decir: “No es nuestro el tiempo, es muy breve, y Dios nos tomará estricta cuenta del modo como lo hemos empleado” (cf. C. García Irigoyen, Sto. Toribio, Lima 1908, 141). Aprovechen, pues, cada día como un tesoro irrepetible.

Que la Virgen María y san José, primeros formadores del Sumo y Eterno Sacerdote, los sostengan a todos en la alegría de saberse amados y llamados. Con estos sentimientos, como signo de cercanía, imparto de corazón la implorada Bendición Apostólica sobre toda la comunidad de ese querido Seminario y sus familias.

Vaticano, 17 de septiembre de 2025, memoria de san Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia.

LEÓN PP. XIV

jueves, 13 de noviembre de 2025

FORMACIÓN PERMANENTE

 


La diócesis de Teruel y Albarracín ha dado a conocer las fechas y actividades de su programa de formación permanente y retiros espirituales para este mes del curso pastoral 2025-2026.

Estas jornadas, dirigidas a sacerdotes, religiosos y laicos, buscan fomentar la reflexión, la comunión y el crecimiento espiritual en el marco del camino sinodal que vive la Iglesia.

El programa comenzará el próximo miércoles, 19 de noviembre, con una conferencia abierta al público y especialmente dirigida a los laicos, bajo el título «La Iglesia, comunidad de vocaciones, carismas y ministerios». La ponencia será impartida por Eloy Bueno de la Fuente, profesor de la Facultad de Teología del Norte, a las 19:30 horas en el Seminario Conciliar de Teruel.

Al día siguiente, 20 de noviembre, la jornada estará dedicada a la formación del clero y religiosos/as,  con varias conferencias a cargo del mismo ponente, en el Colegio Las Viñas de Teruel con el siguiente horario:

10:30 h: Una Iglesia de personas y relaciones.

12:30 h: La sinodalidad, dimensión constitutiva de la Iglesia.

Tras una comida fraterna, el encuentro continuará por la tarde con la ponencia: 15:30 h: El presbiterio en una Iglesia sinodal.

Por último, el viernes 28 de noviembre, se celebrará el Retiro de Adviento para sacerdotes, dirigido por Juan Pablo Ferrer, bajo el lema “Dilexit Te”. Tendrá lugar también en el Colegio Las Viñas, a las 10:30 horas.

Con este programa, la diócesis invita a toda la comunidad diocesana a participar activamente en estos espacios de encuentro, reflexión y oración compartida, como parte del compromiso con una Iglesia sinodal, fraterna y viva.

miércoles, 12 de noviembre de 2025

MERCADILLO!

 



El salón parroquial de la iglesia de Santa Emerenciana acoge desde este martes, 11 de noviembre, una nueva edición del Mercado Solidario organizado por el Grupo Cáritas Parroquial de Santa Emerenciana.

El objetivo es superar la recaudación de años anteriores, destinada íntegramente a atender las necesidades de familias en situación de vulnerabilidad económica en Teruel.

Vivimos en un escenario de crisis permanente, que ha incrementado la desigualdad y ha deteriorado las condiciones de bienestar de muchos hogares. Los precios suben, las facturas se acumulan y cada vez resulta más difícil cubrir los gastos básicos.

Ante esta realidad, Cáritas propone gestos sencillos de solidaridad, como este mercado, que ofrece la oportunidad de colaborar con quienes más lo necesitan y dar una segunda vida a objetos con historia.

La iniciativa se celebra en vísperas de la Jornada Mundial de los Pobres, el próximo 16 de noviembre, y pretende generar nuevos recursos económicos y comunitarios para sostener la acción caritativa de la Iglesia.

El mercado permanecerá abierto del 11 al 16 de noviembre, en el salón parroquial de la iglesia de Santa Emerenciana (Plaza Constitución, 3 – Teruel), con el siguiente horario:

  • De martes a viernes: de 17:30 a 20:30 h
  • Sábado: de 11:00 a 14:00 h y de 17:30 a 20:30 h
  • Domingo: de 11:00 a 14:00 h

martes, 11 de noviembre de 2025

INTENCIONES DE ORACIÓN DEL MES DE NOVIEMBRE

La Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española aprobó en su reunión del 2 al 6 de marzo de 2020 las intenciones de la CEE para el año 2021 por las que reza la Red Mundial de Oración del Papa (Apostolado de la Oración).

lunes, 10 de noviembre de 2025

JUSTICIA CLIMÁTICA









Las diócesis de Aragón se han adherido al Mensaje a los gobiernos y a la ciudadanía ante la cumbre del clima de la ONU (COP 30), que se celebra del 6 al 21 de noviembre de 2025 en Belém do Pará (Brasil). El documento, firmado por el Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española, ECODES, las organizaciones que integran la plataforma Enlázate por la Justicia Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES—, así como numerosas diócesis españolas, constituye una de las expresiones más amplias de compromiso eclesial con la defensa de la Casa Común en el ámbito hispano. Un compromiso compartido desde lo local La adhesión de las diócesis aragonesas sitúa su acción pastoral dentro del horizonte global de la ecología integral que propone Laudato si’. “El clamor de la tierra y el clamor de los pobres constituyen un solo grito”, recuerda el texto citando la encíclica del papa Francisco (n. 49). En este año en que se cumplen diez años del Acuerdo de París y de la publicación de Laudato si’, los firmantes reconocen que “no hemos hecho lo suficiente” y que el cambio climático “ya no es una amenaza futura, sino una crisis presente” que golpea con más fuerza a los más vulnerables. Desde Aragón, la firma de este mensaje expresa la voluntad de las Iglesias particulares de contribuir al diálogo entre fe, ciencia y política desde una perspectiva moral y solidaria. Supone también una invitación a traducir en la vida comunitaria las actitudes de conversión ecológica, austeridad, participación y esperanza. Tres pilares para una justicia climática El documento articula su llamamiento en tres dimensiones de justicia:
  1. Justicia en la acción: abandonar lo que destruye, con compromisos reales y no metas vacías, y con un calendario vinculante para poner fin a la era de los combustibles fósiles y detener la deforestación antes de 2030.
  2. Justicia en la transición: proteger a las personas, no solo al planeta, garantizando que el cambio de modelo energético no genere nuevas pobrezas, sino que acompañe a trabajadores y comunidades locales.
  3. Justicia en las finanzas: reparar la deuda ecológica del Norte con el Sur Global, asegurando financiación suficiente y justa, y proponiendo un “Jubileo por el Clima” que libere a las naciones más vulnerables del peso de la deuda externa.
El texto recuerda que “seguir invirtiendo en combustibles fósiles es financiar nuestra propia destrucción”, y reclama que el Fondo de Pérdidas y Daños aprobado en la COP 27 “se llene con urgencia”, pues “no es caridad, sino reparación”. Una voz que nace de la fe La participación eclesial no pretende sustituir a la acción política, sino iluminarla desde una ética del bien común y la dignidad humana. La llamada a los gobiernos y a la ciudadanía tiene, en este contexto, una dimensión evangélica: optar por la vida, cuidar de los más débiles, cultivar la esperanza. El documento concluye con una apelación directa: “El tiempo de las excusas se acabó. Es la hora de la justicia”. Para las diócesis aragonesas, este mensaje se convierte también en una llamada pastoral: convertir las parroquias, colegios y comunidades en espacios de educación ecológica, discernimiento y acción común.
La justicia climática es una urgencia moral, no una opción”
Hacia Belém: esperanza y responsabilidad La COP 30 de Belém, en el corazón de la Amazonía, simboliza la interdependencia entre humanidad y creación. En ese marco, la voz de la Iglesia en España —a través de la CEE, ECODES, Enlázate por la Justicia y más de una veintena de diócesis— se une a la de millones de creyentes en todo el mundo que reclaman un cambio de rumbo. La Santa Sede participa en la COP30 en Brasil con una delegación de diez miembros, guiada por el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado. Él será la máxima autoridad encargada de representar al Papa León XIV en este importante evento. La adhesión de las diócesis de Aragón es, en ese sentido, un signo de comunión universal y de compromiso concreto. No solo se trata de una declaración institucional, sino de una toma de posición moral: la de una Iglesia que escucha el clamor de la tierra y de los pobres, y que se reconoce corresponsable en la custodia de la creación.
“A los gobiernos reunidos en Belém les recordamos que la historia los juzgará. Tienen en sus manos la oportunidad de ser recordados como quienes eligieron la vida, la dignidad humana y el bien común.” 

domingo, 9 de noviembre de 2025

DIA DE LA IGLESIA

 


La Diócesis de Teruel y Albarracín celebra este domingo el Día de la Iglesia Diocesana, una jornada para agradecer, colaborar y reconocer la labor de la Iglesia más cercana: esa que acompaña silenciosamente la vida de nuestras comunidades, parroquias y familias. Bajo el lema “Tú también puedes ser santo”, la jornada adquiere este año un significado especial.

«En todos los amigos y amigas de Dios encontrarás cada día la inspiración que necesitas para llevar una vida de santidad», nos recuerda el mensaje de esta campaña. Y en nuestra diócesis, esa inspiración tiene nombres y raíces profundas. Desde Santa Emerenciana, patrona de Teruel y modelo de fidelidad sencilla, que con su bautismo de sangre nos enseña que la santidad puede vivirse con valentía en la vida cotidiana, hasta San Joaquín Royo, nacido en Hinojosa de Jarque, misionero en China y mártir por la fe, cuya entrega sigue alentando la vocación misionera de tantos hombres y mujeres de nuestra diócesis (47 en total, presentes hoy en distintos lugares del mundo).

También el testimonio de los beatos Anselmo Polanco y Felipe Ripoll, que dedicaron su vida a los más pobres de Teruel, ilumina la labor caritativa y asistencial de nuestra Iglesia, que este año ha atendido a 5.076 personas en 35 centros. Su ejemplo de cercanía y compromiso sigue vivo en cada voluntario, trabajador de Cáritas o sacerdote que sirve en silencio. De igual modo, los santos mártires Juan de Perusa y Pedro de Saxoferrato, discípulos de San Francisco de Asís, nos recuerdan que la ayuda al necesitado y la compasión con los más débiles son rasgos esenciales del espíritu cristiano que sostiene a nuestras comunidades.

El Día de la Iglesia Diocesana es, por tanto, mucho más que una jornada de colaboración económica: es una invitación a redescubrir el rostro concreto de la santidad que se manifiesta en la vida ordinaria: en la madre que educa en la fe, en el joven que busca a Dios, en el catequista que acompaña, en el sacerdote que escucha y sostiene. Como cada año, la diócesis presenta con esta celebración la revista “Nuestra Iglesia”, que recoge los principales datos pastorales y económicos de 2024.

En ella se refleja una comunidad viva: 87 sacerdotes, 57 religiosos y religiosas, 5 monjas de clausura, 148 catequistas y 263 parroquias trabajan día a día al servicio del Evangelio. En el ámbito educativo, 4 centros católicos concertados acogen a 1.648 alumnos, con el esfuerzo de 27 trabajadores y 138 docentes. En el último año se celebraron 266 bautizos, 161 confirmaciones, 270 primeras comuniones y 55 matrimonios, signos visibles de una fe que sigue transmitiéndose y creciendo.

El balance económico de la diócesis refleja una gestión responsable y transparente, con ingresos y gastos equilibrados de 4.897.122,02 €, destinados a sostener el patrimonio, la vida pastoral, educativa, misionera y caritativa de la Iglesia local. En este Día de la Iglesia Diocesana, la Diócesis de Teruel y Albarracín recuerda que la santidad no es una meta reservada a unos pocos, sino un camino posible para todos.

Siguiendo el ejemplo de nuestros santos, beatos y mártires, estamos llamados a vivir con alegría, humildad y servicio, haciendo visible el rostro de Cristo en cada rincón de nuestra tierra.