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miércoles, 1 de marzo de 2017

CALENDARIO LITÚRGICO: MIÉRCOLES DE CENIZA


CALENDARIO LITÚRGICO-PASTORAL:
MIÉRCOLES DE CENIZA Y DOMINGOS DE CUARESMA

Miércoles de Ceniza

Comienza el ciclo pascual, con la Cuaresma que nos prepara a celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor y que después se prolongará cincuenta días hasta Pentecostés. En la Cuaresma nos preparamos para renovar nuestras promesas bautismales en la noche de la Vigilia pascual. Se nos llama a volver a andar lo que hemos desandado con nuestros pecados, practicando la penitencia, que se concreta en la oración, la limosna y el ayuno. Son unos días para convertirnos al Señor, celebrando de manera especial el sacramento de la reconciliación en donde, habiendo confesado nuestros pecados, recibimos la absolución de los mismos, quedando por ello reconciliados con la Iglesia y con Dios.

 Domingo I Cuaresma


La Cuaresma se enraíza en los cuarenta días y cuarenta noches en que, llevado por el Espíritu al desierto, Jesús fue tentado por el diablo. No se dejó llevar por aquellas tres tentaciones que afectaban directamente a su misión como Mesías. Contrasta su obediencia a la voluntad de Dios como la desobediencia de Adán y Eva en el paraíso cuando se quisieron constituir en criterio supremo del bien y del mal, por encima de Dios. Así entró en el mundo el pecado y la muerte; pero por la obediencia de un solo hombre, Jesucristo, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.

 Domingo II Cuaresma

Por la cruz a la luz. Este fue el mensaje que Jesús dio a sus discípulos en la Transfiguración, después de haberles anunciado su Pasión y Muerte en la cruz. Y el Padre lo revela como su Hijo predilecto a quien debemos escuchar. Así, alimentados con su Palabra, contemplaremos gozosos la gloria de su rostro. La primera y segunda lectura, por su parte, nos hablan de la llamada que Dios nos hace a una vida santa, lo que supone dejar lo que haga falta con tal de seguir esa llamada. Abrahán, nuestro padre en la fe, se nos propone como modelo, saliendo de su tierra fiándose totalmente de Dios.

 Domingo III Cuaresma


En la primera lectura, el pueblo de Israel en el desierto pide agua para beber y Moisés la hace brotar de una roca. Se anuncia así el agua que brotará del costado de Cristo abierto por la lanza del soldado: quien la beba, por la fe en Cristo y por el bautismo «se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna». Esa agua significa el amor de Dios derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado; amor que llevó a Cristo a morir por nosotros, pecadores.

 Domingo IV Cuaresma


Cristo se hizo hombre para conducirnos a los peregrinos en tinieblas al esplendor de la fe. Es lo que se expone en el Ev.: todos nacemos privados de la luz de la fe y la gracia de Dios por el pecado original. Lo mismo que el primer hombre fue creado del barro de la tierra, Cristo hizo barro con su saliva, lo untó en los ojos del ciego y le mandó lavárselos con agua, y el ciego vio. En el bautismo Cristo nos vuelve a crear. Y, como el ciego, en la Cuaresma tenemos que seguir renunciando a cuanto nos impide decirle a Cristo con toda verdad: «Creo en ti, Señor».

 Domingo V Cuaresma


Cercanos ya los días de la Pasión del Señor, la oración colecta de este domingo nos recuerda que fue el amor el que movió al Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo. Pero vencerá a la muerte resucitando para que nosotros participemos en su Resurrección: «Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis». Se trata del mismo Espíritu Santo que resucitó a Jesús de entre los muertos y que, si habita en nosotros por la gracia, también vivificará nuestros cuerpos. En el Evangelio Cristo se nos revela como la resurrección y la vida: «el que cree en mí no morirá para siempre».

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