En vísperas de la Cuaresma,
para responder a las consultas que el año pasado y el actual han llegado al
Secretariado del Episcopado acerca de lo determinado por la CEE respecto del
«modo de observar el ayuno y la abstinencia», en virtud de las facultades que
concede a las Conferencias la actual legislación eclesiástica, el Secretario de
la Conferencia Episcopal informa que, en conformidad con lo establecido por el
Decreto General de la Conferencia en su artículo 13,2, interpretado
auténticamente por la última Asamblea Plenaria (11-16 de noviembre), deben
tenerse en cuenta las siguientes normas:
1. En la Iglesia universal,
son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de
Cuaresma (c. 1250).
2. Se retiene la práctica
penitencial tradicional de los viernes del año, consistente en la abstinencia
de carnes; pero puede ser sustituida, según la libre voluntad de los fieles,
por cualquiera de las siguientes prácticas recomendadas por la Iglesia: lectura
de la Sagrada Escritura, limosna (en la cuantía que cada uno estime en
conciencia), otras obras de caridad (visita de enfermos o atribulados), obras
de piedad (participación en la Santa Misa, rezo del rosario, etc.) y
mortificaciones corporales.
3. Sin embargo, en los
viernes de cuaresma debe guardarse la abstinencia de carnes, sin que pueda ser
sustituida por ninguna otra práctica. El deber de la abstinencia de carnes
dejará de obligar en los viernes que coincidan con una solemnidad y también si
se ha obtenido la legítima dispensa.
4. En cuanto al ayuno, que
ha de guardarse el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, consiste en no hacer
sino una sola comida al día; pero no se prohíbe tomar algo de alimento a la
mañana y a la noche, guardando las legítimas costumbres respecto a la cantidad
y calidad de los alimentos.
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