La perseverancia podríamos definirla también como paciencia: es la capacidad de soportar, llevar sobre los hombros, “soportar”, de permanecer fieles, incluso cuando el peso parece hacerse demasiado grande, insostenible, y estamos tentados de juzgar negativamente y de abandonar todo y a todos.
El Señor es de verdad «el Dios de la constancia y del consuelo», que permanece siempre fiel a su amor por nosotros, es decir, que es perseverante en el amor con nosotros, no se cansa de amarnos: ¡no! Es perseverante: ¡siempre nos ama! Y también se preocupa por nosotros, curando nuestras heridas con la caricia de su bondad y de su misericordia, es decir, nos consuela. Tampoco, se cansa de consolarnos.
“Estamos llamados a comportarnos como ‘hijos de la luz’”pero “esto exige un cambio radical de mentalidad, una capacidad de juzgar a los hombres y las cosas según una nueva escala de valores que viene de Dios”.
Papa Francisco semana 21 al 26 de marzo 2017
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