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jueves, 13 de diciembre de 2018

LA MISERICORDIA DEL SEÑOR SANA EL CORAZÓN




Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5, 3). Sí, benditos aquellos que dejan de engañarse creyendo que pueden salvarse de su debilidad sin la misericordia de Dios, que es la sola que puede sanar el corazón.

Solo la misericordia del Señor sana el corazón.

Bienaventurados los que reconocen sus malos deseos y con un corazón arrepentido y humilde no se presentan ante Dios y ante los hombres como justos, sino como pecadores.

Es hermoso lo que Pedro le dijo al Señor: “Aléjate de mí, Señor, que soy un pecador”. Hermosa oración ésta: “Aléjate de mí, Señor, que soy un pecador”. Estos son los que saben tener compasión, los que saben tener misericordia de los demás, porque la experimentan en ellos mismos.

“La historia enseña que los reinos fundados sobre el poder de las armas y sobre la prevaricación son frágiles y antes o después terminan quebrando. Pero el Reino de Dios se fundamenta sobre el amor y se radica en los corazones, ofreciendo a quien lo acoge paz, libertad y plenitud de vida”.

“Todos nosotros queremos, paz, queremos, libertad, queremos plenitud. ¿Cómo se consigue? Basta con que dejes que el amor de Dios se radique en el corazón y tendrán paz, libertad y plenitud.

Papa Francisco
Catequesis y Ángelus; semana 19 al 25 de noviembre

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