
Santa Águeda era una joven de una familia
distinguida y belleza extraordinaria. Pero atesoraba mucho mas que todo
su fe en Jesucristo. Así lo demostró cuando el senador Quintianus se aprovechó
de la persecución del emperador Decio
(250-253) contra los cristianos para intentar poseerla. Las propuestas
del senador fueron resueltamente rechazadas por la joven virgen, que ya se
había comprometido con otro esposo: Jesucristo.
El senador no se dio por
vencido y la entregó en manos de una mujer malvada, con la idea de
que esta la sedujera con las tentaciones del mundo. Pero sus malas artes se
vieron fustigadas por la virtud y la fidelidad a Cristo que demostró Santa
Águeda.
Según la tradición, en una
erupción del volcán Etna, ocurrida un año después del martirio de Santa
Águeda (c.250), la lava se detuvo
milagrosamente al pedir los pobladores del área la intercesión de la santa
mártir. Por eso la ciudad de Catania la tiene como patrona y las regiones
aledañas al Etna la invocan como patrona y protectora contra fuego, rayos y
volcanes. Además de estos elementos, la iconografía de Santa Águeda suele
presentar la palma (victoria del martirio), y algún símbolo o gesto que
recuerde las torturas que padeció.
Tanto Catania como Palermo
reclaman el honor de ser la cuna de Santa Águeda. En algunos lugares, el
"pan de Santa Águeda" y agua son bendecidos durante la misa de su
fiesta.
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