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lunes, 19 de agosto de 2019

APRENDER A ACERCARSE AL CORAZÓN DE MARÍA




La Virgen es para los cristianos ejemplo y modelo. Ella fue quien vivió más perfectamente la vida cristiana. Ella, desde el inicio de su vida, fue imbuida por el Espíritu Santo quien la condujo por el camino de la santidad.

La Virgen fue la primera que abrió su alma para acoger a Dios que se le dio en su Palabra (cf. Lc 1, 26-35). Ella vivía en una constante actitud de escucha. Estaba, como la mayoría de las mujeres de su tiempo, a la espera del Mesías con un corazón abierto a recibirlo. El Evangelio que más nos ayuda a aprender de María a acoger la Palabra de Dios es el de la anunciación. Nos dice el texto que el ángel le invita a la alegría porque esta llena de gracia. Nosotros en nuestra vida de oración también estamos llenos de la presencia de Dios; llenos de gracia. Esa debe ser nuestra alegría. Por lo que, aprender de María a escuchar a Palabra de Dios es aprender de ella también a vivir en la alegría de los hijos de Dios. A pronunciar con gozo el Magníficat (Lc 1, 46-55) porque el Señor se ha fijado en nosotros para hacer en nosotros su morada. Claramente que el texto de la anunciación habla de un cierto temor “¿Cómo será esto posible, si no conozco varón?” (Lc 1, 34). Pero es un temor invadido por la certeza del autor del mensaje. Dios es el que se comunica con ella y esa es su paz. También a nosotros, en la Palabra, es Dios que se nos esta manifestando. Por lo tanto, esta es nuestra seguridad. Aunque a veces no entendamos el mensaje de Dios y pensemos en nuestro corazón ¿Cómo va a ser esto? Adoptemos las actitudes de abandono y de confianza en María y respondamos como ella: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).

Oración:

Virgen María, toma mi mano y llévame a Jesús. Quiero seguir tus huellas, pronunciar tus palabras, tener tus mismas actitudes, amar con tu corazón. Condúceme por el camino que ya has recorrido. Jesús te ha querido hacer mi Madre para que me enseñes a ir a Él. Nunca dejes de ser la Madre que en lo oculto busca mi bien y lo alcanza de su Hijo. Quédate conmigo, Madre mía, que en ti me siento seguro.

Amén

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