Domingo de la limosna de la viuda pobre.
El episodio evangélico de hoy es emblemático.
Es la última enseñanza de Jesús en el templo, donde, según Marcos, ya no volverá a entrar más.
Jesús ante la sala del tesoro, observa que una viuda pobre da no de lo que le sobra, sino de lo que necesita.
Por tanto, no se trata de dar, sino de "darse".
El hecho conmueve a Jesús y llama solemnemente a sus discípulos para decirles: "Esta viuda pobre ha echado más que nadie, pues ha echado todo lo que tenía para vivir".
Sin embargo, lo más grande de este episodio, es que el Señor no elogió a la mujer delante suyo, dejó que se perdiera anónima entre la multitud que entraba en el templo.
Ella jamás se percató que llevaba a sus espaldas el elogio del Hijo de Dios.
Su gloria permaneció oculta a los ojos de los hombres, pero no a los ojos de Dios, una gloria que Dios reservaba sólo para sí.
El gesto de la mujer fue tan grande que el Señor no quiso ni rozarla con la gloria humana.
Es una gloria que pertenece únicamente a Dios.
El gesto de la mujer es un "icona", una imagen, que resume todas las
enseñanzas de Jesús sobre el Reino de Dios.
Ella, sin saberlo quizás, comprendió más que nadie todo el mensaje de Jesús.
Todas las bienaventuranzas del Reino se reflejan en el gesto de la viuda pobre.
Más todavía: ella representa a tantos hombres y mujeres que viven y mueren en la humildad de los hijos e hijas de Dios, cuya gloria permanece oculta ante el mundo, pero no para Él.
Hay tantas existencias humanas que son capaces de amar, a pesar de las heridas de la vida, y cuya gloria está oculta para el mundo, no para Dios.
En la primera lectura, también la viuda que recoge leña para sí y su hijo acoge y da de su pobreza al profeta.
No queda sin recompensa: su pobreza será bendecida.
Los que se dedican a la caridad saben muy bien que la providencia de Dios no abandona a los que dan todo lo que les queda, y que es muy cierto que la "orza de harina" y la "alcuza de aceite" de la misericordia jamás se agotan.
La gloria de Dios se manifiesta y queda integrada en los pobres del Señor.
En ellos manifiesta su gloria.
Este dato es de los más grandes de la revelación del Antiguo Testamento.
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