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domingo, 12 de enero de 2025

EL BAUTISMO DEL SEÑOR


El Domingo del Bautismo del Señor es el primer Domingo del Tiempo ordinario.

No sin razón teológica forma  parte todavía del ciclo de la Epifanía y        en cierto modo es su conclusión.

Es el       inicio y la confirmación en el Espíritu      Santo de la misión del Mesías.

El Hijo  de Dios se ha manifestado al mundo y        al mismo tiempo nos manifiesta al  Padre.

Y es esto lo que subraya la Liturgia: una verdadera teofanía de la Trinidad.

El cielo rasgado pone al descubierto el  misterio de Dios.

Jesús se revela como    Hijo del Padre y Ungido del Espíritu.

El  Padre manifiesta su complacencia en el Hijo muy amado.

Es inexplicable que en la reforma litúrgica    este Domingo no tenga el rango de solemnidad ya que se trata de un misterio mayor de la vida del Señor: su Bautismo prefigu raba el nuestro.

En la oración colecta se  ruega: "Concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia".

Hoy es un día apropiado para rememorar  nuestro Bautismo.

Rememorar, no renovar.

Será durante la Vigilia pascual cuando los cristianos renovemos propiamente, en sentido   teológico fuerte,  nuestras promesas bautismales.

Un signo apropiado para      esta rememoración es la bendición y aspersión del agua al inicio de la Eucaristía,  en lugar del acto penitencial.

 

Misa: Is 42, 1-4. 6-7; Sal 28, 1b y 2. 3ac-4. 3b y 9c-10; Hch 10, 34-38; Lc 3, 15-16. 21-22

Lecturas alternativas año C: Is 40, 1-5. 9-11; Sal 103, 1b-2.3-4. 24-25. 27-28. 29-30; Tit 2, 11-14; 3, 4-7; Lc 3, 15-16. 21-22

 

Lucas es el único evangelista que consigna la anotación preciosa de que Jesús estaba  orando en el momento de   su Bautismo.

Toda la simbólica bíblica   se concentra en los versículos 21-22: "los    cielos abiertos", Diosmanifestado,"lapaloma",símbolo del pueblo de Israel y de  la venida del Espíritu Santo, y la palabra  de Dios Padre: "Tu eres mi Hijo, mi amado, en ti me complazco".

Junto con la que  se ofrece en el relato de la Transfigura ción, es la única palabra del Padre en el      Nuevo Testamento.

La Trinidad se revela  y se entrega: el seno del Padre se abre  por su Hijo amado en el  amor del Espíritu Santo para descender y permanecer   siempre sobre Él.

El cielo desde entonces   permanece abierto, ya jamás se cerrará.

Jesús queda investido en su condición   mesiánica.

En la primera lectura escuchamos la  bellísima lectura del "Libro de la Consolación" de Israel, que encuentra su cumplimiento en el Evangelio.

En el  fragmento de la carta de Tito la doctrina sobre el Bautismo, el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo.

Ciertamente el día de nuestro Bautismo se abrieron los cielos sobre nosotros, fuimos sepultados y resucitados en Cristo, se nos dio la unción   del Espíritu y se escuchó la voz del Padre que proclamaba: "Tú eres mi hijo/hija        amado", en el tiempo y en la eternidad.

Los sacramentos son las obras de Dios más excelentes. Con razón la Iglesia     canta en el Salmo: "Bendice alma mía al      Señor. ¡Dios mío que grande eres!"

 

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