El Domingo del Bautismo del Señor es el primer Domingo del Tiempo ordinario.
No sin razón teológica forma parte todavía del ciclo de la Epifanía y en cierto modo es su conclusión.
Es el inicio y la confirmación en el Espíritu Santo de la misión del Mesías.
El Hijo de Dios se ha manifestado al mundo y al mismo tiempo nos manifiesta al Padre.
Y es esto lo que subraya la Liturgia: una verdadera teofanía de la Trinidad.
El cielo rasgado pone al descubierto el misterio de Dios.
Jesús se revela como Hijo del Padre y Ungido del Espíritu.
El Padre manifiesta su complacencia en el Hijo muy amado.
Es inexplicable que en la reforma litúrgica este Domingo no tenga el rango de solemnidad ya que se trata de un misterio mayor de la vida del Señor: su Bautismo prefigu raba el nuestro.
En la oración colecta se ruega: "Concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, perseverar siempre en tu benevolencia".
Hoy es un día apropiado para rememorar nuestro Bautismo.
Rememorar, no renovar.
Será durante la Vigilia pascual cuando los cristianos renovemos propiamente, en sentido teológico fuerte, nuestras promesas bautismales.
Un signo apropiado para esta rememoración es la bendición y aspersión del agua al inicio de la Eucaristía, en lugar del acto penitencial.
Misa: Is 42, 1-4. 6-7; Sal 28, 1b y 2. 3ac-4. 3b y 9c-10; Hch 10, 34-38; Lc 3, 15-16. 21-22
Lecturas alternativas año C: Is 40, 1-5. 9-11; Sal 103, 1b-2.3-4. 24-25. 27-28. 29-30; Tit 2, 11-14; 3, 4-7; Lc 3, 15-16. 21-22
Lucas es el único evangelista que consigna la anotación preciosa de que Jesús estaba orando en el momento de su Bautismo.
Toda la simbólica bíblica se concentra en los versículos 21-22: "los cielos abiertos", Diosmanifestado,"lapaloma",símbolo del pueblo de Israel y de la venida del Espíritu Santo, y la palabra de Dios Padre: "Tu eres mi Hijo, mi amado, en ti me complazco".
Junto con la que se ofrece en el relato de la Transfigura ción, es la única palabra del Padre en el Nuevo Testamento.
La Trinidad se revela y se entrega: el seno del Padre se abre por su Hijo amado en el amor del Espíritu Santo para descender y permanecer siempre sobre Él.
El cielo desde entonces permanece abierto, ya jamás se cerrará.
Jesús queda investido en su condición mesiánica.
En la primera lectura escuchamos la bellísima lectura del "Libro de la Consolación" de Israel, que encuentra su cumplimiento en el Evangelio.
En el fragmento de la carta de Tito la doctrina sobre el Bautismo, el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo.
Ciertamente el día de nuestro Bautismo se abrieron los cielos sobre nosotros, fuimos sepultados y resucitados en Cristo, se nos dio la unción del Espíritu y se escuchó la voz del Padre que proclamaba: "Tú eres mi hijo/hija amado", en el tiempo y en la eternidad.
Los sacramentos son las obras de Dios más excelentes. Con razón la Iglesia canta en el Salmo: "Bendice alma mía al Señor. ¡Dios mío que grande eres!"
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