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domingo, 10 de agosto de 2025

LA FE


En continuidad con la enseñanza del Domingo anterior, el Señor nos exhorta a la vigilancia y a estar preparados.

"Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas es la actitud propia de los   sirvientes        que custodian con la luz radiante de la fe    el corazón".

El Señor vuelve como Esposo, y Él mismo, ¡algo realmente maravilloso!  se ceñirá,   los hará sentar a la mesa y los irá  sirviendo.

Todo se intercambia: los siervos  se convierten en señores, y el Señor se convierte en   el siervo de todos.

La imagen     nupcial es sugerente.

El Señor vuelve de   noche, hay que esperarlo con las lámparas encendidos y estar  preparados.

Como    en la noche del Éxodo, primera lectura, como en la Vigilia de Pascua.

El Señor acompaña su exhortación con la parábola   del administrador solícito y fiel.

A los discípulos les han sido consignados y confiados los bienes del Reino, los dones de la    redención de Jesucristo, y ellos, según la      medida que cada uno ha recibido,   deben    hacerlos fructificar.

Todo esto se vive en la   fe.

El autor de la carta a los Hebreos en la segunda lectura escribe el himno a la fe,  que  contiene su casi definición: "La fe es  fundamento de lo que se espera, y garantía de lo  que no se ve".

En cada Eucaristía, el Señor es el anfitrión.

Nos invita y nos  sienta a la mesa del Reino, anticipando  y saboreando el banquete escatológico:  "Esto nobis praegustatum", " para nosotros    un anticipo".

De esta manera, el pequeño rebaño se complace y goza ya del reino   que el Padre ha tenido a bien darle.

 

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