Hace unos domingos en el
Evangelio oíamos al Padre que decía a los discípulos “ESCUCHADLO” y estos
aterrados, al experimentar la cercanía
de Jesús, que los toca y les dice: “levantaos, No tengáis miedo”, vuelven a
confiar en Jesús, a sentirse seguros a su lado.
Porque Jesús sabe que necesitan
sentirlo cercano. Siempre que escuchamos
a Jesús en el silencio de nuestro ser, sus primeras palabras nos van a decir:
“levántate, no tengas miedo”.
Todos tenemos la experiencia de
que muchas personas, más de las que nos gustaría, solo conocen a Jesús de
oídas. Su nombre les suena, les es familiar pero lo que saben de él se queda en
los recuerdos y experiencias de la infancia. Como vulgarmente se dice, se
quedaron en la vida adulta con el traje de la Primera Comunión y con esa
“apariencia ridícula” a sus taitantos años, siguen funcionado por la vida.
Incluso, aunque se llamen cristianos, pueden vivir sin escuchar en su interior
la voz de Jesús- Y sin esta experiencia, ¿Cómo vamos a conocer y gozar de la
paz que solo él nos puede dar? ¿Cómo
vamos a sentir su fuerza que nos sostiene y empuja en nuestra vida diaria?.
Cuando nos paramos a escuchar
en silencio a Jesús en nuestro interior, en nuestra conciencia, escuchamos
siempre algo parecido a esto:
“No tengas miedo y déjate
con sencillez en las manos de Dios. Tu poca fe basta. Tranquilo. Si me escuchas
y estás a mi lado, verás que el amor de Dios no se cansa de perdonarte. Si esto
lo tienes claro, tu vida cambiará y sabrás lo que es la paz en tu corazón”.
Jesús está siempre llamando a
la puerta de cristianos y no cristianos, de todos. En nuestras manos está
abrirle la puerta o darle con ella en las narices. Pero
¿Crees que es lo mismo vivir con Jesús que sin él?
Este tiempo de Cuaresma, tiempo
intenso de oración y de preparación, tiempo de conversión, también nos invita a
mantener la esperanza y la consciencia de que caminamos hacia la Pascua de
Resurrección.
Pero esto no lo vamos a hacer
de cualquier modo, lo haremos de la mano de Jesús, a quién debemos ESCUCHAR y
quién nos conduce por los caminos de la vida invitándonos a vivir como El,
quién, cuando tropezamos y caemos, se acerca, nos toca, nos levanta y nos dice:
“NO TEMAS, LEVÁNTATE, SIGUE ADELANTE. YO ESTOY SIEMPRE CONTIGO”.
A.G.R.
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