Este domingo es el del Buen
Pastor y se nos pide a todos rezar por las vocaciones. Los curas somos cada vez
menos y más octogenarios, en consonancia con la edad de nuestra sociedad de
estas tierras de la diócesis de Teruel y Albarracín. También son mayores las personas que acuden a la iglesia. Somos una población anciana, hay menos hijos
y además la educación en la fe, que recibíamos fundamentalmente en nuestras
familias, está desapareciendo, y donde
no se cultiva la fe, difícilmente nace cualquier tipo de vocación. Aunque el
Señor, como siempre, vaya disponiendo otros medios y otros cauces. En la carta encíclica Evangelii Gaudium, el
Papa nos dice: “Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás,
surgen vocaciones genuinas. Aun en parroquias donde los sacerdotes son poco
entregados y alegres, es la vida fraterna y fervorosa de toda la comunidad la
que despierta el deseo de consagrarse enteramente a Dios y a la evangelización,
sobre todo si esa comunidad viva, ora insistentemente por las vocaciones y se
atreve a proponer a sus jóvenes un camino de especial consagración” (EG 107).
En este momento, en nuestra
diócesis no alcanzamos el centenar. El
movimiento de jubilación va parejo al aumento de ancianos en nuestra sociedad y
a la despoblación de nuestros pequeños
pueblos. En este momento hay tres seminaristas, uno en los cursos
institucionales, otros dos en el año de pastoral, que serán ordenados diáconos
el domingo 25 de junio en la catedral de Albarracín a las 7 de la tarde, y un
diácono, Luis Fernando, que si Dios quiere, le ordenaré el próximo domingo día
13 de mayo en Alcorisa, a las 12 del mediodía. Demos gracias a Dios.
Las comunidades
parroquiales de pequeñas poblaciones comienzan a tener dificultades de
atención. El problema surge allí donde haya una persona que quiere conocer a
Cristo o vivir su fe en una comunidad. Hasta no hace muchos años una gran
mayoría de pueblos tenían su sacerdote, (están en la memoria de todos) muchas
otras personas marcharon [maestros, farmacéuticos, guardia civil, pequeños
empresarios...] excepto nosotros. Aún hoy, en cantidad de pueblos muy pequeños,
hay un sacerdote manteniendo la presencia viva de la misión de la Iglesia, como
Cristo "peregrino y compañero en el camino". Aunque es evidente que la distribución de los
sacerdotes no permite que toda comunidad puedan ya celebrar la Eucaristía todos
los domingos.
Por todo esto, llevamos
algunos años pensando una redistribución racional de los sacerdotes en el mapa
diocesano, acompañado de un nuevo planteamiento de la tarea pastoral, marcando
prioridades y estando abiertos a la creatividad y la innovación, que tiene
mucho que ver con el impulso renovador del Espíritu. Además, es necesario el
cuidado afectivo y efectivo de los sacerdotes, algunos de ellos atienden ya
bastantes pueblos, viven en soledad y con unos medios mínimos. Es verdad que
ninguno suele exigir nada. También es necesaria la formación de los seglares y
su implicación en las tareas que les
corresponden. Por otra parte muchas parroquias están siendo integradas en
Unidades Parroquiales, manteniendo y cuidando sólo algunas iglesias para el
culto, donde los fieles se desplacen de unos sitios a otros –como lo hacen para
otros servicios: médico, compras, etc.– para celebrar la Eucaristía. (También algunas comunidades son tan pequeñas
que no pueden sostener su iglesia, ni siquiera pagar la luz) Y finalmente,
también se hace necesaria una adecuada distribución de los "servicios
religiosos" en las iglesias de la capital. Todos los católicos debemos implicarnos de una manera ilusionante en
estos proyectos a corto plazo.
El Papa Francisco dijo,
estos años atrás, a los sacerdotes en la Misa Crismal: “Para nosotros
sacerdotes las historias de nuestra gente no son un noticiero: nosotros
conocemos a nuestro pueblo, podemos adivinar lo que les está pasando en su
corazón; y el nuestro, al compadecernos (al padecer con ellos), se nos va
deshilachando, se nos parte en mil pedacitos, y es conmovido y hasta parece
comido por la gente: «Tomad, comed». Esa es la palabra que musita
constantemente el sacerdote de Jesús cuando va atendiendo a su pueblo fiel:
«Tomad y comed, tomad y bebed...». Y así nuestra vida sacerdotal se va
entregando en el servicio, en la cercanía al pueblo fiel de Dios... que
siempre, siempre cansa”. Pues eso. ¡Ánimo y adelante!
+ Antonio Gómez Cantero
Obispo de Teruel y
Albarracín
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