Mensaje del Comité
Ejecutivo con motivo del centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima.
El Comité Ejecutivo de la
Conferencia Episcopal Española ha hecho público un Mensaje con motivo del
Centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima. El texto se aprobó en la
última reunión del Ejecutivo, el jueves 20 de abril, y lleva por título “Junto
al Papa Francisco, peregrinos de esperanza y de paz”. Con motivo de este
Centenario, el papa Francisco, viajará al Santuario de Nuestra Señora de Fátima
del 12 al 13 de mayo.
COMITÉ EJECUTIVO DE LA
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
MENSAJE CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LAS
APARICIONES DE LA VIRGEN DE FÁTIMA
Junto al Papa Francisco,
peregrinos de esperanza y de paz
1.- Con motivo del
centenario de las apariciones de la Virgen María en Cova da Iría (Portugal) el
Papa Francisco irá como peregrino al Santuario de Nuestra Señora de Fátima del
12 al 13 de mayo de 2017.
Los obispos españoles
queremos unirnos a esta peregrinación del Sucesor de Pedro interpretando así el
sentir común de nuestro pueblo que tiene en la advocación y acontecimiento
mariano de Fátima una de las devociones más arraigadas y populares. Junto con
el Papa Francisco deseamos hacer realidad lo que reza el lema elegido: «Con
María, peregrino en la esperanza y en la paz».
Como señalaba san Juan
Pablo II, “no sólo los individuos o grupos locales, sino a veces naciones
enteras y continentes buscan el encuentro con la Madre del Señor. Tal vez se
podría hablar de una específica «geografía» de la fe y de la piedad mariana,
que abarca todos estos lugares de especial peregrinación del pueblo de Dios”
(Redemptoris Mater, 28).
Fátima es uno de esos lugares destacados,
especialmente en la historia contemporánea de la Iglesia, en los que se hace
realidad la súplica y alabanza a la Madre de Dios preanunciada por ella misma.
Efectivamente, María toma conciencia de lo que Dios ha hecho en ella y anuncia
en el canto del Magníficat su bienaventuranza a lo largo de los siglos: “Me
felicitarán todas las generaciones” (Lc 1,48). Es un hecho innegable: María
aparece en todos los rincones de la geografía católica con la fuerza del
encanto de su maternal intercesión (cf. Marialis Cultus, 56).
Este convencimiento tan
constatable en nuestro pueblo nos lleva a unirnos con alegría a la celebración
del centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima. Tres pastorcitos
(Lucía, Francisco y Jacinta) fueron los agraciados con la aparición de la
Nuestra Señora. La novedad de estas apariciones de Fátima y núcleo de su mensaje
consiste en la devoción al Corazón Inmaculado de María como un camino hacia el
encuentro con Dios, concretando en este título su intercesión materna. Por
medio de los sencillos María transmite un mensaje destinado a la Iglesia y a la
humanidad.
Los papas peregrinos
2.- El Santuario de Fátima
se ha convertido en estos cien años en un lugar privilegiado de peregrinaciones
y entre los peregrinos destacan tres papas. Así el 13 de mayo de 1967, a los 50
años de las apariciones de la Virgen, el beato Pablo VI viajó a Fátima. Allí
pronunció unas proféticas palabras sobre uno de los males que iba a padecer la
Iglesia por “ideologías diseñadas para quitar de la fe todo lo que el
pensamiento moderno no entiende o no acepta”. Pablo VI dijo también estas
palabras: “Venimos de Roma para elevar, en Cova de Iría, nuestra ardiente
súplica por la paz de la Iglesia y del mundo”; intención que sigue estando
plenamente vigente en la actualidad y que hemos de hacer especialmente nuestra.
La relación de san Juan
Pablo II con Nuestra Señora de Fátima fue muy intensa. Hay un momento especial
el 13 de mayo de 1981, cuando –según cuenta él–, la Virgen le salvó de morir en
un atentado perpetrado por Alí Agca en la Plaza San Pedro. Un año después de
este suceso, el 13 de mayo de 1982, Juan Pablo II viajó por primera vez a
Fátima para “agradecer a la Virgen su intervención en la salvación de mi vida y
el restablecimiento de mi salud”. En 1991 el Santo Padre regresó al Santuario,
donde afirmó que “la Virgen me regaló otros diez años de vida” y volvió por
última vez a Fátima para beatificar a los niños videntes Francisco y Jacinta el
13 de mayo del Año Jubilar del 2000.
Benedicto XVI, por su
parte, acudió como peregrino a Fátima en el año 2010 en el décimo aniversario
de la mencionada beatificación. Decía el papa Ratzinger: “He venido a Fátima
para gozar de la presencia de María y de su protección materna (…). He venido a
rezar, con María y con tantos peregrinos, por nuestra humanidad afligida por
tantas miserias y sufrimientos”. Una vez más, la finalidad gozosa de estar
junto a la Madre llevaba consigo el propósito de orar por los pesares de todos
los hijos, por los sufrimientos de la toda la humanidad.
El papa Francisco, que
consagró el mundo a María el 13 octubre de 2013, acudirá ahora a Fátima para
celebrar el centenario de las apariciones y canonizar a los pastorcitos
Francisco y Jacinta Marto.
Sentido de las apariciones
3.- Para entender el
sentido de las apariciones marianas que conmemoramos hay que relacionarlas con
las maravillas que Dios ha hecho por su Pueblo, dado que Dios sigue actuando en
la historia. En Cristo resucitado se cumplieron todas las promesas divinas,
pero todavía la humanidad sigue esperando el retorno definitivo de Cristo y,
hasta que Él venga, vivimos en el tiempo inaugurado por su resurrección, un
período de esperanza, pero a la vez están presentes muchas lacras y
sufrimientos.
Las apariciones se sitúan
en el contexto del plan salvador de Dios, en el que el papel de María resulta
esencial por su intercesión materna en el misterio de Cristo (cf. Lumen
Gentium, 62). Las que conmemoramos de Fátima, en plena I Guerra Mundial,
confirman que María, como buena madre, acude allí donde el corazón de sus hijos
padecen todo tipo de sufrimientos y los horrores de la persecución o la guerra.
“No tienen vino” (Jn 2,3), dice también en nuestro tiempo la Madre ante su
Hijo, intercediendo por una humanidad necesitada.
La conversión a Dios que,
junto con la oración, forma parte esencial del mensaje de Fátima, “trae consigo
-como señalábamos los obispos- una esmerada solicitud por los pobres desde el
encuentro con Cristo” (CEE, Iglesia servidora de los pobres, 34).
Impulso evangelizador
4.- La Virgen utiliza un
lenguaje sencillo con los videntes, acomodándose a sus formas de hablar.
Siguiendo la lógica de Dios (Cf. 1Co 1, 26-28), esta elección de los pequeños,
de los pobres, de los insignificantes, es una constante que se repite en las
apariciones marianas, sobre todo en las especialmente reconocidas de la época
moderna. Está en total acuerdo con la doctrina evangélica que los pobres sean
los predilectos para entrar en el Reino y que Dios escoge los lugares olvidados
por los poderosos de este mundo. Así se realiza el dicho evangélico: “Yo te
bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas
a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños” (Mt 11,25).
Qué gran recordatorio éste
cuando la Iglesia en este momento de la historia, en el pontificado del Papa
Francisco y en continuidad con sus últimos predecesores, está llamada a un
nueva etapa evangelizadora (cf. Evangelii Gaudium, 15).
La Virgen descubre a unos
videntes sencillos y pobres que los grandes acontecimientos de nuestro mundo
están ligados a su fuente y raíz más profunda, que es el corazón del hombre en
su apertura o cerrazón ante Dios.
“Haced lo que Él os diga”
(Jn 2,5)
5.- María, durante su vida
en la tierra, sólo dirigió a la humanidad una única palabra: “Haced lo que Él
os diga” (Jn 2,5), y es muy significativo que todo el mensaje mariano de las
apariciones se reduzca a esta sencilla afirmación, porque no hay nada nuevo en
las embajadas de Nuestra Señora.
María, en Fátima, llama
–como su Hijo– a la conversión, a la reconciliación, a la renovación de la vida
cristiana, a la reforma de las costumbres, a la oración y al sacrificio por la
conversión de los pecadores o en reparación de los propios pecados. Así lo
recordaba el Papa Francisco al señalar que en las apariciones de Fátima “María
nos invita una vez más a la oración, a la penitencia y a la conversión. Nos
pide que no ofendamos más a Dios. Advierte a toda la humanidad sobre la
necesidad de entregarse a Dios, fuente de amor y de misericordia” (Audiencia,
11-5-2016; cf. también Catecismo de la Iglesia Católica, n. 67).
En comunión eclesial con el
Papa Francisco, pastores y fieles somos peregrinos en la esperanza y en la paz.
Exhortamos a los fieles a
vivir con verdadero espíritu cristiano y afán evangelizador este acontecimiento
eclesial del centenario de las apariciones de Fátima y deseamos que se
renueve en todos la verdadera devoción a
la Virgen María, que “no consiste ni en un sentimentalismo estéril y
transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que
nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un
amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes” (Lumen
Gentium, 67).
Finalmente, nos consagramos
a Nuestra Señora de Fátima con la misma oración que el Papa Francisco pronunció
el 13 de mayo de 2013:
Bienaventurada
María, Virgen de Fátima,
con
renovada gratitud por tu presencia maternal
unimos
nuestra voz a la de todas las generaciones
que
te llaman bienaventurada.
que
nunca se cansa de inclinarse
con
misericordia hacia la humanidad,
afligida
por el mal y herida por el pecado,
para
curarla y salvarla…
Custodia
nuestra vida entre tus brazos:
bendice
y refuerza todo deseo de bien;
reaviva
y alimenta la fe;
sostén
e ilumina la esperanza;
suscita
y anima la caridad;
guíanos
a todos nosotros por el camino de la santidad.
Enséñanos
tu mismo amor de predilección
por
los pequeños y los pobres,
por
los excluidos y los que sufren,
por
los pecadores y los extraviados de corazón:
congrega
a todos bajo tu protección
y
entrégalos a todos a tu dilecto Hijo,
el
Señor nuestro Jesús. Amén.
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