Del Santo Evangelio según
san Lucas 1, 39-45
En aquellos días, se
levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de
Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó
Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena
de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las
mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi
Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó
de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas
que le fueron dichas de parte del Señor!
Oración
«Dichosa tú, que has
creído». María fue llamada dichosa, no por el hecho de ser Madre de Dios, sino
por su fe. Ven, Espíritu Santo, para que esta oración aumente mi fe en el amor
y en el poder de Dios, y sepa entregarme con amor y sin reservas a mi misión.
Meditación
del Papa Francisco
Este episodio nos muestra
ante todo la comunicación como un diálogo que se entrelaza con el lenguaje del
cuerpo. En efecto, la primera respuesta al saludo de María la da el niño
saltando gozosamente en el vientre de Isabel. Exultar por la alegría del
encuentro es, en cierto sentido, el arquetipo y el símbolo de cualquier otra
comunicación que aprendemos incluso antes de venir al mundo. El seno materno
que nos acoge es la primera “escuela” de comunicación, hecha de escucha y de
contacto corpóreo, donde comenzamos a familiarizarnos con el mundo externo en
un ambiente protegido y con el sonido tranquilizador del palpitar del corazón
de la mama?. Este encuentro entre dos seres a la vez tan íntimos, aunque
todavía tan extraños uno de otro, es un encuentro lleno de promesas, es nuestra
primera experiencia de comunicación. Y es una experiencia que nos acomuna a
todos, porque todos nosotros hemos nacido de una madre.
Después de llegar
al mundo, permanecemos en un “seno”, que es la familia. Un seno hecho de
personas diversas en relación; la familia es el “lugar donde se aprende a
convivir en la diferencia”: diferencias de géneros y de generaciones, que
comunican antes que nada porque se acogen mutuamente, porque entre ellos existe
un vínculo. Y cuanto más amplio es el abanico de estas relaciones y más
diversas son las edades, más rico es nuestro ambiente de vida. (Mensaje de S.S. Francisco, 23 de enero de
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