El 16 de julio, festividad
de la Virgen del Carmen, la Iglesia celebra el Día de las gentes del mar. El
departamento de Apostolado del Mar, dentro de la Comisión Episcopal de
Migraciones, ha preparado los materiales para esta jornada que lleva por lema,
“La fe es nuestra fuerza“.
El obispo promotor del
Apostolado del Mar, Luis Quinteiro Fiuza, en su mensaje con motivo de esta
Jornada, le pide a la Virgen del Carmen, advocación marinera por excelencia,
“que la sociedad reconozca los muchos beneficios que nos proporciona la gente
del mar, cuyos sacrificios a veces son invisibles a los ojos de nuestra
sociedad”.
“La
fe es nuestra fuerza”
Sábado,
16 de julio de 2017
Festividad
de la Virgen del Carmen
El Carmelo, cuya hermosura
ensalza la Biblia, ha sido siempre un monte sagrado. En el siglo IX antes de
Cristo, Elías lo convirtió en el refugio de la fidelidad al Dios único y en el
lugar de los encuentros entre el Señor y su pueblo (1R 18,39). En el Carmelo
había de perpetuarse el espíritu y el recuerdo del Profeta «abrasado de celo
por el Dios vivo». Del Carmelo recibirá San Juan de la Cruz la inspiración para
hacer de su Subida, el Monte de la Perfección Evangélica, Monte repleto de paz
y dulzura, de santidad. Durante las Cruzadas, los ermitaños cristianos se
recogieron en las grutas de aquel monte emblemático, hasta que en el siglo
XIII, formaron una familia religiosa, a la que el patriarca Alberto de
Jerusalén dio una regla en 1209, confirmada por el Papa Honorio III en 1226.
Situado en la llanura de Galilea, cerca de Nazaret, donde vivía María
«conservándolo todo en su corazón» y donde asomó la nubecilla, presagio de la
prohibida y deseada lluvia, siempre prometedora de frutos y flores olorosas.
Por eso la Orden del Carmelo desde sus orígenes, se ha puesto bajo el
patrocinio de la Madre de los contemplativos. Es natural que en el siglo XVI,
los dos doctores y reformadores de la Orden, Santa Teresa de Jesús y San Juan
de la Cruz, convirtieran el Monte Carmelo en el signo del camino hacia Dios.
Con la liturgia pidamos al Señor que nos haga llegar, gracias a «la intercesión
de la Virgen María» «hasta Cristo, monte de salvación».
Estrella de los mares
Desde aquellos eremitas que
se establecieron en el monte Carmelo, los Carmelitas se han distinguido por su profunda
devoción a la Santísima Virgen, interpretando la nube que vio el criado de
Elías: "Sube del mar una nubecilla como la palma de la mano" (1Re
18,44), como un símbolo de la Virgen María. Como los antiguos marineros, que
leían las estrellas para marcar su rumbo en el océano, María como estrella del
mar, nos guía por las aguas difíciles del mundo, hacia el puerto seguro que es
Cristo. Cuando Palestina fue invadida por los sarracenos, los Carmelitas
tuvieron que abandonar el Monte Carmelo. Una tarde gozosa, mientras cantaban la
Salve, se les apareció la Virgen y les prometió que sería su Estrella del Mar,
por la analogía de la belleza del Monte Carmelo que se alza como una estrella
junto al mar Mediterráneo, dando cumplimiento a la profecía de Zacarías: "Aquel
día se unirán al Señor muchos pueblos y se harán pueblo mío" (Zacarías
7,14).

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