Hay personas que son el
rostro de una casa, de una institución... en este Obispado lo ha sido durante
más de veinticinco años el de Carmen Fombuena, su conserje. Hablamos con ella
porque acabando este mes de julio se nos jubila, y por eso, además de agradecerle
toda la labor realizada en este tiempo, queremos que nos cuente su historia y
experiencia.
Tras todo este tiempo en
esta santa casa, ¿cómo se afrontan estos últimos días?
Con emoción, por un lado
estoy levantando la casa que ha sido mi hogar durante 27 años y hay muchos
recuerdos y vivencias que vienen a la mente, y por otro me estoy despidiendo ya
de las personas que han formado parte de mi vida, sobre todo de los sacerdotes
que han sido mis compañeros de viaje con los que me he sentido siempre identificada
en su tarea.
Llegaste cuando estaba Don
Antonio Algora, ¿qué tal fueron esos primeros momentos de cambio de casa y de
vida?
Fue fácil, en parte porque
toda la familia nos sentimos acogidos y queridos incluso antes de conocernos.
Mis hijos eran muy pequeños, igual hacían carreras con las bicicletas con D.
Antonio, que escuchaban las historias que les contaban los Vicarios o D. Andrés
Creo que para todos ha sido una experiencia que nos ha marcado.
De Don Antonio Algora a
otro Antonio, el obispo actual Antonio Gómez Cantero, has convivido con cuatro
obispos. ¿Qué me destacarías de ellos y los sacerdotes con los que más trato
has tenido?
Pues es una cosa curiosa,
nunca he visto en ellos “el jefe” sino más bien como si fueran parte de la
familia. Con D.Antonio Algora fueron 13 años y los niños le querían mucho, les
cogió toda la infancia y adolescencia y fué una buena influencia para ellos.
Con D. Carlos y su madre compartimos trabajo y casa, guardo un buen recuerdo de
ellos. D. Antonio nuestro actual Obispo es como si le conociera de toda la
vida, es transparente, sencillo, cariñoso, me admira la creatividad que tiene y
lo claras que parece tener las ideas. De todos he aprendido, también de los
sacerdotes con los que he trabajado en la casa, sinceramente creo que ha sido
un privilegio compartir con ellos estos años. Recuerdo con cariño a todos los
que ya no están con nosotros especialmente a Agustín con el que compartí tantas
tantas cosas tantos años.
Además de trabajar en el
obispado siempre has estado muy presente en la vida diocesana, tanto en el
ámbito de la Acción Católica General como en el parroquial de catequista. ¿Cómo
vas a seguir llevando estas facetas en tu pueblo, Villarquemado?
Pertenecer a un Movimiento
como la A C G significa asumir tareas en primer lugar en la parroquia, también
en el ámbito de lo social, cultural, ya veremos... desde luego tengo claro que
mi misión está dentro de la Iglesia.
Para finalizar darte las
gracias por el gran trabajo de estos años y si quieres añadir algo más a la
entrevista para despedirte de nuestros lectores.
En esta hoja de Iglesia en
Aragón ,antes “Semilla Evangélica”, que todas las semanas ha pasado por mis manos
os digo a todos que tenéis una compañera y una amiga en Villarquemado.
Gracias por todo Carmen.
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