PAPA
FRANCISCO:
LAS
GRANDES COSAS QUE EL SEÑOR HACE EN EL MUNDO CON LOS HUMILDES

En su reflexión ante miles
de personas presentes este mediodía en la Plaza de San Pedro, Francisco resaltó
que “las grandes cosas que el Señor hace en el mundo con los humildes” son
posibles “porque la humildad es como un vacío que deja lugar a Dios”.
“El humilde es potente
porque es humilde, no porque sea fuerte. Esta es la grandeza del humilde”,
aseveró.
Por ello cuestionó a todos
los presentes: “Yo quisiera preguntarles, también a mí. No se responde en voz
alta, cada uno responde en el corazón. ¿Cómo va mi humildad?”
Francisco recordó que el
Evangelio presenta hoy el pasaje de la visitación de la Virgen a su prima
Isabel y subrayó que “el don más grande que María lleva a Isabel –y al mundo
entero– es Jesús” que “ha tomado carne humana para su misión de salvación”.

Cuando llega María,
continuó el Pontífice, “la alegría estalla en los corazones, porque la
presencia invisible pero real de Jesús llena todo de sentido: la vida, la
familia, la salvación del pueblo, ¡Todo!”
“Esta alegría plena se
expresa con la voz de María en la oración estupenda que el Evangelio de Lucas
nos ha transmitido”, llamada Magnificat.
Esta oración, explicó el
Papa, “es un canto de alabanza a Dios que obra cosas grandes a través de las
personas humildes, desconocidas para el mundo, como es la misma María, su
esposo José y el lugar donde viven, Nazaret”.
“El Magnificat canta al
Dios misericordioso y fiel, que cumple su designio de salvación con los
pequeños y los pobres, con los que tienen fe en Él, que se confían en su
Palabra, como María. De allí la exclamación de Isabel: ‘Bendita tú que has
creído’”.
El Pontífice remarcó que en
la casa de Isabel y Zacarías, “la llegada de Jesús a través de María ha creado
no solo un clima de alegría y comunión fraterna, sino también un clima de fe
que lleva a la esperanza, a la oración de alabanza”.
“Todo esto quisiéramos que
suceda también hoy en nuestras casas. Celebrando a María Santísima Asunta al
cielo, queremos que ella, una vez más, lleve a nosotros, a nuestras familias, a
nuestras comunidades, ese don inmenso, esa gracia única que debemos siempre
pedir primero antes que las otras gracias que están en el corazón: ¡La gracia
que es Jesucristo!”
El Santo Padre dijo también
que “portando a Jesús, la Virgen porta también para nosotros una alegría nueva,
llena de significado, nos da una nueva capacidad de atravesar con fe los
momentos más dolorosos y difíciles, nos da la capacidad de misericordia, para
perdonarnos, comprendernos, y sostenernos los unos a los otros”.
“María es modelo de virtud
y de fe. Al contemplarla hoy asunta al Cielo, al cumplimiento final de su
itinerario terreno, le agradecemos porque siempre nos precede en el peregrinaje
de la vida y de la fe. Ella es la primera discípula”.
A ella, concluyó el Papa
Francisco, “le pedimos que nos custodie y nos sostenga, que podamos tener una
fe fuerte, gozosa y misericordiosa, que nos ayude a ser santos, para
encontrarnos con ella, un día en el Paraíso”.
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