
Convicción o determinación
No existe una persona
exitosa en este mundo en cualquier empresa que no haya sido animado por la
firme determinación de alcanzar su meta.
Súper atletas, músicos
exitosos, maestros expertos y escritores nunca alcanzaron la perfección
solamente por un deseo, sino por la firme y tenaz convicción de alcanzar su
meta - ¡pase lo que pase!
Por esa razón, la Doctora
de la oración, Santa Teresa de Ávila dijo:
"Debemos tener una
firme determinación para nunca dejar de orar".
Si realmente creemos desde
las profundidades de nuestros corazones en los tesoros invaluables que fluyen
de la oración, ¡deberíamos fijarnos como meta en esta vida el crecer
constantemente en la oración!
El Espíritu Santo como
maestro
San Pablo dice que nosotros
no sabemos en realidad orar como deberíamos, pero que es el Espíritu Santo que
intercede por nosotros como Maestro Interior.
Con María, los Apóstoles
pasaron nueve días y noches orando y haciendo ayuno y se vieron empapados del
poder que viene de lo alto – el Espíritu Santo.
Antes de iniciar cualquier
período de oración formal, ¿por qué no invocar a la Persona del Espíritu Santo
para ayudarte en tus debilidades?
Durante el transcurso de tu
tiempo de oración, ¿por qué no pedir la presencia del Espíritu Santo para
iluminar tu mente y encender tu corazón? Él está más cerca de lo que tú estás
consciente. Si estás en estado de gracia, Él habita en tu corazón.
Tiempo, lugar, voluntad y
silencio
Como en cualquier arte,
nosotros aprendemos con la práctica. ¡Esto también aplica a la oración!
Para aprender a orar
debemos tener un tiempo fijo, un buen lugar, voluntad de nuestra parte y
silencio. El dicho es tan cierto para los deportes como para la oración:
"La práctica hace la
perfección".
Hacer penitencias
Puede suceder que nuestra
oración se vuelve insípida, aburrida, sin vida, anémica y estancada por muchas
razones. Una posible razón puede ser una vida de sensualidad, indulgencia,
glotonería y simplemente vivir más de acuerdo a la carne que al espíritu. Como
San Pablo nos recuerda, la carne y el espíritu se oponen mutuamente.
Jesús pasó cuarenta días y
cuarenta noches orando y haciendo ayuno. Los apóstoles pasaron nueve días y
nueve noches orando y haciendo ayuno.
Uno no puede alcanzar una
vida mística seria guiada por el espíritu, si no ha pasado por la vida ascética
que implica negarse a sí mismo, mortificación y penitencia.
Un ave necesita dos alas
para volar; de igual manera los seguidores de Cristo. Para volar alto en la
vida mística las dos alas necesarias son la oración y la penitencia.
Si no tienes experiencia en
la vida penitencial, consulta a un buen director espiritual y ¡comienza con
pequeños actos de penitencia para acumular la fuerza de voluntad necesaria para
los actos más heroicos de penitencia!
Si nunca antes has corrido,
¡comienza con una calle y continúa hasta alcanzar un kilómetro!
Oración y acción
Santa Teresa de Ávila
indica que el auténtico crecimiento en la oración se comprueba con el
crecimiento en la santidad y esto significa por medio de la práctica de la
virtud.
Jesús dijo que por medio de
los frutos conoceremos al árbol. De igual manera, una auténtica vida de oración
florece en la práctica de virtudes: fe, esperanza, caridad, puridad,
amabilidad, servicio, humildad y un constante amor por el prójimo y la
salvación de su alma inmortal.
Nuestra Señora es un modelo
en todo momento, pero especialmente en la conexión íntima entre la
contemplación y la acción. En la Anunciación, admiramos a María absorta en
oración; luego en el siguiente misterio (la Visitación) ella sigue la
inspiración del Espíritu Santo de servir a su prima en una misión de amor. En
verdad podemos llamar a María “Contemplativa en acción”.
El estudio: leer en la
oración
Santa Teresa de Ávila no
permitía, en el convento de las Carmelitas, mujeres que no pudieran leer. ¿Por
qué? La sencilla razón era que ella sabía lo mucho que uno puede aprender sobre
diversos temas, pero especialmente sobre la oración a través de una sólida
lectura espiritual.
¡Encuentra buena literatura
sobre la oración y lee! ¡Cuántas ideas de gran utilidad nacen a través de una
buena lectura espiritual!
Una sugerencia: lee Parte
Cuatro del Catecismo de la Iglesia Católica. ¡Ésta es una obra maestra
espiritual sobre la oración!
Confesión y oración
A veces, la oración puede
resultar extremadamente difícil debido a una consciencia sucia. Jesús dijo:
"Felices los de
corazón limpio, porque verán a Dios". (Mt, 5,8)
Luego de una buena confesión,
en la que la Preciosa Sangre de Jesús lava nuestras almas y limpia nuestras
consciencias, el ojo interior del alma puede ver y contemplar la cara de Dios
con mayor claridad.
Nuestra Señora y la oración
Como hemos mencionado, es
de mucha importancia el Espíritu Santo como nuestro Maestro Interior, y de
igual manera deberíamos rogar a María que ore por nosotros y con nosotros cada
vez que dedicamos tiempo y esfuerzo a la oración. Ella nunca nos fallará.
Como Jesús convirtió el
agua en vino en Caná a través de la intercesión de María, así ella puede
ayudarnos a convertir nuestra oración insípida y sin sabor en una dulce
devoción. ¡María nunca te fallará! ¡Llámala!
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