Catequesis de Juan Pablo II
(6-XI-96)
1. María, inspirándose en
la tradición del Antiguo Testamento, celebra con el cántico del Magníficat las
maravillas que Dios realizó en ella. Ese cántico es la respuesta de la Virgen
al misterio de la Anunciación: el ángel la había invitado a alegrarse; ahora
María expresa el jubilo de su espíritu en Dios, su salvador. Su alegría nace de
haber experimentado personalmente la mirada benévola que Dios le dirigió a
ella, criatura pobre y sin influjo en la historia.
Con la expresión
Magníficat, versión latina de una palabra griega que tenía el mismo
significado, se celebra la grandeza de Dios, que con el anuncio del ángel
revela su omnipotencia, superando las expectativas y las esperanzas del pueblo
de la alianza e incluso los más nobles deseos del alma humana.
Frente al Señor, potente y
misericordioso, María manifiesta el sentimiento de su pequeñez: "Proclama
mi alma la grandeza del Señor; se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava" (Lc 1,46-48).
Probablemente, el término griego tapeinosis está tomado del cántico de Ana, la
madre de Samuel. Con él se señalan la "humillación" y la "miseria"
de una mujer estéril (cf. 1 S 1,11), que encomienda su pena al Señor. Con una
expresión semejante, María presenta su situación de pobreza y la conciencia de
su pequeñez ante Dios que, con decisión gratuita, puso su mirada en ella, joven
humilde de Nazaret, llamándola a convertirse en la madre del Mesías.
2. Las palabras "desde
ahora me felicitarán todas las generaciones" (Lc 1,48), toman como punto
de partida la felicitación de Isabel, que fue la primera en proclamar a María
"dichosa" (Lc 1,45). El cántico, con cierta audacia, predice que esa
proclamación se irá extendiendo y ampliando con un dinamismo incontenible. Al
mismo tiempo, testimonia la veneración especial que la comunidad cristiana ha
sentido hacia la Madre de Jesús desde el siglo I. El Magníficat constituye la
primicia de las diversas expresiones de culto, transmitidas de generación en
generación, con las que la Iglesia manifiesta su amor a la Virgen de Nazaret.
3. "El Poderoso ha
hecho obras grandes por mí; su nombre es santo y su misericordia llega a sus
fieles de generación en generación" (Lc 1,49-50).
¿Qué son esas "obras
grandes" realizadas en María por el Poderoso? La expresión aparece en el
Antiguo Testamento para indicar la liberación del pueblo de Israel de Egipto o
de Babilonia. En el Magníficat se refiere al acontecimiento misterioso de la
concepción virginal de Jesús, acaecido en Nazaret después del anuncio del
ángel.
En el Magníficat, cántico
verdaderamente teológico porque revela la experiencia del rostro de Dios hecha
por María, Dios no sólo es el Poderoso, pare el que nada es imposible, como
había declarado Gabriel (cf. Lc 1,37), sino también el Misericordioso, capaz de
ternura y fidelidad para con todo ser humano.
4. "Él hace proezas
con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón; derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a
los ricos los despide vacíos" (Lc 1,51-53).
Con su lectura sapiencial
de la historia, María nos lleva a descubrir los criterios de la misteriosa
acción de Dios. El Señor, trastrocando los juicios del mundo, viene en auxilio
de los pobres y los pequeños, en perjuicio de los ricos y los poderosos, y, de
modo sorprendente, colma de bienes a los humildes, que le encomiendan su
existencia (cf. Redemptoris Mater, 37).
Estas palabras del cántico,
a la vez que nos muestran en María un modelo concreto y sublime, nos ayudan a
comprender que lo que atrae la benevolencia de Dios es sobre todo la humildad
del corazón.
5. Por ultimo, el cántico
exalta el cumplimiento de las promesas y la fidelidad de Dios hacia el pueblo
elegido: "Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia
por siempre" (Lc 1,54-55).
María, colmada de dones
divinos, no se detiene a contemplar solamente su caso personal, sino que
comprende que esos dones son una manifestación de la misericordia de Dios hacia
todo su pueblo. En ella Dios cumple sus promesas con una fidelidad y
generosidad sobreabundantes.
El Magníficat, inspirado en
el Antiguo Testamento y en la espiritualidad de la hija de Sión, supera los
textos proféticos que están en su origen, revelando en la "llena de
gracia" el inicio de una intervención divina que va mas allá de las
esperanzas mesiánicas de Israel: el misterio santo de la Encarnación del Verbo.
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