Felices quienes siguen
confiando, a pesar de las muchas circunstancias adversas de la vida.
Felices quienes tratan de
allanar todos los senderos: odios, marginaciones, discordias, enfrentamientos,
injusticias.
Felices quienes bajan de
sus cielos particulares para ofrecer esperanza y anticipar el futuro, con una
sonrisa en los labios y con mucha ternura en el corazón.
Felices quienes aguardan,
contemplan, escuchan, están pendientes de recibir una señal, y cuando llega el
momento decisivo, dicen: sí, quiero, adelante, sea, en marcha…
Felices quienes denuncian y
anuncian con su propia vida y no sólo con meras palabras.
Felices quienes rellenan
los baches, abren caminos, abajan las cimas, para que la existencia sea para
todos más humana.
Felices quienes acarician
la rosa, acercan la primavera, regalan su amistad y reparten ilusión a manos
llenas con su ejemplo y sus obras.
Felices quienes cantan al
levantarse, quienes proclaman que siempre hay un camino abierto a la esperanza,
diciendo: “No tengáis miedo, estad alegres. Dios es como una madre, como un
padre bueno que no castiga nunca, sino que nos acompaña y nos alienta, pues
únicamente desea nuestra alegría y nuestra felicidad”.
MIGUEL ÁNGEL MESA. ECLESALIA, 04/12/09
No hay comentarios:
Publicar un comentario