El nacimiento de esta
parábola la debemos situar, probablemente, en el debate de Jesús con sus
adversarios que le echan en cara que acoja a los que no eran considerados del
pueblo de Dios - la "viña"-. Para Jesús, que hasta ahora hayan estado
fuera no quita que no puedan empezar a ser miembros de pleno derecho como los
demás. El plan de Dios, que llama a todo el mundo, se tiene que cumplir.
La imagen de "la
viña" ya era frecuente en el Antiguo Testamento para hablar de Israel como
el pueblo de Dios (Is 5,1- 7; Jr 2,21; Ez 17,6-10; 19,10-14).
Los profetas la usan para
denunciar infidelidades de los israelitas, concretamente las de los
responsables. Jesús, por tanto, en este contexto polémico, se sitúa en la misma
línea de los profetas.
En la época y el país de
Jesús (como en otras épocas y países), los trabajadores eventuales se esperaban
cada mañana en la plaza hasta que alguien que tenía trabajo por ofrecer venía a
contratarlos.
Lo que no era normal era
que los amos saliesen a contratar en las últimas horas del día, ni que hubiera
nadie que esperara. Por tanto, Jesús hace una exageración intencionada por tal
de dar el mensaje que pretende.
"Un denario",
moneda romana, era el jornal de un trabajador del campo.
Es evidente que la
parábola no se puede leer en clave de justicia laboral ya que, por más que el
amo cumple con el contrato, "un denario", y, por tanto, no comete
"ninguna injusticia", hay un agravio comparativo que provocaría que a
la mañana siguiente todos fueran a la plaza "al caer la tarde".
La clave es otra: los
dones de Dios no depende del trabajo en de los méritos de nadie. Su generosidad no depende de nosotros y va mucho más
allá de las categorías humanas de retribución. Su amor es gratuito. Nadie es
capaz de merecerlo.
La parábola es, también,
una invitación a no sentir envidia ante la generosidad de Dios. Él ha llamado a
todo el mundo a su Reino. También a los paganos. Los " primeros" en haber
escuchado la llamada, los judíos, no tendrán ningún privilegio especial como no
sea el de haber disfrutado de la llamada y de la pertenencia al pueblo a pesar
del "peso del día y el bochorno" -es decir, haberlo "dejado todo",
como se dice en Mt 19,27-29; Marcos añadirá, a lo de "cien veces más",
las persecuciones (Mc 10,30)-. Si no disfrutan esto, este "denario"
que ya tienen, puede ser que ellos mismos se excluyan, que pasen a ser
"los últimos".
En todo caso, teniendo en
cuenta el capítulo 19, esta parábola es una invitación a vivir entre los
últimos: los niños y los que son como ellos (Mt 19,14), o los pobres (Mt
19,21), a los que hay que dar todos los bienes, que es como decir que hay que
darse a ellos.
“El Evangelio en medio de la vida”
(Domingos y fiestas del Ciclo-A)
Josep María Romaguera
Colección Emaús
Centro de Pastoral Litúrgica
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