La Escritura y la fe de la Iglesia proclaman la existència de los ángeles, que forman parte de la creación invisible de Dios.
Creados para su gloria y para convertirse en servidores de la primera y la segunda Alianzas.
Cada vez que celebramos la Eucaristía, el cielo se hace presente en la tierra, tal y como reza el protocolo final del Prefacio: "La multitud de los ángeles celebra tu majestad; a ellos nos unimos en gozosa adoración cantando a una sola voz tu alabanza, "una sola voce dicentes".
Además, la figura del Ángel Custodio es signo de la providencia de Dios Padre para con cada uno de los bautizados.
Son aquellos ángeles que, según el Evangelio, "ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18,10) y de quienes san Alberto Magno predicaba: "Con estas palabras, Cristo nos dice algo así: Estad atentos, tened cuidado de no despreciar a los hombres simples, pobres o débiles. Para mí, son muy queridos, hasta tal punto que, para evitar que les hagan daño, pongo a su servicio a mis Ángeles".
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