PÁGINA PRINCIPAL

sábado, 28 de junio de 2025

SAGRADO CORAZÓN DE MARÍA


 

La devoción del Corazón de la Bienaventurada Virgen María procede de san Juan Eudes y fue propagada con  la teología mariana de san Luís María Grignion de Montfort.

San Antonio María Claret fue también un gran impulsor de la devoción  al Corazón de María, y en nuestros días, el Papa san  Juan Pablo II escogió las palabras "Totus tuus" como lema episcopal.

Sabemos que estas palabras pertenecen a la consagración   al Corazón de María: "Todo tuyo soy, y todo lo mío es tuyo. En todo lo mío te acojo. Dame tu corazón, María".

La fiesta litúrgica, que se celebraba antes de la reforma litúrgica el día 22 de agosto, el Misal de 1969 la trasladó al sábado    después de la solemnidad del Corazón de      Jesús con rango de memoria obligatoria.

El corazón de María es el corazón más íntimo de la Iglesia, allí donde ella ama a su Señor y vive de su amor.

El término "corazón" en la Biblia significa "el lugar de la memoria", afectiva: el corazón de María es el primer archivo de la Iglesia (Lc 2, 19. 51).

Un corazón traspasado por la   Palabra crucificada del Señor (Lc 2, 35).

Los elementos propios de la memoria y el Evangelio lo manifiestan.

Consagrarse   al Corazón de María es entregar la vida en disponibilidad total al amor primero   de Cristo.

 

Misa: Lam 2, 2. 10-14. 18-19; Sal 73, 1b-2. 3-4. 5-7. 20-21; Lc 2, 41-51

"Su madre conservaba estas cosas en su     corazón".

El texto del Evangelio de la Infancia de Jesús se ha elegido porque   hay una referencia al  Corazón de María.

El corazón, según la antropología bíblica, es el centro de la persona, donde confluyen la memoria, el amor y la inteligencia.

Todo lo referente al Hijo eran conservadas y meditadas: aquello que amamos de   verdad nunca se olvida, queda en la memoria del corazón como gozo o dolor.

El   corazón de la Madre retenía, como una   gavilla, aún sin comprender, lo pertinente a su Hijo, sabiendo ella misma que era un misterio que la trascendía.

Era un corazón   habitado por el amor del Hijo.

Hay   que distinguir en María el amor que ella     tenía antes que Jesús naciera, del amor   maternal que acompañó al Hijo ya desde    los silencios de Nazaret, cuando se fue a cumplir su misión con obediencia y hasta   la muerte en Cruz.

También está el amor   que tuvo al Señor glorificado y a todo lo   que pertenece al Señor de la gloria.

Ella  ama al Señor y todo lo que es del Señor:  la Iglesia, nosotros.

El Señor le dio un Corazón de madre para todos los creyentes, representados en el  Discípulo amado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario