En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
¡La paz sea contigo!EL
¡Buenos días y bienvenidos a todos!
Saludo al Abad Primado, al Rector del Ateneo de San Anselmo, al Presidente del Pontificio Instituto Litúrgico, a los profesores y a todos los participantes del curso de actualización para responsables diocesanos de pastoral litúrgica. Me complace darles la bienvenida al inicio de su formación.
El programa de formación en el que participas corresponde a la doble misión del Pontificio Instituto Litúrgico. Tal como lo anhelaba el Santo Padre Benedicto XVI , continúa con vigor su servicio a la Iglesia, en plena fidelidad a la tradición litúrgica y a la reforma deseada por el Concilio Vaticano II , según los principios rectores de Sacrosanctum Concilium y las declaraciones del Magisterio (véase el Discurso a los participantes en la conferencia promovida por el Pontificio Ateneo de San Anselmo , 6 de mayo de 2011). Por otro lado, iniciativas como esta dan cumplimiento a las tareas formativas establecidas en la Constitución Apostólica Veritatis gaudium , como la de formar ministros y fieles para prepararlos para su servicio en la pastoral y la liturgia.
Me parece que el Papa Francisco también extiende una cordial invitación a su Instituto , como recomendó en su Carta Apostólica Desiderio desideravi : «Es necesario encontrar vías de formación como estudio de la liturgia: partiendo del movimiento litúrgico, se ha hecho mucho en este sentido, con valiosas contribuciones de numerosos estudiosos e instituciones académicas. Sin embargo, es necesario difundir este conocimiento fuera del ámbito académico, de manera accesible, para que todo creyente pueda crecer en el conocimiento del significado teológico de la liturgia […] así como del desarrollo de la celebración cristiana» ( n. 35 ).
En efecto, esta formación es necesaria en diócesis y parroquias, y es importante, donde falte, iniciar cursos bíblicos y litúrgicos. El Pontificio Instituto Litúrgico podría ofrecer estos cursos para ayudar a las Iglesias y comunidades parroquiales a formarse en la Palabra de Dios, explicando los textos del Leccionario diario y festivo, y también para continuar una iniciación cristiana y litúrgica que ayude a los fieles a comprender, mediante ritos, oraciones y signos sensibles, el misterio de la fe que se celebra (cf. Constitución Sacrosanctum Concilium , 48).
En cuanto a la formación bíblica y litúrgica, exhorto a los responsables de las pastorales litúrgicas a que presten especial atención a quienes proclaman la Palabra de Dios. Asegúrense de que los lectores instituidos y quienes leen regularmente las Sagradas Escrituras durante las celebraciones reciban una preparación exhaustiva. El conocimiento bíblico básico, la dicción clara, la capacidad de cantar el salmo responsorial y de componer las oraciones de los fieles por la comunidad son aspectos importantes que implementan la reforma litúrgica y fomentan el crecimiento del Pueblo de Dios.
Sabemos bien que la formación litúrgica es uno de los temas clave de todo el camino conciliar y postconciliar. Se ha avanzado mucho, pero aún queda un largo camino por recorrer. No desfallecemos: retomamos con entusiasmo las buenas iniciativas inspiradas por la reforma y, al mismo tiempo, buscamos nuevos caminos y métodos.
La Oficina de Pastoral Litúrgica es responsable en cada diócesis de la formación litúrgica permanente del clero y los fieles, la preparación para los ministerios y el cuidado de los grupos litúrgicos parroquiales, monaguillos, lectores y cantores. Busca fomentar la participación fructífera del Pueblo de Dios, así como una liturgia digna, atenta a las diversas sensibilidades y sobria en su solemnidad.
Entre los aspectos relacionados con su servicio como directores, quisiera destacar la promoción de la Liturgia de las Horas, su interés por la piedad popular y su atención a la dimensión festiva en la construcción de nuevas iglesias y la adaptación de las existentes. Estos son temas que abordarán durante el Curso y con los que lidian a diario.
Muchas parroquias cuentan con grupos litúrgicos que deben trabajar en sinergia con la comisión diocesana. La experiencia de un grupo, incluso uno pequeño pero motivado, encargado de preparar la liturgia, es expresión de una comunidad que nutre sus celebraciones, las prepara y las vive plenamente, en acuerdo con el párroco. Esto evita delegarle todo y dejar solo a unos pocos responsables de cantar, proclamar la Palabra y decorar la iglesia. Lamentablemente, con el tiempo, algunos de estos grupos se han reducido hasta desaparecer, casi como si hubieran perdido su identidad; por lo tanto, es necesario esforzarse por revitalizar esta área de la vida parroquial, de manera que atraiga a personas competentes o, al menos, con vocación para este tipo de servicio.
Como directores designados por los obispos, podrían proponer programas de capacitación a sus compañeros párrocos para crear o consolidar grupos litúrgicos en la parroquia, capacitando a sus miembros y ofreciendo sugerencias para sus actividades. Los talleres del curso les ayudarán a identificar y experimentar con métodos adecuados, que luego podrán implementar en sus respectivas iglesias. Su creatividad pastoral les permitirá determinar los enfoques más apropiados.
Queridos hermanos, al iniciar este camino formativo, espero que su visita a Roma durante el Año Jubilar, además de brindarles herramientas para profundizar su comprensión, revitalice sus energías espirituales, para que al regresar a sus parroquias puedan continuar su labor pastoral al servicio de la liturgia con renovado vigor. Este es mi deseo, y les envío mis más sinceras bendiciones. Gracias.
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