Los
jóvenes turolenses hemos regresado de la JMJ de Polonia. Han sido unos días de
cansancio, de superación, de sentimientos diversos, pero sobre todo de
encuentro. De encuentro con las personas: con familias que nos han acogido bajo
un lema, el de Juan Pablo II: “cuando acoges a un peregrino acoges al mismo
Cristo en tu casa”. Encuentro con miles de jóvenes por un mismo sentir: nuestra
fe en Dios. No importaba el idioma que hablásemos o las distintas costumbres
que tuviéramos, al igual que sucediera en Pentecostés, la fuerza del Espíritu
hizo que todos nos entendiéramos pues hablábamos una misma lengua, la del Amor.
Encuentro con el amigo, ese compañero del grupo de Aragón al que hemos podido
acercarnos, hablar y compartir.
Y,
sobre todo, el encuentro con Dios. Cada uno hemos tenido ese encuentro en
distintas momentos: en ese gesto de una persona, en esa Eucaristía, en ese
mensaje del Papa, en esa catequesis de formación, en esa visita a lugares
emblemáticos (Muro de Berlín, Auschwitz, Campus de la Misericordia…), en esa
oración o en esa adoración… no importa el cuándo ni el cómo, pero Dios ha
tocado nuestro corazón, el de cada uno de nosotros, porque cuando tú pones tu
ser en sus manos Él sabe lo que tiene que hacer.
Hemos
sido miles de jóvenes los que hemos dado un testimonio al mundo entero: no
tenemos miedo, nuestra confianza en Dios en inmensa y nuestra fe es nuestra
fuerza. Y los jóvenes de Teruel hemos formado parte de ese testimonio.
Esperamos que el mundo quiera escucharlo.
Y
ahora llega el momento de la verdad. Volvemos a casa, a nuestro querido Teruel,
y es aquí donde cada uno de nosotros, en cada rincón de nuestra existencia,
debemos dar el testimonio personal. ¿Qué me ha pedido Dios en esta JMJ? ¡Pues a
por ello!
Queremos
daros las gracias a todos los que desde aquí habéis rezado por nosotros, como
veis ha sido fructífero. Entre todos vamos a hacer que nuestra ciudad forme
parte de un mundo mejor.
Delegación
de Pastoral Juvenil
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