Este
jueves el Papa Francisco visitó el Monasterio de Jasna Góra, donde tuvo un
momento de oración frente a la Virgen de Cezstochowa, Patrona de Polonia, a
quien le regaló una «rosa de oro».
El
Santo Padre llegó al santuario después de una visita privada al Convento de las
Hermanas de la Presentación.
Este
regalo especial es una obra de los Hermanos Sabios y consiste en una base de
mármol rosado sobre el cual está un vaso hecho de plata. De este emergen los
ramos con tres rosas y sus hojas hechas de oro.
Antes
de ingresar para rezar en la Capilla de la Virgen Negra – como también se
conoce a Nuestra Señora de Cezstochowa - el Pontífice fue recibido por el
superior general de la orden de los monjes de San Pablo, P. Arnoldo
Chrapkowski.
En
su discurso de bienvenida, el sacerdote polaco destacó la importancia del
santuario de Jasna Góra en la identidad del país y donde seis veces estuvo San
Juan Pablo II, así como Benedicto XVI en 2006.
«Muchos
de nuestros hermanos de Polonia y de casi todo el mundo encuentran acá el
camino de retorno a los brazos del Padre misericordioso. Es aquí que, bajo la
mirada materna de María, recibimos una nueva vida y nuevas fuerzas para
levantarnos de la fragilidad humana, hacia la plenitud a la cual estamos
llamados», afirmó. Además, recordó que desde los tiempos del Santo Padre Juan
XXIII se reza todos los días por el Sucesor de Pedro.
Por
su parte, el Pontífice terminó su visita rezando con las autoridades y fieles
presentes el Ave María. Luego de esto, el Papa presidirá una multitudinaria
Misa a las afueras del santuario por el 1050 aniversario del Bautismo de
Polonia.
El
Santuario
Jasna
Gora es el santuario más conocido de Polonia y el destino de numerosas
peregrinaciones. En 2015 recibió a unos 3.700.000 de peregrinos, de los cuales
144.000 fueron estudiantes que acababan de terminar la secundaria y 122.000
llegaron a pie.
Su
importancia en la vida del país fue destacada en 1997 por San Juan Pablo II.
«Jasna Góra es el santuario de la nación, su confesionario y su altar. Es el
lugar de la transformación espiritual, de la conversión y de la renovación de
la vida de los polacos», dijo durante su visita el Papa polaco.
Desde
el siglo XIV acoge el ícono de la Virgen María con el Niño, más conocido como
Nuestra Señora de Czestochowa o Virgen Negra debido a su tez oscura. Esto se
debe a que el rostro de la Virgen recibió en varias ocasiones el paso de un
barniz de color marrón.
Según
la leyenda, la imagen fue pintada por San Lucas Evangelista sobre las tablas de
la mesa que usaba la Sagrada Familia. Sin embargo, hoy los científicos se
inclinan a aceptar una de las dos teorías del origen de la imagen.
La
primera señala que la imagen fue hecha en Bizancio entre el siglo VI y VII o en
Rus en el siglo IX. Mientras la segunda indica que fue pintada entre el siglo
XIII y XIV en Italia.
Una
característica de esta imagen son las dos líneas paralelas sobre la mejilla de
la Virgen. Estas cicatrices son un remanente del saqueo que sufrió Jasna Gora
en 1430, y que fueron descubiertas durante una restauración en 1434.
La
capilla de la imagen milagrosa debe su nombre al ícono de la Virgen de
Czestochowa que se encuentra en el altar. Durante la semana se celebran en este
lugar hasta ocho misas diarias y 11 los domingos o días de fiesta y
solemnidades. Además es lugar de muchas confesiones y conversiones
EN
EL SALUDO DE LA NOCHE, EL PAPA RECUERDA TRES PALABRAS:
PERMISO,
GRACIAS, PERDÓN
También
este jueves por la noche el santo padre Francisco saludó desde la ventana del
arzobispado de Cracovia a los fieles allí reunidos, siguiendo con una tradición
nacida con san Juan Pablo II. El encuentro de esta noche estaba dedicado a los
novios y recién casados.
El
Santo Padre, hablando en español, saludó a los recién casados y les felicitó
por el coraje, porque «no es fácil formar una familia», como no lo es
«comprometer la vida para siempre». Por ello les recordó las tres palabras que
son importantes en la convivencia familiar: «permiso, gracias, perdón» e invitó
a repetirlas en voz alta junto a él.
Y el
segundo consejo fue: aunque hayan «volado los platos» nunca terminar el día sin
hacer la paz. Porque la «guerra fría» al día siguiente es muy peligrosa. Y
señaló que para hacer la paz basta un gesto. Para concluir invitó a rezar un
Ave María, cada uno en su idioma, por los que se van a casar y por los que ya
lo están.
Texto
completo.
«Me
dicen que hay muchos de ustedes que entienden el castellano. Así que voy a
hablar en castellano. También me dicen que hoy hay un buen grupo acá, en esta
plaza, de recién casados y jóvenes esposos. Yo, cuando encuentro a uno que se
casa, a un joven que se casa, a una chica que se casa, les digo: “¡Estos son
los que tienen coraje!” Porque no es fácil formar una familia. No es fácil
comprometer la vida para siempre. Hay que tener coraje. Y los felicito, porque
ustedes tienen coraje.
A
veces me preguntan cómo hacer para que la familia vaya siempre adelante y
supere las dificultades. Yo les sugiero que practiquen siempre tres palabras,
tres palabras que expresan tres actitudes [ahí están llegando nuevos recién
casados] Tres palabras que los pueden ayudar a vivir la vida de matrimonio,
porque en la vida de matrimonio hay dificultades: el matrimonio es algo tan
lindo tan hermoso, que tenemos que cuidarlo, porque es para siempre.
Y
las tres palabras son “permiso, gracias, perdón”. Permiso. Permiso: siempre
preguntar al cónyuge (la mujer al marido, el marido a la mujer) “¿qué te
parece?¿te parece que hagamos esto? Nunca atropellar. Permiso.
La
segunda palabra: ser agradecidos. Cuántas veces el marido le tiene que decir a
la mujer “gracias”. Y cuántas veces la esposa le tiene que decir al marido
“gracias”. Agradecerse mutuamente. Porque el sacramento del matrimonio se lo
confieren los esposos, el uno al otro. Y esta relación sacramental se mantiene
con este sentimiento de gratitud. “Gracias”.
Y la
tercera palabra es “perdón”, que es una palabra muy difícil de pronunciar. En
el matrimonio, siempre –o el marido o la mujer– siempre tiene alguna
equivocación. Saber reconocerla y pedir disculpas, pedir perdón, hace mucho
bien.
Hay
jóvenes familias, recién casados, muchos de ustedes están recién casados, otros
están por casarse. Recuerden estas tres palabras, que ayudarán tanto a la vida
matrimonial: permiso, gracias, perdón. Repitámoslas juntos: permiso, gracias,
perdón. ¡Más fuerte, todos! Permiso (bis), gracias (bis), perdón (bis).
Bueno,
todo esto es muy lindo, es muy lindo decirlo en la vida matrimonial. Pero
siempre hay en la vida matrimonial problemas o discusiones. Es habitual y
sucede que el esposo o la esposa discutan, alcen la voz, se peleen. Y a veces
vuelen los platos. Pero no se asusten cuando sucede esto. Les doy un consejo:
nunca terminen el día sin hacer la paz.
¿Y
saben por qué? Porque la guerra fría al día siguiente es muy peligrosa. ¿Y cómo
tengo que hacer, padre, para hacer la paz?, puede preguntar alguno de ustedes.
No hacen falta discursos. Basta un gesto. Y se acabó. Está hecha la paz. Cuando
hay amor, un gesto arregla todo.
Los
invito antes de recibir la bendición a rezar por todas las familias aquí
presentes: por los recién casados, por los que están casados desde hace tiempo
y por los que se van a casar.
Recemos
juntos un avemaría, cada uno en su lengua».
EL
PAPA FRANCISCO REZA FRENTE AL
«MURO
DE LA MUERTE» EN AUSCHWITZ
El
Papa Francisco visitó esta mañana el campo de concentración nazi Auschwitz, se
encontró con 11 sobrevivientes y rezó ante el «muro de la muerte», uno de los
lugares más simbólicos del complejo carcelario y de torturas que cobró la vida
de más de 1 millón de personas.
En
el tercer día de su visita a Polonia, el Santo Padre ingresó a Auschwitz a pie,
cruzando la puerta conocida como El trabajo te hace libre, que es el texto que
los nazis colocaron sobre el umbral del acceso al campo de concentración.
Minutos
después de realizar una a bordo de un pequeño vehículo, al sector en el que se
encontraba el muro, que servía como sitio de ejecución de los prisioneros, con
un disparo en la nuca.
Los
cuerpos de estas víctimas eran luego enviados a los hornos crematorios.
En
el otoño de 1943, cuando las ejecuciones fueron trasladadas al vecino campo de
Birkenau, la pared fue desmantelada. Sin embargo, en 1946 fue reconstruida por
un grupo de sobrevivientes de Auschwitz y miembros del futuro Sitio de la
Memoria.
En
ese sector, el Santo Padre se encontró con 11 sobrevivientes del campo de
concentración, que lo saludaron, compartieron sus testimonios y recibieron su
bendición.
Frente
al muro de ejecuciones nazi, el Papa prendió un cirio en una lámpara de bronce
pulido que regaló al Museo de Auschwitz. A continuación realizó una oración y,
acercándose, tocó brevemente la pared.
EL
SANTO PADRE VISITA «CELDA DEL HAMBRE»
DONDE
MURIÓ SAN MAXIMILIANO KOLBEÇ
Durante
su visita al campo de concentración nazi de Auschwitz, en el tercer día de su
viaje apostólico a Polonia, el Papa Francisco conoció la «celda del hambre»
donde fue encerrado San Maximiliano Kolbe hasta el día de su muerte, el 14 de
agosto de 1941.
En
oscuro recinto, en cuyas paredes hay una placa recordatoria y un grabado de las
víctimas con tres cirios al centro, el Santo Padre se sentó y oró solo y en
silencio por cerca de seis minutos.
San
Maximiliano Kolbe, nacido en el poblado polaco de Zdunska Wola, fue un
sacerdote franciscano conventual. Invadida Polonia por los alemanes durante la
II Guerra Mundial, él fue uno de los pocos que no abandonó el monasterio,
convirtiéndolo en refugio de 3.000 refugiados polacos, entre ellos 2.000
judíos.
El
sacerdote se negó además a firmar la Deutsche Volksliste («Lista de alemanes»),
que le hubiera reconocido derechos de ciudadano alemán, debido a sus ancestros
germanos.
Los
nazis cerraron el monasterio el 17 de febrero de 1941 y la Gestapo, la policía
secreta alemana, llevó arrestados a San Maximiliano y a cuatro más. El 28 de
mayo de ese año, el P. Kolbe fue transferido a Auschwitz.
En
el campo de concentración, San Maximiliano continuó realizando su ministerio
sacerdotal, a pesar del acoso y el maltrato de sus carceleros.
A
finales de julio de ese año, tres prisioneros escaparon del campo de
concentración. Para fomentar el temor entre los demás reos, los nazis
decidieron encerrar hasta la muerte en la «celda del hambre» –conocida también
como el «búnker» – a diez personas.
San
Maximiliano Kolbe se ofreció voluntariamente a tomar el lugar de uno de los
condenados, Franciszek Gajowniczek, un sargento y padre de familia polaco.
En
esa celda, el sacerdote siguió alentando en la fe a sus compañeros, con
oraciones y cantos, por lo que un testigo que trabajaba como conserje, relató
que «tenía la impresión de que estaba en una iglesia».
Tras
dos semanas, solo San Maximiliano seguía con vida. Necesitando la celda para
otros reos, los nazis decidieron acabar con la vida del sacerdote inyectándole
ácido carbólico en la vena.
La
Iglesia reconoció el martirio de San Maximiliano Kolbe, y fue beatificado en
1971, por Pablo VI, y canonizado en 1982, por San Juan Pablo II.
PAPA
FRANCISCO A LOS VOLUNTARIOS DE LA JMJ:
«CON
MEMORIA Y CORAJE, USTEDES SON LA ESPERANZA DEL FUTURO»
«Antes
de regresar a Roma, siento el deseo de encontrarlos y, sobre todo, de dar las
gracias a cada uno de ustedes por el esfuerzo, la generosidad y la dedicación
con la que han acompañado, ayudado y servido a los miles de jóvenes
peregrinos». Gracias, también, «por su testimonio de fe que, unido al de los
muchísimos jóvenes de todo el mundo, es un gran signo de esperanza para la Iglesia
y para el mundo. Al entregarse por amor de Cristo, han experimentado lo hermoso
que es comprometerse con una causa noble». Con estas primeras palabras comenzó
el discurso que el papa Francisco dirigió a los 20.000 voluntarios reunidos en
el Tauron Arena, el gran palacio deportivo de Cracovia, que colaboraron en la
organización de la Jornada Mundial de la Juventud.
«Y
así yo escribí este discurso, no sé si es bello o feo... cinco páginas..., un
poco aburrido. Lo entrego...». El Pontífice dejó de lado el discurso que había
preparado y lo entregó para empezar a hablar en su lengua madre, el español. Y
preguntó a los jóvenes: ¿Habló español? ¡Sí! Fue la respuesta unánime».
«Esto
de preparar una Jornada Mundial de la Juventud es toda una aventura», comenzó diciendo.
«Es meterse en una aventura y llegar. Y llegar, servir, trabajar, hacer y
después, despedirse. Primero, la aventura, la generosidad. Yo les quiero
agradecer a ustedes, voluntarios, benefactores, todo lo que han hecho. Les
quiero agradecer las horas de oración que han hecho, porque sé que esta jornada
se amasó con mucho trabajo, pero con mucha la oración. ¡Gracias a los
voluntarios que dedicaron tiempo a la oración para que podamos llevar adelante
la cosa!».
Francisco
agradeció luego a los sacerdotes, a las religiosas y a los consagrados «que los
acompañaron». Y gracias a ustedes «que se metieron en esta aventura con la
esperanza de llegar adelante», agregó.
«El
obispo -dijo después el Papa-, cuando hizo la presentación, les dijo un piropo,
un cumplido: "ustedes son la esperanza del futuro". Y es verdad, pero
con dos condiciones», aclaró Francisco. Y preguntó: «¿quieren ser esperanza
para el futuro o no?».
Así,
«la primera condición es tener memoria, preguntarme de dónde vengo, memoria de
mi pueblo, de mi familia, memoria de toda mi historia», les dijo el Pontífice,
aludiendo al testimonio ofrecido por una voluntaria, cargado de memoria. «¡Un
joven desmemoriado no es esperanza para el futuro!», aseguró. De ahí el consejo
del Santo Padre: «Hablá con tus padres, con tus mayores, pero sobre todo, con
tus abuelos. Recibí la antorcha de tu abuelo y de tu abuela».
«¿Me
prometen que para preparar la JMJ de Panamá van a hablar con los abuelos?»,
preguntó después. "¡Sí!", fue la respuesta.
«Ustedes
son la esperanza del futuro, les dijo el obispo» –prosiguió el Papa. Y se
preguntó: «Si para el futuro soy esperanza y del pasado tengo memoria, me queda
el presente...¿qué tengo que hacer en el presente?: ¡Tener coraje! ¡Ser
valiente! ¡No asustarse!», aconsejó.
Francisco
se refirió entontes al testimonio del «compañero nuestro a quien el cáncer le
ganó: ese joven ya no está acá -recordó- pero ese joven sembró esperanza para
el futuro».
«Si
tienen memoria y si tienen coraje, van a ser la esperanza del futuro», aseguró,
para preguntarles: «¿Está clarito todo?».
Y,
entre aplausos, el Papa los bendijo y los invitó a rezar juntos un Ave María.
«LA
JMJ COMIENZA HOY Y CONTINÚA MAÑANA»,
DICE
EL PAPA FRANCISCO EN LA MISA FINAL EN CRACOVIA
En
el inmenso Campus Misericordiae de Cracovia, lugar de la vigilia y, la mañana
del domingo, de la Misa final de la Jornada Mundial de la Juventud 2016,
resonaron con energía las palabras del papa Francisco, invitando a los chicos y
chicas del mundo a salir al encuentro de Jesús.
Precisamente
en su homilía, el Santo Padre citó el Evangelio del día que narra el encuentro
de Jesús con Zaqueo. Las palabras de Jesús al publicano parecen dichas a
propósito para nosotros en este momento: Date prisa y baja, porque es necesario
que hoy me quede en tu casa. Jesús dirige la misma invitación a los jóvenes:
«Hoy tengo que alojarme en tu casa». La Jornada Mundial de la Juventud, dijo
Francisco, «comienza hoy y continúa mañana, en casa, porque es allí donde Jesús
quiere encontrarnos a partir de ahora».
El
Papa dijo a los jóvenes que el Señor no quiere quedarse en las experiencias de
estos días en Cracovia o en los recuerdos entrañables de estas intensas
jornadas, sino que quiere ir a la casa de cada uno, vivir en la vida cotidiana
de cada uno: «el estudio y los primeros años de trabajo, las amistades y los
afectos, los proyectos y los sueños». Le gusta «que todo esto se lo llevemos en
la oración», subrayó, asegurando en el lenguaje de los chicos que «Él espera
que, entre tantos contactos y chats de cada día, el primer puesto lo ocupe el
hilo de oro de la oración. Cuánto desea que su Palabra hable a cada una de tus
jornadas, que su Evangelio sea tuyo, y se convierta en tu navegador en el
camino de la vida».
«Jesús,
a la vez que te pide ir a tu casa, como hizo con Zaqueo, te llama por tu
nombre». Tu nombre es precioso para Él, aseveró, porque Él se acuerda de ti:
«Su memoria no es un 'disco duro' que registra y almacena todos nuestros datos,
sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente
cualquier vestigio del mal», agregó el Papa, quien invitó a todos a imitar la
memoria fiel de Dios y a custodiar el bien que hemos recibido en estos días.
«En silencio hagamos memoria de este encuentro, custodiemos el recuerdo de la presencia
de Dios y de su Palabra, reavivemos en nosotros la voz de Jesús que nos llama
por nuestro nombre». Así pues, «recemos en silencio, recordando, dando gracias
al Señor que nos ha traído aquí y ha querido encontrarnos», pidió.
El
Papa con los jóvenes en la Vigilia: «Jesús quiere construir el futuro contigo.
¿Te animas?»
«No
vinimos a este mundo a vegetar», «no vamos a gritar ahora contra nadie, no
vamos a pelear, no queremos destruir». Pero «es muy triste pasar por la vida
sin dejar una huella», y Jesús, «el Señor del riesgo, del siempre más allá»,
hoy nos llama, nos convoca, nos invita, a «cambiar el sofá por los botines,
para jugar de titulares en la vida». Y, por ello, «nuestra respuesta a este
mundo en guerra se llama: fraternidad». Son estos algunos de los conceptos que
entregó el Pedro de nuestros tiempos a los jóvenes en la Vigilia de Oración,
durante la Jornada Mundial de la Juventud Cracovia 2016, después de escuchar
los testimonios de tres chicos provenientes de distintos países y diferentes realidades
sociales.
Un
mensaje cargado de la energía de un Pontífice en sintonía con la juventud de
hoy que, con la sabiduría de Padre y Pastor de la Iglesia universal, llama a
cada uno de los jóvenes del mundo a animarse a ir por los caminos de la vida
siguiendo la «locura de nuestro Dios», ese Padre Misericordioso que «nos enseña
a encontrarlo en el hambriento, en el sediento, en el desnudo, en el enfermo,
en el amigo caído en desgracia, en el que está preso, en el prófugo y el
emigrante, en el vecino que está solo».
El
papa Francisco impulsó a los jóvenes a ir por los caminos de nuestro Dios que
invita a cada uno a ser actores políticos, pensadores, movilizadores sociales,
y que nos incita a pensar una economía más solidaria. En todos los ámbitos en
los que ustedes se encuentren, dijo, ese amor de Dios nos invita llevar la
Buena Nueva, haciendo de la propia vida un homenaje a Él y a los demás. «Si tu
no ponés lo mejor de ti, el mundo no será distinto» les advirtió asimismo el
Pontífice. Y, a la vez que afirmó que el mundo de hoy sólo acepta titulares en
la cancha, no suplentes, les explicó que esto no se refiere sólo a algunos
elegidos, sino a todo aquel que escuche el llamado de Dios, porque, dijo, «los
elegidos son todos aquellos que estén dispuestos a compartir su vida con los
demás».
«La
historia hoy nos pide que defendamos nuestra dignidad y no dejemos que sean
otros los que decidan nuestro futuro», y el Señor «quiere hacer que tus manos,
mis manos, nuestras manos, se transformen en signos de reconciliación, de
comunión, de creación». De este modo, «Él quiere tus manos para seguir
construyendo el mundo de hoy». «Él quiere construirlo contigo. ¿Te animas?»,
concluyó.
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