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miércoles, 31 de agosto de 2016

REFLEXIÓN EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA



SOPORTAR CON PACIENCIA A LOS “BRASAS” DE TURNO


Esa típica persona que procuras evitarla cuando la ves de lejos. A veces el que te cansa porque no para de hablar y no deja meter baza. Muchas veces también es esa persona que, aunque no tengas nada en su contra, solo su presencia te pone nervioso y te cuesta aguantarla.

Porque a una persona así que solo te la cruzas ocasionalmente, es más bien fácil aguantarla. Pero surge el problema cuando hay que compartir un espacio con ella habitualmente, sea en el trabajo, en los estudios e incluso en el ambiente familiar. Y la realidad es que estas personas molestas están por todos los lados y ambientes de nuestra vida.

Y ¿Qué hacemos ante esta realidad? Pues la reacción suele ser casi siempre la misma, porque nos imaginamos que nuestra clase, si fulanit@ no estuviese ahí sería perfecta, que si menganit@ no estuviera en el trabajo todo iría mucho mejor, pues solo hace que tener líos con todo el mundo y está todo el personal harto.

Pero esto normalmente no es cierto, pues si esa persona desaparece, siempre hay alguien que antes o después ocupa su lugar. Y otra trampa que nos podemos encontrar con este pensamiento es que siempre ponemos el foco del problema fuera de nosotros. Pensamos que el problema lo tiene la otra persona sin que se nos pase por la cabeza la idea de que también nosotros somos molestos para otros y quizá … algunos piensen que todo iría mucho mejor si no estuviéramos en el grupo.

Y si a todo esto le añadimos el factor cristiano la cosa se complica.

Ya no se trata solo de una convivencia pacífica, sino que sabemos que el pesado de turno es mi hermano (y a veces esto parece mucho más difícil que amar a los enemigos …). Pero pensemos que como cristianos nos jugamos mucho precisamente en las pequeñas luchas de cada día, como soportar con paciencia a los pesados.

Y ¿Cómo hacerlo? Puede que nos ayude (aunque esto no signifique que solucione el tema), pensar que si Jesús ocupó el último lugar en todo, también ocupó el del pesado.

Si, me diréis que es mucho más fácil imaginar a Jesús como un pobre mendigo al que no conocemos que como esa persona que nos saca de quicio todos los días, pero lo cierto es que Él está también en el que nos da la brasa cada día.

Pensarlo de vez en cuando tratamos con esa persona que nos pone de los nervios y rezar por ella en algún momento, puede que nos haga más fácil la relación e incluso nos pueda ayudar a quererla un poco más.


Seguro que todos tenemos a nuestro alrededor a personas con estas características, así que a no mucho tardar, podremos poner en práctica estas sugerencias. Espero que nos ayuden y nos hagan ser mejores personas y cristianos, que en el fondo, es de lo que se trata.


A.M.G.R.

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