Carta de los
obispos de las diócesis aragonesas y del administrador diocesano de Teruel y
Albarracín, con motivo de la celebración del “Día de la educación en la Fe”
“No seréis vosotros los que
habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros” (Mt 10,20)
El 2 de Octubre celebramos en
Aragón el “Día de la Educación en la Fe”. A través de estas líneas os
enviamos un mensaje agradecido que desea ser un reconocimiento por vuestra
imprescindible colaboración y un estímulo para vuestra generosa labor.Los catequistas, profesores de
Religión y demás agentes de pastoral os distinguís por vuestra capacidad de
descubrir y adaptar, con sabiduría, innovación y prudencia, las formas más
eficaces para comunicar el mensaje evangélico.
El catequista es, fundamentalmente,
un testigo. Con la vida y las palabras da testimonio del acontecimiento que
ha cambiado definitivamente su modo de ser, su estilo de vivir y su manera de
actuar. A partir del encuentro con Jesucristo ha percibido una luz nueva, una
orientación peculiar. El Señor le ha concedido un corazón incandescente y una
misión, que recibe en la Iglesia y de la Iglesia, para anunciar en todo
momento el evangelio.
Es grande el esfuerzo que se realiza cada año para programar calendarios y
actividades, para acompañar a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos en
sus itinerarios catequéticos, para impulsar procesos, para preparar fechas
cualificadas y eventos de especial relieve.
Sabéis muy bien que se trata de
“ser” catequistas, puesto que no es solamente una actividad que se realiza,
sino más bien la transmisión de una experiencia de fe que se comunica.
En el centro de toda la actividad
evangelizadora de la Iglesia está el primer anuncio o “kerigma”. Según
el Papa Francisco es “el fuego del Espíritu que se dona en forma de lenguas y
que nos hace creer en Jesucristo, que con su muerte y resurrección nos revela
y nos comunica la misericordia infinita del Padre” (Evangelii gaudium 164). Un primer anuncio que, en la boca
del catequista, suena así: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y
ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para
liberarte” (ibid.).
En la catequesis se realiza una
iniciación “mistagógica”, es decir, una introducción en los misterios, lo que
significa dos cosas: “la necesaria progresividad de la experiencia formativa
donde interviene toda la comunidad y una renovada valoración de los signos
litúrgicos de la iniciación cristiana” (Evangelii
gaudium 166). De un modo gradual, a lo largo del tiempo y según la
capacidad de cada cual, contando con la colaboración de toda la comunidad
creyente, en estrecha colaboración entre la familia, la parroquia y la
escuela, se va produciendo una integración en el misterio de la fe, en el
proceso de lo que la Iglesia cree, celebra, vive y ora.
En la propuesta formativa para
los catequistas, este año pretendemos repasar los principales acontecimientos
de la Historia de la Salvación para reconocer que es nuestra historia y para
experimentar en profundidad la salvación que Jesucristo nos ofrece.
“El encuentro catequístico es un
anuncio de la Palabra y está centrado en ella” (Evangelii gaudium 166). Nos acercaremos a las principales
páginas de la Sagrada Escritura para recordar la memoria viva de la historia
de amistad de Dios con los seres humanos. Dios mismo se revela, se comunica,
se da a conocer, se da a sí mismo, nos ofrece su alianza, nos llama con amor
y nos ofrece su gracia para perseverar en un encuentro que se robustece en el
tiempo.
Leemos en el Directorio General
para la Catequesis: “la catequesis transmite el contenido de la palabra de
Dios según las dos modalidades con que la Iglesia lo posee, lo interioriza y
lo vive: como narración de la Historia de la Salvación y como explicitación
del Símbolo de la fe” (DGC 128).
Queridos catequistas: nos
sentimos muy cerca de vuestras inquietudes y dificultades; alentamos vuestros
proyectos e iniciativas; acompañamos vuestras actividades; oramos por
vosotros y por vuestras familias.
Que la Virgen María, Reina y
Madre de misericordia, interceda por todos vosotros para que el Señor oriente
vuestra mirada, acompañe vuestros pasos, ilumine vuestros corazones y
fortalezca vuestras manos para ir al encuentro de todos con la semilla del
Evangelio.
Recibid nuestra gratitud y
nuestro afecto, junto con nuestra bendición.
+ D. Vicente Jiménez Zamora,
Arzobispo de Zaragoza
+ D. Julián Ruiz Martorell, Obispo de Huesca y de Jaca
+ D. Eusebio Hernández Sola, Obispo de Tarazona
+ D. Ángel-Javier Pérez Pueyo, Obispo de Barbastro-Monzón
D. Alfonso Belenguer Celma, Administrador Diocesano de Teruel y Albarracín
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