"Ven, Ven, Señor, no tardes"
Ven,
ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.
El
mundo muere de frío,
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.
el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.
Envuelto
en sombría noche,
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.
el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.
Al
mundo le falta vida,
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.
al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.
Poner
la mirada en el futuro con esperanza.- En muchas
ocasiones la experiencia del propio pecado o del pecado ajeno nos puede postrar
y crear un estado de desilusión o desespero. La llegada del Reino de los Cielos
en Cristo Jesús nos invita a lo contrario: Que la mirada, pues, esté puesta en
el futuro. El Padre misericordioso no tiene en cuenta los pecados de los que
nos hemos arrepentido verdaderamente. Él realiza ahora algo nuevo y, en el amor
que perdona, anticipa los cielos nuevos y la tierra nueva. Que se robustezca,
pues, la fe, se acreciente la esperanza y se haga cada vez más activa la
caridad, para un renovado compromiso cristiano en el mundo del nuevo milenio.
No nos dejemos llevar por el mal, más bien venzamos al mal con el bien. No perdamos
el ánimo ante los pecados del mundo, más bien escuchemos la voz de Cristo que
nos invita a tomar parte en la redención del mundo con nuestro propio
sacrificio.
La conversión nunca termina.- Es un hecho que en nuestro caminar hacia Dios descubrimos muchas faltas y deficiencias personales. A pesar de nuestros anhelos de santidad, tenemos que hacer las cuentas con nuestra propia debilidad. Por eso, es más saludable que la doctrina de la conversión permanente. En realidad, cada día, cada momento de nuestra vida es una nueva oportunidad para convertir el corazón, para "purificar la memoria", para elevar la mente y el corazón a Dios y pedirle: "Señor, perdóname". Este pequeño y gigantesco acto de fe nos dispone a acoger el Reino de los cielos, más aún, construye el Reino de los cielos de acuerdo con los planes de Dios. Vivamos pues ante la mirada de Dios sabiendo que Él viene y no tardará y nos juzgará por nuestras obras, no sólo por nuestras intenciones.
La conversión nunca termina.- Es un hecho que en nuestro caminar hacia Dios descubrimos muchas faltas y deficiencias personales. A pesar de nuestros anhelos de santidad, tenemos que hacer las cuentas con nuestra propia debilidad. Por eso, es más saludable que la doctrina de la conversión permanente. En realidad, cada día, cada momento de nuestra vida es una nueva oportunidad para convertir el corazón, para "purificar la memoria", para elevar la mente y el corazón a Dios y pedirle: "Señor, perdóname". Este pequeño y gigantesco acto de fe nos dispone a acoger el Reino de los cielos, más aún, construye el Reino de los cielos de acuerdo con los planes de Dios. Vivamos pues ante la mirada de Dios sabiendo que Él viene y no tardará y nos juzgará por nuestras obras, no sólo por nuestras intenciones.
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