…Existe un Padre que llora con nosotros; existe
un Padre que llora lágrimas de infinita piedad en relación de sus hijos.
Nosotros tenemos un Padre que sabe llorar, que llora con nosotros.
Un Padre que nos espera para consolarnos, porque
conoce nuestros sufrimientos y ha preparado para nosotros un futuro diferente.
Esta es la gran visión de la esperanza cristiana, que se dilata todos los días
de nuestra existencia, y nos quiere consolar.
...Él nos conduce a la gran “morada” de Dios
entre los hombres (Cfr. Ap. 21,3), con tantos otros hermanos y hermanas, y
llevaremos a Dios el recuerdo de los días vividos aquí abajo. Y será bello
descubrir en ese instante que nada ha sido perdido, nada, ni siquiera una
lágrima: nada ha sido perdido; ninguna sonrisa, ni ninguna lágrima.
...Hasta el día en el que todo se cumplirá, la
mañana en la cual se terminaran las lágrimas, el instante mismo en el cual Dios
pronunciará su última palabra de bendición: «Yo hago nuevas todas las cosas»
(v. 5). Si, nuestro Padre es el Dios de la novedad y el Dios de las sorpresas.
Y aquel día nosotros seremos verdaderamente felices, y ¿lloraremos?, sí, pero
lloraremos de alegría. Gracias.
...“Jesús comprende que, gracias a la fe donada
por el Padre, hay un fundamento sólido sobre el cual puede construir su
comunidad, su Iglesia. Por eso dice a Simón: ‘Tú Simón eres Pedro –es decir
piedra, roca– y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia’”.
Papa Francisco
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