
El Papa ha comentado el
Evangelio de este día, como el “mandamiento más grande”, antes de la oración
del ángelus, este domingo 29 de octubre de 2017, desde el despacho del palacio
apostólico que da a la plaza San Pedro, en presencia de unos 30.000 visitantes.
“Hemos sido creados
ciertamente para amar y para ser amados, ha insistido el Papa. Dios que es
amor, nos ha creado para hacernos participar de su vida, para ser amados por Él
y para amarle, y para amar como Él a las demás personas. Este es el “sueño” de
Dios para el hombre”.
El Papa ha añadido que en
la Eucaristía, el bautizado recibe de Dios esta “capacidad” de amar.
Esta es nuestra traducción,
rápida, de trabajo, de la alocución pronunciada por el Papa Francisco antes de
la oración del ángelus.
Palabras del Papa antes del
ángelus
Queridos hermanos y
hermanas, buenos días!
Este domingo, la liturgia
nos presenta un pasaje evangélico breve, pero muy importante. (cf. Mt 22,
34-40).
El evangelista Mateo cuenta
que los fariseos se reúnen para poner a Jesús a prueba. Uno de ellos, un doctor
de la Ley de Moisés, le pregunta: “Maestro, ¿en la ley, cuál es el mandamiento
mayor? (v. 36). Es una pregunta insidiosa, porque en la Ley de Moisés, se
mencionan más de 600 preceptos. ¿Cómo distinguir entre ellos el más grande
mandamiento?.
Esta respuesta De Jesús no
es evidente por que en los múltiples efectos de la ley judía, los más
importantes eran los Diez mandamientos, comunicados directamente por Dios a
Moisés, como condición de pacto de Alianza con el pueblo.
Pero Jesús quiere hacer
comprender que sin el amor de Dios y del prójimo, no hay verdadera fidelidad a
esta Alianza con el Señor. Puedes hacer muchas buenas cosas, observar muchos preceptos, pero si no tienes
amor no sirve para nada.
Otro texto del Libro del
Éxodo, llamado “Código de la Alianza”, lo confirma. Dice que no podemos estar
en Alianza con el Señor y maltratar a quienes gozan de su protección. Y ¿Quiénes
son aquellos que gozan de su protección?. La Biblia lo dice: la viuda, el
huérfano, el extranjero, es decir las personas más solas y sin defensa (cf. Ex
22, 20-21).
Respondiendo a los fariseos
que le habían interrogado, busca ayudarles a poner su religiosidad en orden, a
restablecer aquello que cuenta verdaderamente y lo que es menos importante.
Jesús dice: “De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas” (Mt
22, 40), estos son los más importantes y los otros dependen de ellos.

Lo que Jesús propone en
esta página evangélica es un ideal maravilloso, que corresponde al deseo más
auténtico de nuestro corazón. Hemos sido creados para amar y para ser amados.
Dios, que es Amor, nos ha creado para hacernos
participar de su vida, para ser amados por Él y para amarle y para amar
como Él a las demás personas. He aquí el “sueño” de Dios para el hombre.
Y para realizarlo, tenemos
necesidad de su gracia, tenemos necesidad de recibir en nosotros la capacidad
de amar que viene de Dios mismo. Jesús se ofrece en nosotros en la eucaristía
justamente para esto. En ella, recibimos a Jesús en la expresión máxima de su
amor, cuando se ofrece al Padre para nuestra salvación.
Que la Santísima Virgen nos
ayude a acoger en nuestra vida el “gran mandamiento” del amor de Dios y del
prójimo. En efecto aunque le conozcamos desde pequeños, nunca hemos terminado
de convertirnos a esto y de ponerlo en práctica en las diferentes situaciones
en las cuales nos encontremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario