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domingo, 7 de enero de 2018

RENOVAR NUESTRO COMPROMISO BAUTISMAL




Con el bautismo del Señor concluye la vida escondida de Jesús y da inicio a su actividad pública. Por eso es un acontecimiento tan importante, ya que es la clave de interpretación de todo lo que viene después en los evangelios.

 En el bautismo, Jesús ha cargado sobre sus espaldas con nuestros pecados, ha revelado el misterio de Dios Trinidad y nos ha abierto el camino de la vida eterna. El bautismo indica las consecuencias últimas de la encarnación; es una profecía del destino último del Señor, que se puso en la fila con los pecadores y aceptó liberarlos del pecado y de la muerte, ocupando su lugar.

Los santos Padres vieron en este acontecimiento la consagración mesiánica del Señor. Como los sacerdotes, los profetas y los reyes eran ungidos con óleo perfumado al comenzar su misión, Jesús fue ungido por el Espíritu al comenzar la suya. El contexto explica qué tipo de mesías (es decir, de «ungido») es Jesús y cuál es su misión: es el siervo de Yavé que carga con los pecados del pueblo, tal como anunció Isaías.

 «Betania, al otro lado del Jordán» es un lugar profundamente simbólico, ya que por allí cruzaron los patriarcas en cada uno de sus viajes entre Mesopotamia y Canaán. Antes de cruzar el río y entrar definitivamente en la Tierra Prometida, Jacob luchó allí con el ángel, que le cambió su nombre por Israel. Más tarde, por allí penetraron los judíos, guiados por Josué, en la tierra de promisión. Desde allí el profeta Elías fue arrebatado al cielo, al terminar su misión. Eliseo pidió a Naamán que se bañara en el Jordán para curar su lepra. También los desterrados atravesaron el río por el paso de Betania cuando marcharon al exilio y por allí debe atravesar la calzada que, cruzando el desierto, llevará al pueblo de regreso a la Tierra Santa. No es extraño que Juan Bautista eligiera ese lugar para realizar su ministerio. Así, su bautismo relaciona la próxima manifestación del mesías con los patriarcas, el Éxodo y los profetas.

Hoy es una buena ocasión para renovar nuestro compromiso bautismal. Les propongo una oración en esta fiesta del bautismo del Señor: Oh Señor, cuando fuiste bautizado se manifestó el misterio de la Santísima Trinidad, porque la voz del Padre dio testimonio de ti, llamándote “Hijo Amado” y el Espíritu te consagró...

Juan predicaba la conversión, invitando a la penitencia, y la gente se hacía bautizar «confesando sus pecados» (Mt 3,6). Jesús se somete a este rito (con escándalo del mismo Juan) para que se cumpla todo lo que Dios ha dispuesto (cf. Mt 3,15). Descendiendo a la profundidad de la oscuridad y de la muerte que causan nuestros pecados, Jesús abre el camino de la luz y de la vida. Por eso, al mismo tiempo que se abren los cielos, se derrama el Espíritu Santo y Jesús es declarado Hijo por la voz del Padre (cf. Mt 3,16-17 y paralelos). El contexto revela la identidad y la misión de Jesús...


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