El sábado día 3, como estaba
programado en el Plan Diocesano de 2018, celebramos el Encuentro de
Confirmación en el Monasterio del Olivar de los Mercedarios, en el que
participamos unos 120 adolescentes y jóvenes. El encuentro fue preparado por la
Delegación de catequesis y animado por jóvenes la Delegación de Pastoral
Juvenil. Participaron también un grupo de catequistas y sacerdotes.
Un soleado día favoreció a llevar mejor el programa previsto.
Comenzamos con unos juegos para romper el hielo y conocer nuestros nombres y de
qué parroquias veníamos. Seguidamente una joven presentó el día y se hizo una
breve oración en torno a la Luz: “somos testigos”. Nuestro Obispo nos animó a
participar contando una vivencia personal con unos jóvenes de Armenia.
Seguidamente nos habló de la Convocatoria del Sínodo y que el Papa Francisco
deseaba oír a todos los jóvenes sobre qué piensan de la Iglesia.
Se hicieron grupos por colores. En los grupos se crearon
preguntas sobre qué no nos gustaba de la iglesia o no entendíamos y también
propuestas, que se fueron metiendo en dos urnas. Los chavales estuvimos solos
en los grupos, acompañados por algún joven para que hubiera más libertad.
Mientras, los catequistas y sacerdotes tuvieron una reunión con nuestro obispo
par hablar de la catequesis de confirmación: retos, dificultades, propuestas…
Después en asamblea, D. Antonio, fue sacando y contestando una a
una las preguntas que los chavales y chavalas queríamos hacer a la Iglesia,
sobre lo que no entendíamos o no estábamos de acuerdo con ella. Incluso
surgieron del diálogo nuevas preguntas.
A las 14:30 tuvimos el almuerzo en el comedor del monasterio
todos juntos. Hubo algunos juegos y terminamos con una oración sobre el lema
del Plan diocesano: “Somos Comunidad”. Una gran silueta del edificio de una
iglesia cubría el suelo y sobre ella la cruz de los jóvenes y algunas velas.
Todos estábamos sentados alrededor. La Palabra de Dios y unas breves palabras
de nuestro obispo, nos animaron a que cada uno pusiera sobre la Iglesia y la
Cruz una silueta de su persona y un deseo o propuesta que nos ayudase a estar
unidos. Se llenó la Iglesia de personas de colores. Finalmente nos repartieron
una pulsera recordándonos que “somos comunidad”.
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