Martirologio Romano:
Memoria de santa Clara, virgen, que, como primer ejemplo de las Damas Pobres de
la Orden de los Hermanos Menores, siguió a san Francisco, llevando una áspera
vida en Asís, en la Umbría, pero, en cambio, rica en obras de caridad y de piedad.
Enamorada de verdad por la pobreza, no consintió ser apartada de la misma ni
siquiera en la extrema indigencia y enfermedad († 1253).
Breve Biografía
Nació en Asís el año
1193. Fue conciudadana, contemporánea y
discípula de San Francisco y quiso seguir el camino de austeridad señalado por
él a pesar de la durísima oposición familiar.
Si retrocedemos en la
historia, vemos a la puerta de la iglesia de Santa María de los Ángeles
(llamada también de la Porciúncula), distante un kilómetro y medio de la ciudad
de Asís, a Clara Favarone, joven de dieciocho años, perteneciente a la familia
del opulento conde de Sasso Rosso.
Corrieron los años. En el
verano de 1253, en la iglesia de San Damián de Asís, el papa Inocencio IV la
visitó en su lecho de muerte. Unidas las manos, tuvo fuerzas para pedirle su
bendición, con la indulgencia plenaria. El Papa contestó, sollozando:
"Quiera Dios, hija mía, que no necesite yo más que tú de la misericordia
divina".
Y expiró. Era el 11 de
agosto de 1253. Fue canonizada dos años más tarde, el 15 de agosto de 1255, por
el papa Alejandro IV, quien en la bula correspondiente declaró que ella
"fue alto candelabro de santidad", a cuya luz "acudieron y
acuden muchas vírgenes para encender sus lámparas".
Santa Clara fundó la Orden
de Damas Pobres de San Damián (hoy llamada Orden de las hermanas pobres de
Santa Clara), llamadas normalmente Clarisas, rama femenina de los franciscanos,
a la que gobernó con fidelidad exquisita al espíritu franciscano hasta su
muerte y desde hace siete siglos reposa en la iglesia de las clarisas de Asís.
Este
año será el primero en el que no estarán entre nosotros, la querida comunidad
de religiosas Clarisas de Teruel, que durante tantos años nos han acompañado en
todas nuestras alegrías y también en todos los momentos duros del devenir de
nuestra ciudad con sus oraciones, así como colaborando en lo que podían en
todas las fiestas populares, que tan de cerca vivían.
¡Adiós
hermanas! Estaréis siempre en nuestros corazones y en nuestras oraciones.
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