La fiesta de la Asunción de
la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia el 15 de agosto. Esta
fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la
asunción de su cuerpo al cielo.
La Asunción es un mensaje
de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de
Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que
nosotros caminamos.
Este día, recordamos que
María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo
de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se
corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo
santo e inmaculado.
María, fue asimilada total
y para siempre a la glorificación del Señor Resucitado.
Celebremos con gozo la
Asunción de la Virgen María.
“En esta solemnidad de la Asunción
contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de
alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no
perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra;
seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces
resultan pesadas. María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo,
nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera
Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Homilía de Benedicto XVI
(2010)
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