Carta
de los Obispos de Aragón con motivo del “Dia de la Educación en la fe” (7 de
Octubre)
Queridos catequistas,
profesores, animadores y acompañantes de personas, grupos y comunidades en el
camino espiritual de la fe:
El primer domingo de
octubre celebramos en la Iglesia en Aragón el “Día de la Educación en la Fe”,
tan fundamental en la vida de las personas y que influye de modo tan decisivo
en el progreso de la sociedad.
1) Como educadores en la fe
participáis con entusiasmo en el anuncio del Evangelio a todas las personas y
en todas las circunstancias. El Concilio Vaticano II destacaba que la educación
cristiana, además de perseguir la madurez de las personas, se orienta a la
iniciación gradual de los bautizados en el conocimiento del misterio de la
salvación, para que sean cada vez más conscientes del don recibido de la fe;
aprendan a adorar a Dios Padre en espíritu y en verdad, sobre todo en la
celebración litúrgica; se dispongan a vivir según el hombre nuevo en justicia y
santidad de verdad; lleguen al hombre perfecto a la medida de la plenitud en
Cristo, y colaboren en el crecimiento de la Iglesia (cf. Gravissimun
educationis, 2).
2) Estamos llamados a salir
de nosotros mismos para encontrar en Jesucristo la plenitud de la alegría y del
amor. Nos ayuda la luz de la fe para apreciar el sentido de nuestra vida, para
reconocer el amor de Dios
que nos rodea, para
descubrir en cualquier ser humano el rostro de un hermano y para custodiar la
creación.
Recibimos la fe como un
regalo, una gracia, un don. Y nos convertimos en testigos con un compromiso,
una tarea, una responsabilidad.
El Papa Francisco escribió
en su primera encíclica: “Es urgente recuperar el carácter luminoso propio de
la fe” (Lumen fidei, 4). Y explicaba con nitidez: “Creer significa confiarse a
un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la
existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido
de nuestra historia” (Lumen fidei, 13).
Educar en la fe significa
favorecer un proceso creciente de luz. Lo explica el Santo Padre: “No hay
ninguna experiencia humana, ningún itinerario del hombre hacia Dios, que no
pueda ser integrado, iluminado y purificado por esta luz. Cuanto más se sumerge
el cristiano en la aureola de la luz de Cristo, tanto más es capaz de entender
y acompañar el camino de los hombres hacia Dios” (Lumen fidei, 35).
En definitiva, se trata de
contemplar la realidad desde la perspectiva del Señor: “La fe no solo mira a
Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una
participación en su modo de ver” (Lumen fidei, 18).
3) Sabéis por propia
experiencia que el encuentro con Jesucristo supone un acontecimiento en
nuestras vidas. Con Jesucristo descubrimos un nuevo horizonte, un nuevo sentido
y una definitiva orientación para nuestro caminar. Él nos sale al encuentro en
nuestro sendero y su presencia nos acompaña constantemente.
Por ello, es posible
alegrarse siempre en el Señor y responder a su llamada a la santidad. El Papa
Francisco lo afirma con decisión: “Volvamos a escuchar a Jesús, con todo el
amor y el respeto que merece el Maestro. Permitámosle que nos golpee con sus
palabras, que nos desafíe, que nos interpele a un cambio real de vida. De otro
modo, la santidad será solo palabras” (Gaudete et exsultate, 66).
En vuestro itinerario como
educadores en la fe tenéis la referencia de los santos y el destello del
Evangelio: “La fuerza del testimonio de los santos está en vivir las
bienaventuranzas y el protocolo del juicio final. Son pocas palabras,
sencillas, pero prácticas y válidas para todos, porque el cristianismo es
principalmente para ser practicado, y si es también objeto de reflexión, eso
solo es válido cuando nos ayuda a vivir el Evangelio en la vida cotidiana”
(Gaudete et exsultate, 109).
Os agradecemos vuestra
generosidad, vuestro testimonio, vuestra
entrega, vuestra dedicación y vuestro compromiso en la vida y en la
misión de la Iglesia.
Que la Bienaventurada
Virgen del Pilar, causa de nuestra alegría, ideal de santidad, interceda por
todos vosotros para que participéis siempre de la alegría del Señor y viváis la
plenitud del amor.
Recibid nuestra gratitud y
nuestro afecto, junto con nuestra bendición.
D.
Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de Zaragoza
D.
Julián Ruiz Martorell, Obispo de Huesca y de Jaca
D.
Eusebio Hernández Sola, Obispo de Tarazona
D.
Ángel-Javier Pérez Pueyo, Obispo de Barbastro-Monzón
D.
Antonio Gómez Cantero, Obispo de Teruel y Albarracín
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