Esta fiesta surge el año
543.
Fue el tiempo en que se
dedicó una basílica a "La Virgen, la Nueva".
Se levantó en la misma montaña de Sión.
Las Iglesias orientales,
muy sensibles ante las fiestas marianas, conmemoran este día la "Entrada
de María en el Templo" para indicar que, a pesar de ser purísima, cumplía
con los ritos de la Ley, y al mismo tiempo, hacía don de sí misma en cuerpo y
alma a Dios.
Es una de las doce fiestas
dedicadas a María.
La liturgia oriental invoca este día a María como: "Fuente incesante del amor, templo espiritual de la santa gloria de Cristo nuestro Señor".
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