Despiértame, Señor,
no me dejes seguir durmiendo la vida.
Sácame de esta somnolencia que me arrastra,
que me hace vivir la vida de forma rutinaria,
que me impulsa a correr sin freno y sin sentido,
que me hace no ver a los que llevo al lado,
y me deja insatisfecho, cada tarde, al terminar el día
Despiértame, Señor, de la mediocridad somnífera,
esa que hemos convertido
en el vestido más común y cómodo.
No me permitas seguir tachando días,
sin llenarlos de encuentros,
no me dejes «estar» con la gente sin amarla,
no consientas que haga cosas sin llenarlas de amor
y de sentido,
no transijas con que me instale en la anestésica
comodidad general.
Despiértame, Señor, mantenme en vela,
que tu gente ha de ser gente despierta
porque Tú traes salvación a mi vida,
vienes a anunciarte a mi familia,
a dar un vuelco a mi forma de trabajo,
a impulsar mi forma justa y solidaria
de estar en el mundo.
Despiértame, Señor, aunque los demás no me noten dormida.
Espabílame para encontrar la salvación que se acerca,
ábreme los ojos al hermano y los oídos a su necesidad,
para saber poner mis manos y mis pies a su disposición,
para facilitarle el camino de la vida,
para caminar, crecer, avanzar y, así salvarnos juntos.
Despiértame, Señor,
sáname de cualquier desesperanza,
que no vacile mi corazón
con lamentos o desencantos,
que no me adormezcan las prisas,
las dificultades ni los miedos,
que no me deje arrastrar por tinieblas,
sino que busque siempre tu Luz,
que ponga en sintonía mi vida con tu Vida
y así Tú y yo, en armonía, gozaremos
de la abundancia y plenitud.
Y, aunque yo me adormezca…,
despiértame, Señor.
Mari Patxi Ayerra
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