Queridos diocesanos, amigas y
amigos todos de Teruel y Albarracín,
Ayer, fiesta de la Virgen del
Carmen, se anuncia mi nombramiento como Obispo de vuestra Diócesis y quisiera
enviaros un saludo muy cordial desde Roma, lugar en el que trabajo desde 2015.
Espero que pronto podamos encontrarnos y saludarnos en esas tierras turolenses.
Desde que tuve noticia del
nombramiento, el pasado 30 de junio, los sentimientos que predominan en mi
corazón son la turbación, la confianza y la alegría.
Turbación, porque Dios me ha
hecho y me hace ver mis limitaciones y errores. Por eso, a veces me pregunto
cómo podré cumplir, aun contando con su ayuda y con la vuestra, una misión tan
grande: la de ser Pastor de vuestra Diócesis, en un momento tan particular como
el que vivimos en la Iglesia y en la sociedad, marcado por la pandemia, los
cambios culturales, los desafíos sociales y medioambientales, la crisis
demográfica, la secularización, la reforma de las estructuras eclesiales, para
acoger, celebrar, anunciar y transmitir mejor el amor de Dios a cada persona.
Confianza, porque a lo largo
de mi vida he comprobado repetidamente que Jesucristo ha utilizado mis pobres
palabras y mis torpes gestos, para consolar con su misericordia a tantas
personas. En la desproporción entre la pequeñez de mi aportación y la grandeza
del don recibido por ellas se evidencia, a mi modo de ver, la presencia y la
acción del Espíritu de Dios.
Tampoco os puedo esconder mi
alegría. Así se lo manifesté al Santo Padre Francisco y, de igual manera, os lo
comunico a vosotros. Alegría, por haber sido designado para la sede de Teruel y
Albarracín: una diócesis pequeña y llena de vida, muy parecida a Huesca, en la
que voy a tener la oportunidad de ser verdaderamente pastor; tomando el testigo
a Don Antonio Gómez Cantero y en comunión con la Iglesia, nuestra madre en la
fe; conociendo a cada sacerdote, diácono y seminarista; a cada laico
comprometido, a cada persona consagrada; acercándome a la gente menuda, a la
juventud y los adultos y los mayores de cada comunidad, a todas las personas y,
de modo especial, a las que sufren. Voy a tener la oportunidad de ser pastor,
viviendo, aprendiendo, gozando y celebrando con vosotros; trabajando,
sufriendo, muriendo y resucitando con vosotros; colaborando con las
instituciones y con las personas de buena voluntad, sea cual sea su credo o
ideología; compartiendo con todos y con cada uno la alegría y la cruz de
trabajar por el Reino de Dios, en fe, en esperanza y en fraternidad. En
definitiva, cada día que pasa estoy más convencido de que la Diócesis de Teruel
y Albarracín va a ser para mí la esposa más bella.
Me encomiendo a nuestra
Madre, la Virgen del Carmen, a Santa Emerenciana, cuya tumba visité este
martes, y a vuestras oraciones. Rezad por mí, por favor; recemos unos por
otros. ¡Hasta pronto!
Recibid un saludo muy
cordial, en el Señor.
José
Antonio Satué Huerto
Obispo
electo de Teruel y Albarracín
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