No sólo es un momento especial de gracia para los niños, sino también
para sus familias y para las comunidades parroquiales.
Para
el niño que recibe por primera vez a Jesucristo:
La Eucaristía es un
sacramento eficaz. Al recibirlo hay cambios reales en el niño, aunque
aparentemente nada haya cambiado en él.
Después de recibir la
comunión, el niño se encuentra estrecha e íntimamente unido a Dios que lo ha
llenado de su Gracia.
La presencia de Dios dentro
de él ha hecho que se borren todas las pequeñas faltas e imperfecciones que
haya podido tener después de su confesión y ha recibido las gracias necesarias
para alejarse del pecado mortal.
La Eucaristía además le
facilitará vivir la caridad. Le costará menos trabajo amar a sus padres y
hermanos y le será más fácil comprender, compartir, soportar y agradar a los
demás.
Para
la familia:
La familia del niño también
resulta beneficiada con la Primera Comunión, pues en su seno habrá a partir de
ese día un miembro que vivirá unido estrechamente a Dios y que estará
trabajando por la unión y la armonía de la familia. La educación de ese niño se
hará más fácil para los padres, pues el mismo Jesucristo estará ayudándolo a
ser más obediente, más ordenado, más paciente, más servicial y a controlar
mejor sus impulsos.
Estas actitudes se
contagiarán al resto de los hermanos y la convivencia familiar será mucho más
fácil que antes.
La Eucaristía también dará
frutos de unión familiar, pues sus miembros ya no sólo estarán unidos por la
sangre y por vivir bajo un mismo techo, sino que esa unión será también
espiritual y trascendente en el Cuerpo de Cristo.
La Iglesia, como Cuerpo
Místico de Cristo es como un conjunto de vasos comunicantes: lo que hace uno de
sus miembros afecta para bien o para mal a todos los demás. El niño que recibe
a Jesús en la Eucaristía se une íntimamente a Él y se une al mismo tiempo al
resto de los cristianos miembros de su Cuerpo Místico. Al fortalecerse el niño
con las gracias de la Eucaristía, se fortalece toda la Iglesia.
Para
la sociedad:
La sociedad se beneficia
porque el niño que comulga frecuentemente, será siempre un buen ciudadano,
dispuesto a luchar por la justicia, a defender los intereses de su Patria y a
respetar las leyes con honradez y valentía.
Al estar unido al Cuerpo
místico de Cristo, el niño que recibe la Eucaristía, se hará consciente de las
necesidades de los otros miembros, en especial de aquellos más necesitados. De
esta manera la sociedad saldrá beneficiada con la Primera Comunión, pues un
miembro de ella estará interesado en llevar a cabo acciones que ayuden a
mejorar las condiciones de vida de todo el pueblo. Estas acciones tal vez no
tengan gran trascendencia mientras dura la niñez, pero con la comunión
frecuente, el futuro adulto estará interesado en generar fuentes de empleo y en
las obras de promoción y ayuda social.
Para
el mundo entero:
La situación actual del
mundo con toda su problemática, requiere la presencia de hombres y mujeres
santos que ayuden con su testimonio, palabras y acciones a mejorar lo que por
el pecado se ha ido deteriorando.
El niño católico que
comulga frecuentemente es una verdadera esperanza para la humanidad, pues la
presencia de Jesucristo dentro de él le ayudará a llevar a cabo grandes
acciones apostólicas y a transformar todo el mundo con sus obras.
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