PÁGINA PRINCIPAL

sábado, 24 de septiembre de 2016

DISCURSO DEL DIRECTOR POR LA APERTURA DEL CURSO ACADEMICO

Instituto de Estudios Teológicos San Joaquín Royo

TERUEL


Palabras del Director, Vicente Altaba Gargallo,
en la apertura del curso académico 2016-2017.
Teruel, 20/09/2016



Saludo con afecto al Administrador Diocesano, Don Alfonso Belenguer, quien preside este acto, a los profesores, alumnos y exalumnos del Instituto, y todas las personas que tienen a bien acompañarnos y honrarnos con su presencia en este sencillo acto académico con el que un año más -y ya son 16-, ofrecemos este servicio de formación teológica a la Iglesia diocesana y a la sociedad turolense.

            Al comenzar este curso resulta inevitable hacer memoria de tres aspectos de la vida de la Iglesia con los que el papa Francisco, al inicio de este curso, ha querido marcar una clara orientación para nuestra reflexión y oración, para nuestra formación teológica y nuestra orientación en la acción. Brevemente quiero aludir a cada uno de ellos, convencido de la fuerza y significatividad que tienen para toda la Iglesia y también para nuestro instituto, como ámbito de reflexión teológica y de orientación pastoral o práctica.

1º. La «Jornada mundial de oración para el cuidado de la creación»

            El profesor Don Julio Marín, desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia, nos ha ofrecido una interesante lección sobre uno de los desafíos que el papa Francisco nos ha lanzado  en la encíclica “Laudato si”: La necesidad de cuidar de la casa común.

            En ella nos ha recordado aspectos fundamentales y precisos de lo que es una ecología integral y de la metodología teológico-pastoral con que hemos de abordarla, cosa que agradecemos muy sinceramente, porque afecta de manera muy directa y profunda a la reflexión teológica  y al compromiso social.

            Esto significa que nuestra reflexión teológica tiene que estar iluminada hoy por una teología de la creación y tiene que estar orientada a promover una ecología integral y a comprometernos de manera decidida a escuchar a Dios en el grito de la tierra y a responder al Señor en el cuidado de la casa común.

            Pero Francisco no se ha dado por satisfecho con darnos una encíclica. Él ha querido que hagamos en toda la Iglesia memoria viva y permanente de la tarea que Dios nos encomienda de cuidar la creación y del compromiso de llevarlo a la práctica, con la ayuda de Dios. Por eso, ha establecido una fecha anual, a la que ha hecho alusión el ponente, pero de la que muchos todavía no han tomado conciencia en la Iglesia, para orar por el cuidado de la creación. Esa jornada establecida por Francisco –lo hizo ya en agosto de 2015- tiene  lugar el 1 de septiembre de cada año.

            Dice así con motivo de esta jornada: «En unión con los hermanos y hermanas ortodoxos, y con la adhesión de otras Iglesias y Comunidades cristianas, la Iglesia católica celebra hoy la anual “Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación”». Una jornada que pretende ofrecer «a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos»[1]

            Desde el punto de vista teológico, quiero destacar la llamada especial que este año nos hace Francisco a escuchar el grito de la tierra, pues el clamor de la creación es el clamor de los hombres y de los pobres, a pedir perdón por los abusos que cometemos contra ella y, sobre todo, a poner en práctica el cuidado de la creación como una particular obra de misericordia: «Solemos pensar –dice- en las obras de misericordia de una en una, y en cuanto ligadas a una obra: hospitales para los enfermos, comedores para los que tienen hambre, hospederías para los que están en situación de calle, escuelas para los que tienen que educarse, el confesionario y la dirección espiritual para el que necesita consejo y perdón… Pero, si las miramos en conjunto, el mensaje es que el objeto de la misericordia es la vida humana misma y en su totalidad. Obviamente la misma vida humana en su totalidad  incluye el cuidado de la casa común. Por lo tanto, me permito proponer un complemento a las dos listas tradicionales de siete obras de misericordia, añadiendo a cada una el cuidado de la casa común».



2º. La elevación a los altares de la Madre Teresa de Calcuta, testigo eminente de la caridad en la vida de la Iglesia, y su proclamación como modelo del voluntariado cristiano.

            Francisco ha comenzado el nuevo curso con otro acto eclesial lleno de significado teológico y práctico: La canonización de Madre Teresa de Calcuta, el 4 de este mes de septiembre.

            Con ese motivo ha manifestado que en la proclamación de nuestra fe «no hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios (cf. 1 Jn 3,16-18; St 2,14-18).»[2]. Quienes aman a sus hermanos, se inclinan ante sus necesidades, les dan de comer y de beber, son los que conocen a Dios y lo aman. Lo cual significa que el reconocimiento teórico y práctico de Dios pasa por el ejercicio de la caridad. En esta línea, y refiriéndose a la evangelización,  me decía un obispo español este julio pasado: «estoy convencido de que la evangelización y la presencia pública de la Iglesia pasan hoy por el ejercicio de la caridad».[3]

            Una caridad que para Francisco «no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad. Si fuera así, sería sin duda un hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato, pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor». Una caridad como la que ha ejercido Madre Teresa  a lo largo de toda su existencia, siendo «una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada».

            Movida por esta misericordia, Madre Teresa -como dice Francisco la seguiremos llamando-, «se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que “el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre”. Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos. La misericordia ha sido para ella la “sal” que daba sabor a cada obra suya, y la “luz” que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento».

            Esta es la santa de hoy a la que Francisco pone como modelo para todos los voluntarios cristianos diciéndoles: «Su misión [la misión de Madre Teresa] en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres. Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de santidad. Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión».



3º. El anuncio de un nuevo Dicasterio vaticano para el servicio al desarrollo humano integral y la atención a todos los que sufren.


            Por último, otro gesto de Francisco que no puede pasar desapercibido para quienes estamos en el ámbito de la reflexión teológica y de las nuevas orientaciones que la Iglesia nos propone en su misma estructura para un mejor servicio a la vida cristiana, es la institución del “Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral”.

            Este dicasterio es el segundo que Francisco instituye en su anunciada renovación de la Curia Romana, (el primero fue el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida), un dicasterio que entrará en vigor el 1 de enero de 2017 y congregará a cuatro Consejos pontificios actuales: los Pontificios Consejos para la Justicia y la Paz, Cor Unum, para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes y para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.

            Justifica Francisco el nuevo dicasterio afirmando en el Motu proprio de su institución que «en todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación.[…] Con el fin de poner en práctica la solicitud de la Santa Sede en los mencionados ámbitos, como también en los que se refieren a la salud y a las obras de caridad, instituyo –dice Francisco- el Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral. En modo particular, este Dicasterio será competente en las cuestiones que se refieren a las migraciones, los necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura»[4].

Dos cosas quiero destacar de lo que implica este dicasterio en orden a nuestra reflexión teológica y pastoral:

            1ª.- La promoción del desarrollo humano integral pertenece a la vocación y misión de toda la Iglesia en todo su ser y actuar, lo cual implica que en toda nuestra reflexión teológica y pastoral tendremos que preguntarnos si estamos y en qué medida lo estamos al servicio de un desarrollo humano integral.

            2ª.- Con la creación de este nuevo dicasterio, al que alguien ha llamado ”el superministerio de los afligidos”,[5] lo que deja claro una vez más Francisco es la importancia dada en la Iglesia al servicio de todos los que sufren y la necesidad de promover y coordinar este servicio tanto en la Curia Romana como en las Iglesias locales.

Conclusión:

            En conclusión, digamos que el mensaje de Francisco al comenzar este curso es claro y no lo podemos olvidar:

-        No hay alternativa a la caridad para conocer y amar a Dios.
-        Hoy esa caridad pasa por escuchar el clamor de la creación y cuidar de la casa común.
-        Y pasa por promover y coordinar de manera prioritaria en la vida de la Iglesia el servicio a los que sufren y al desarrollo humano integral.

            El espíritu de estas orientaciones de la Iglesia debe impregnar los contenidos de todas y cada una de las asignaturas que se van a impartir  este curso en este Instituto, tanto en el Plan de Formación Sistemática como en las asignaturas de la DECA

            Además de esto, ofreceremos en nuestro Instituto este curso varios servicios formativos abiertos:

            -El Seminario de Teología que ofrecemos todos los años, los cuatro miércoles de noviembre, de 18.00 a 20,00 horas, este año estará dedicado a profundizar en el rostro de la Misericordia. Llevará por título “La misericordia, entraña de los contenidos fundamentales de la teología cristiana” y será impartido por Don Manuel Ángel Ántón, profesor de nuestro Instituto. Como ven, por el título, se trata de ofrecer una síntesis de los contenidos fundamentales de la teología católica desde la clave de la misericordia, entraña de Dios y, en consecuencia, entraña de toda reflexión sobre Dios y de toda experiencia cristiana de Dios.

            -La Semana de Teología para Seglares y el Cursillo de Teología para sacerdotes, que tendrán lugar la última semana de enero, estarán dedicados a la encíclica “Amoris laetitia”, o “La alegría del amor”, del papa Francisco. Tanto el Cursillo como la Semana serán impartidos por dos profesores del Centro de Familia de la Universidad Pontificia de Comillas: Virginia Cagigal, Doctora en Psicología, experta en orientación, terapia y mediación familiar, y Pablo Guerrero, teólogo y psicólogo, experto en pastoral familiar. Con ellos estamos perfilando los contenidos del programa que anunciaremos a su debido tiempo.

            Sed bienvenidos al nuevo curso, profesores y alumnos. Como se nos ha dicho en la detallada y precisa memoria que nos ha presentado el Secretario, Don Victorino Alegre, a quien agradecemos su servicio, contamos con un excelente número de alumnos que constituyen un verdadero estímulo para el trabajo y la esperanza.
           
            La enhorabuena al alumno Vicente Iserte que hoy termina su plan de formación y va a recibir su diploma. Felicidades por cuidar en tu vida personal y pastoral la formación. Confiamos que la formación aquí recibida y el ejemplar esfuerzo y dedicación que has puesto en ella, te ayudarán a vivir con más profundidad, más  lucidez y gozo tu generoso compromiso eclesial.
           
            Y nada más. Que este curso el Instituto contribuya más si cabe a abrirnos  los ojos y el corazón al cuidado de la creación, a todos los que sufren y a la caridad misericordiosa, como camino ineludible para crecer en el conocimiento de Dios y vivir el amor a nuestro Dios.  







[1] Esta cita y la siguiente sobre el tema son de Francisco en el Mensaje “Usemos misericordia con nuestra casa común”, en la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la creación, 1-9-2016
[2] Todas las citas referidas a Madre Teresa de Calcuta en este apartado son del papa Francisco en la homilía con motivo de la canonización  el 4-9-2016.
[3] Así me dijo y repitió Mons. Luis Quinteiro Fiuza, Obispo de Tui-Vigo, agradeciéndome el servicio prestado a Cáritas en la fundamentación teológica del ejercicio de la caridad.
[4] Carta apostólica en forma de «Motu proprio» del Sumo Pontífice Francisco con la que se instituye el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, 17 de agosto de 2016.
[5] Alvaro De Juana, en La Razón.es, 6 de septiembre de 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario