Instituto
de Estudios Teológicos San Joaquín Royo
TERUEL
Palabras
del Director, Vicente Altaba Gargallo,
en
la apertura del curso académico 2016-2017.
Teruel,
20/09/2016
Saludo con afecto al
Administrador Diocesano, Don Alfonso Belenguer, quien preside este acto, a los
profesores, alumnos y exalumnos del Instituto, y todas las personas que tienen
a bien acompañarnos y honrarnos con su presencia en este sencillo acto
académico con el que un año más -y ya son 16-, ofrecemos este servicio de
formación teológica a la Iglesia diocesana y a la sociedad turolense.
Al comenzar este curso resulta inevitable hacer memoria
de tres aspectos de la vida de la Iglesia con los que el papa Francisco, al
inicio de este curso, ha querido marcar una clara orientación para nuestra
reflexión y oración, para nuestra formación teológica y nuestra orientación en
la acción. Brevemente quiero aludir a cada uno de ellos, convencido de la
fuerza y significatividad que tienen para toda la Iglesia y también para
nuestro instituto, como ámbito de reflexión teológica y de orientación pastoral
o práctica.
1º. La «Jornada mundial de oración para el cuidado de la creación»
El profesor Don Julio Marín, desde la perspectiva de la
Doctrina Social de la Iglesia, nos ha ofrecido una interesante lección sobre
uno de los desafíos que el papa Francisco nos ha lanzado en la encíclica “Laudato si”: La necesidad de
cuidar de la casa común.
En ella nos ha recordado aspectos fundamentales y
precisos de lo que es una ecología integral y de la metodología
teológico-pastoral con que hemos de abordarla, cosa que agradecemos muy
sinceramente, porque afecta de manera muy directa y profunda a la reflexión
teológica y al compromiso social.
Esto significa que nuestra reflexión teológica tiene que
estar iluminada hoy por una teología de la creación y tiene que estar orientada
a promover una ecología integral y a comprometernos de manera decidida a
escuchar a Dios en el grito de la tierra y a responder al Señor en el cuidado
de la casa común.
Pero Francisco no se ha dado por satisfecho con darnos
una encíclica. Él ha querido que hagamos en toda la Iglesia memoria viva y
permanente de la tarea que Dios nos encomienda de cuidar la creación y del
compromiso de llevarlo a la práctica, con la ayuda de Dios. Por eso, ha
establecido una fecha anual, a la que ha hecho alusión el ponente, pero de la
que muchos todavía no han tomado conciencia en la Iglesia, para orar por el
cuidado de la creación. Esa jornada establecida por Francisco –lo hizo ya en
agosto de 2015- tiene lugar el 1 de
septiembre de cada año.
Dice así con motivo de esta jornada: «En unión con los
hermanos y hermanas ortodoxos, y con la adhesión de otras Iglesias y
Comunidades cristianas, la Iglesia católica celebra hoy la anual “Jornada
mundial de oración por el cuidado de la creación”». Una jornada que pretende
ofrecer «a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar
la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando
a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que él ha confiado a
nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su
misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos»[1]
Desde el punto de vista teológico, quiero destacar la
llamada especial que este año nos hace Francisco a escuchar el grito de la
tierra, pues el clamor de la creación es el clamor de los hombres y de los
pobres, a pedir perdón por los abusos que cometemos contra ella y, sobre todo,
a poner en práctica el cuidado de la creación como una particular obra de
misericordia: «Solemos pensar –dice- en las obras de misericordia de una
en una, y en cuanto ligadas a una obra: hospitales para los enfermos, comedores
para los que tienen hambre, hospederías para los que están en situación de
calle, escuelas para los que tienen que educarse, el confesionario y la
dirección espiritual para el que necesita consejo y perdón… Pero, si las
miramos en conjunto, el mensaje es que el objeto de la misericordia es la vida humana misma y en su totalidad. Obviamente la misma vida
humana en su totalidad incluye el
cuidado de la casa común. Por lo tanto, me permito proponer un complemento a
las dos listas tradicionales de siete obras de misericordia, añadiendo a cada
una el cuidado de la casa común».
2º. La elevación a los altares de la Madre Teresa de Calcuta, testigo
eminente de la caridad en la vida de la Iglesia, y su proclamación como modelo
del voluntariado cristiano.
Francisco ha comenzado el nuevo curso con otro acto
eclesial lleno de significado teológico y práctico: La canonización de Madre
Teresa de Calcuta, el 4 de este mes de septiembre.
Con ese motivo ha manifestado que en la proclamación de
nuestra fe «no hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de
los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios (cf. 1 Jn 3,16-18; St
2,14-18).»[2]. Quienes
aman a sus hermanos, se inclinan ante sus necesidades, les dan de comer y de
beber, son los que conocen a Dios y lo aman. Lo cual significa que el
reconocimiento teórico y práctico de Dios pasa por el ejercicio de la caridad. En
esta línea, y refiriéndose a la evangelización, me decía un obispo español este julio pasado: «estoy
convencido de que la evangelización y la presencia pública de la Iglesia pasan
hoy por el ejercicio de la caridad».[3]
Una caridad que para Francisco «no es una simple ayuda
que se presta en un momento de necesidad. Si fuera así, sería sin duda un
hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato,
pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el
Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de
Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor». Una
caridad como la que ha ejercido Madre Teresa a lo largo de toda su existencia, siendo «una
generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de
todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no
nacida como la abandonada y descartada».
Movida por esta misericordia, Madre Teresa -como dice
Francisco la seguiremos llamando-, «se ha comprometido en la defensa de la vida
proclamando incesantemente que “el no nacido es el más débil, el más pequeño,
el más pobre”. Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren
abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había
dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que
reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos
mismos. La misericordia ha sido para ella la “sal” que daba sabor a cada obra
suya, y la “luz” que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera
lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento».
Esta es la santa de hoy a la que Francisco pone como
modelo para todos los voluntarios cristianos diciéndoles: «Su misión [la misión
de Madre Teresa] en las periferias de las ciudades y en las periferias
existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la
cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres. Hoy entrego esta
emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado:
que ella sea vuestro modelo de santidad. Esta incansable trabajadora de la
misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de
acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y
derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión».
3º. El anuncio de un nuevo Dicasterio vaticano para el servicio al
desarrollo humano integral y la atención a todos los que sufren.
Por último, otro gesto de Francisco que no puede pasar
desapercibido para quienes estamos en el ámbito de la reflexión teológica y de
las nuevas orientaciones que la Iglesia nos propone en su misma estructura para
un mejor servicio a la vida cristiana, es la institución del “Dicasterio para
el Servicio al Desarrollo Humano Integral”.
Este dicasterio es el segundo que Francisco instituye en
su anunciada renovación de la Curia Romana, (el primero fue el Dicasterio para
los Laicos, la Familia y la Vida), un dicasterio que entrará en vigor el 1 de
enero de 2017 y congregará a cuatro Consejos pontificios actuales: los Pontificios Consejos para
la Justicia y la Paz, Cor Unum, para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes
y para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.
Justifica Francisco el nuevo dicasterio afirmando en el
Motu proprio de su institución que «en todo
su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del
hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el
cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección
de la creación.[…] Con el fin de poner en práctica la solicitud de la Santa
Sede en los mencionados ámbitos, como también en los que se refieren a la salud
y a las obras de caridad, instituyo –dice Francisco- el Dicasterio para el
servicio del desarrollo humano integral. En modo particular, este Dicasterio
será competente en las cuestiones que se refieren a las migraciones, los
necesitados, los enfermos y los excluidos, los marginados y las víctimas de los
conflictos armados y de las catástrofes naturales, los encarcelados, los
desempleados y las víctimas de cualquier forma de esclavitud y de tortura»[4].
Dos
cosas quiero destacar de lo que implica este dicasterio en orden a nuestra
reflexión teológica y pastoral:
1ª.- La promoción del desarrollo
humano integral pertenece a la vocación y misión de toda la Iglesia en todo su
ser y actuar, lo cual implica que en toda nuestra reflexión teológica y
pastoral tendremos que preguntarnos si estamos y en qué medida lo estamos al
servicio de un desarrollo humano integral.
2ª.- Con la creación de este nuevo dicasterio,
al que alguien ha llamado ”el superministerio de los afligidos”,[5]
lo que deja claro una vez más Francisco es la importancia dada en la Iglesia al
servicio de todos los que sufren y la necesidad de promover y coordinar este
servicio tanto en la Curia Romana como en las Iglesias locales.
Conclusión:
En conclusión, digamos que el mensaje de Francisco al
comenzar este curso es claro y no lo podemos olvidar:
-
No hay alternativa a la caridad para conocer
y amar a Dios.
-
Hoy esa caridad pasa por escuchar el
clamor de la creación y cuidar de la casa común.
-
Y pasa por promover y coordinar de manera
prioritaria en la vida de la Iglesia el servicio a los que sufren y al
desarrollo humano integral.
El espíritu de estas orientaciones de la Iglesia debe
impregnar los contenidos de todas y cada una de las asignaturas que se van a
impartir este curso en este Instituto,
tanto en el Plan de Formación Sistemática como en las asignaturas de la DECA
Además de esto, ofreceremos en nuestro Instituto este
curso varios servicios formativos abiertos:
-El Seminario de Teología que ofrecemos todos los años, los
cuatro miércoles de noviembre, de 18.00 a 20,00 horas, este año estará dedicado
a profundizar en el rostro de la Misericordia. Llevará por título “La
misericordia, entraña de los contenidos fundamentales de la teología cristiana”
y será impartido por Don Manuel Ángel Ántón, profesor de nuestro Instituto.
Como ven, por el título, se trata de ofrecer una síntesis de los contenidos
fundamentales de la teología católica desde la clave de la misericordia,
entraña de Dios y, en consecuencia, entraña de toda reflexión sobre Dios y de
toda experiencia cristiana de Dios.
-La Semana de Teología para Seglares y el Cursillo de
Teología para sacerdotes, que tendrán lugar la última semana de enero, estarán
dedicados a la encíclica “Amoris laetitia”, o “La alegría del amor”, del papa
Francisco. Tanto el Cursillo como la Semana serán impartidos por dos profesores
del Centro de Familia de la Universidad Pontificia de Comillas: Virginia
Cagigal, Doctora en Psicología, experta en orientación, terapia y mediación
familiar, y Pablo Guerrero, teólogo y psicólogo, experto en pastoral familiar.
Con ellos estamos perfilando los contenidos del programa que anunciaremos a su
debido tiempo.
Sed bienvenidos al nuevo curso, profesores y alumnos. Como
se nos ha dicho en la detallada y precisa memoria que nos ha presentado el
Secretario, Don Victorino Alegre, a quien agradecemos su servicio, contamos con
un excelente número de alumnos que constituyen un verdadero estímulo para el
trabajo y la esperanza.
La enhorabuena al alumno Vicente Iserte que hoy termina
su plan de formación y va a recibir su diploma. Felicidades por cuidar en tu vida
personal y pastoral la formación. Confiamos que la formación aquí recibida y el
ejemplar esfuerzo y dedicación que has puesto en ella, te ayudarán a vivir con
más profundidad, más lucidez y gozo tu
generoso compromiso eclesial.
Y nada más. Que este curso el Instituto contribuya más si
cabe a abrirnos los ojos y el corazón al
cuidado de la creación, a todos los que sufren y a la caridad misericordiosa,
como camino ineludible para crecer en el conocimiento de Dios y vivir el amor a
nuestro Dios.
[1]
Esta cita y la siguiente sobre el tema son de Francisco en el Mensaje “Usemos
misericordia con nuestra casa común”, en la Jornada Mundial de Oración por el
cuidado de la creación, 1-9-2016
[2]
Todas las citas referidas a Madre Teresa de Calcuta en este apartado son del
papa Francisco en la homilía con motivo de la canonización el 4-9-2016.
[3]
Así me dijo y repitió Mons. Luis Quinteiro Fiuza, Obispo de Tui-Vigo,
agradeciéndome el servicio prestado a Cáritas en la fundamentación teológica
del ejercicio de la caridad.
[4]
Carta apostólica en forma de «Motu
proprio» del Sumo Pontífice Francisco con la que se instituye
el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, 17 de
agosto de 2016.
[5]
Alvaro De Juana, en La Razón.es, 6 de septiembre de 2016.
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