“Laudato si”
“SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN”
UNA METODOLOGÍA TEOLÓGICO – PASTORAL EN
EL PLANTEAMIENTO DE LA ENCICLICA: VER, JUZGAR, ACTUAR
INTRODUCCIÓN
El título de la
encíclica, en pocas palabras dice mucho más de lo que parece a primera vista,
“Sobre el cuidado de la casa común”
Para el papa
Francisco nuestra casa común es nuestra hermana tierra que nos acoge y
sustenta, así lo dijo san Francisco en ese precioso himno que todos conocemos.
“Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos
sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y
hierba”. Todos los seres humanos que estamos en el mundo debemos considerar
esta casa común como nuestro propio hogar, el hogar de todos. Y todos sabemos
por propia experiencia lo supone tener una casa como hogar, no como
residencia habitual.
La encíclica, que
como ya es conocido por todos consta de una introducción breve (15 números de
los 246 que consta la encíclica) y seis capítulos. La concluye con dos
preciosas oraciones, una por nuestra tierra y la otra es una oración
cristiana con la creación, como parte que formamos de esa creación y
fundamentada en la Trinidad que es la autora de todo lo creado.
El papa Francisco parte de la
convicción de que haber recibido este regalo de Dios hace que “nada de este
mundo nos resulte indiferente” (LS 3), porque todas las “criaturas, queridas
en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y
de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad
propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas”
(Catecismo de la Iglesia Católica 339). Los cristianos ante el gran regalo de
la creación se sienten “llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para
que nuestro planeta sea lo que El soñó al crearlo y responda a su proyecto de
paz, belleza y plenitud” (LS 53). Esta convicción lleva al cristiano a ser
protagonista en primera línea en el cuidado del medio ambiente o cuidado del
mundo creado por Amor.
Está escrita precisamente con el
esquema de lo que llamamos la Revisión de vida “método utilizado por la AC
para situar a los militantes en el corazón del mundo y aportar lo específico
de la fe” y un método utilizado de forma especial en los documentos del
Concilio Vaticano segundo. El papa Francisco utiliza para hacer su análisis
el Ver, Juzgar y Actuar, pero le añade un elemento nuevo, “Escuchar”, este
escuchar atraviesa todo el documento. Este esquema de trabajo aparece claramente
reflejado, aunque no con estas palabras, en el número 15, en la introducción,
a la vez que desea que esta Encíclica entre a formar parte de la Doctrina
social de la Iglesia.
Tengo que señalar que en el
desarrollo de este trabajo he organizado este “Ver” “Juzgar” “Actuar”
partiendo de los seis capítulos que tiene la Encíclica, resaltando que el “Escuchar”
es lo que atraviesa toda la reflexión.Es necesario señalar que desde el
primer capítulo este ver-juzgar-actuar ya está presente desde el primer momento
y a lo largo de todo su desarrollo, ya que en todos los capítulos además del
análisis previo aparece la dimensión teológica, antropológica, ética y
política, así como los aspectos sociales, educación y comunicación.
No podemos perder de vista que los
ojos del papa Francisco no son los de un observador neutral, ni los de un
líder social comprometido en la lucha por combatir la pobreza, las
injusticias o el deterioro ambiental, sino más bien los de un líder
espiritual y social, o mejor los de un Pastor atento y solícito ante las
necesidades de la tarea encomendada y las necesidades del todo el Pueblo de
Dios.
Y termina la introducción en el nº
16 haciendo una pequeña lista de los temas que va a tratar en el desarrollo
de la Encíclica
VER
“LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA
CASA, Y EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN”
En los dos primeros capítulos nos
situamos en el “Ver”.
Un ver realista y objetivo, es decir, es un
profundo análisis de la situación real de nuestro mundo repasando los grandes
problemas que sufre, Haciéndolo de una manera realista y científica, es decir
en profundidad y bien asesorado por expertos. También nos dice que no se
pretende hacer una descripción completa y detallada de los problemas, sino
tomar conciencia y “convertir en
sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la
contribución que cada uno puede aportar” (LS 19) (Lo que le está pasando
a nuestra casa).
Nos ayuda a descubrir que en el
mundo creado todo está conectado y en esta conexión se pueden remarcar
algunos aspectos del análisis:
Muchas ciudades consumen energía y
agua en exceso.
Los recursos de la tierra están
siendo depredados.
Los países ricos deben escuchar el
clamor de los pobres.
Miles de especies de la naturaleza
ya no darán gloria a Dios.
Las aguas subterráneas están
amenazadas por la contaminación.
Los peores impactos afectan a los
países pobres.
La humanidad está llamada a tomar
conciencia de este problema.
Los desequilibrios comerciales afectan
al medio ambiente.
El agua potable es indispensable
para la vida humana.
El deterioro del ambiente afecta a
los más débiles del planeta.
En el segundo capítulo este mismo análisis lo hace desde el evangelio(El evangelio de la creación)
iluminando con las convicciones de la fe cristiana la realidad original y
fundamental de la creación, y lo hace de una forma integral: personas, seres
y cosas creadas.
También quiere ayudarnos a caer en
la cuenta de que la Iglesia no es ajena a la creciente preocupación por el
problema ecológico, basta ver que en la encíclica se citan más de 14
documentos de distintas conferencias episcopales sobre el tema.
Llama la atención de una forma
especial, por no ser considerado muchas veces como un problema ecológico,
pero que es coherente con la idea de cuidar nuestra casa común: el «deterioro de la calidad de la vida humana
y degradación social»
Las 80 citas que en estos dos
capítulos aporta el Papa, nos ayudan a descubrir lo enraizada que está esta
encíclica con los documentos de los anteriores papas y con las aportaciones
que las diferentes Conferencias episcopales del Mundo, y de una forma
especial las latinoamericanas, han hecho, sobre el tema de la ecología.
Tampoco se olvida del Catecismo de la Iglesia Católica.
Y como aspectos
fundamentales que no podemos dejar de lado en este VER son:
La íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta.
La convicción de que en el mundo todo está conectado.
La crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de
la tecnología.
La invitación a buscar otros modos de entender la economía y el
progreso.
El valor propio de cada criatura.
El sentido humano de la ecología.
La necesidad de debates sinceros y honestos.
La grave responsabilidad de la política internacional y local.
La cultura del descarte y
la propuesta de un nuevo estilo de vida.
Así nos conduce para que la
mirada de cualquier persona de buena voluntad pueda ir dirigida a que:
Fuimos concebidos en el corazón de Dios.
San Francisco alaba al Señor por sus criaturas.
Los frutos de la tierra deben beneficiar a todos.
Dios nos ha unido al mundo que nos rodea.
Jesús vivió en armonía con la creación.
Dios se hace presente en la naturaleza.
Defendemos la dignidad de todos los seres humanos.
Buena relación con Dios con el prójimo y con la tierra.
El ser humano ha sido creado por Amor.
En este bloque
podemos resaltar que el Papa en sus 58 notas a pie de página, se fija de una
forma especial en los diferentes escritos que han publicado las Conferencias
episcopales de América Latina, de una forma especial el documento de
Aparecida, y Asia en sus reflexiones sobre el medio ambiente y la
evangelización. El Catecismo de la Iglesia Católica siempre marca la línea de
reflexión en todos los papas. De una forma especial se apoya en las
encíclicas de san Juan Pablo II “laboren exercens” “centesimusannus” y
“sollicitudoreisocialis”. De Benedicto XVI “Caritas in veritate” es la que
ilumina su reflexión y, como no, no podemos olvidar el Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia. La “evangeliigaudium” está presente en el
desarrollo de toda la encíclica.
JUZGAR
RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA y UNA ECOLOGÍA
INTEGRAL
Los capítulos
tercero y cuarto diríamos que es el “Juzgar”
El Papa, en el tercer capítulo,
invita a “llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no
miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas” (LS 15) de
los problemas ambientales. Teniendo en cuenta todas las implicaciones que
aporta la luz de la fe al cuidado de nuestra casa común, se pueden valorar
mejor ciertos aspectos que están íntimamente relacionados con la “administración responsable” y que,
al no estar orientados según una visión integral, han provocado y son causa
de los problemas enunciados en el primer capítulo. El punto central se puede
resumir en la frase: “no hay ecología
sin una adecuada antropología” (LS 118).
La tecnología, la ciencia, la
investigación y la innovación, el trabajo, los problemas sociales, son
cuestiones que tienen como protagonista al ser humano. La creciente
preocupación por el medio ambiente en todo el mundo lleva a reconocer tanto
la responsabilidad del hombre por los abusos que ha hecho del ambiente, como
la necesidad que el hombre busque y proponga soluciones a los problemas
ecológicos. La búsqueda de soluciones pasa en primer lugar por solucionar los
problemas humanos es decir centrar el problema en la solución de las
desigualdades humanas.
Se puede resumir en estas claves:
La ciencia y la tecnología no son
neutrales.
Debemos asegurar una vida digna a
los pobres.
El ser humano provoca la rebelión
de la naturaleza.
Con nuestro trabajo somos
instrumentos de Dios.
La modernidad se ha distinguido
por un excesivo antropocentrismo.
El hombre de hoy no usa su poder
como debería.
El ser humano no es el dueño del
mundo creado.
La ecología integral incluye a los
seres humanos.
La tecnología es incapaz de poner
límites a su poder.
El mercado no puede garantizar el
desarrollo humano.
En el nº 119 el Papa lo resume
así: “Cuando el pensamiento cristiano reclama un valor peculiar al ser humano
por encima de las demás criaturas, da lugar a la valoración de cada persona
humana, y así provoca el reconocimiento del otro. La apertura a un “tú” capaz de conocer, amar y
dialogar sigue siendo la mayor nobleza de la persona humana. Por eso, para
una adecuada relación con el mundo creado, no hace falta debilitar la
dimensión social del ser humano y tampoco su dimensión trascendente, su
apertura al “Tú” divino. Porque no
se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las
demás personas y con Dios. Sería un individualismo romántico disfrazado de
belleza ecológica y un asfixiante encierro en la inmanencia”.
La clave fundamental para interpretar el cuidado de
la casa común es la persona humana creada a imagen y semejanza del mismo
Creador. Y en esta clave se encuentra, la persona con la familia como célula básica de la
sociedad y con la cultura.
En el capítulo cuarto(Una ecología integral) el Papa Francisco propone,
“los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente
las dimensiones humanas y sociales” (LS 137). Da un paso más en esta
interpretación de la ecología señalando con contundencia, como hay que tener
en cuenta las distintas dimensiones de la persona humana y su naturaleza
social.
Por eso señala quehablar del medio
ambiente indica una relación entre la naturaleza y la comunidad humana que la
habita. “El análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis
de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de
cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con
los demás y con el ambiente” (LS 141). Por
este motivo la ecología integral incluye también aspectos que influyen en la
vida social, como la economía, la política, la cultura.
El principio básico del bien común y de la justicia ocupan un
apartado importante en este juzgar, y sus referencias directas a Gaudiun et
spes y al compendio de Doctrina Social de la iglesia nos ayudan a descubrir
que “el bien común presupone el
respeto a la persona humana, con derechos básicos e inalienables ordenados a
su desarrollo integral. También reclama el bienestar social y el
desarrollo de los diversos grupos
intermedios, aplicando el
principio de subsidiariedad y también el de la justicia distributiva. De
aquí se deriva, precisamente, una llamada a la solidaridad y una opción preferencial por los más
pobres, y esto implica sacar las consecuencias sobre el destino común de
los bienes de la tierra.
(Bien sabemos que justamente el
bien común, la justicia distributiva, los grupos intermedios en los que se
desarrolla el principio de subsidiariedad y la opción preferencial por los
pobres, la familia, la libertad y dignidad de la persona humana, junto con la
solidaridad son los fundamentos básicos de la Doctrina Social de la Iglesia.
Todos ellos aparecen en los distintos apartados de la Encíclica).
En este bloque del Juzgar aparecen
44 notas a pie de página en las que de
una forma especial el Papa se apoya en san Juan Pablo II y en su enciclica
“centesimusannus”, en la encíclica de Benedicto XVI “caritas in veritatis” y
distintos mensajes con motivo de la Jornada mundial de la paz, y como ya es
habitual en la constitución “Gaudium et spes” del Con. Vat. II. Y en el
compendio de Doctrina social de la Iglesia
de Consejo Pontificio Justicia y Paz. Tambien en la encíclica
“Populorumprogresio” de Pablo VI.
ACTUAR
Capítulos 5º y 6º
ALGUNAS LINEAS DE ORIENTACIÓN Y
ACCIÓN;
EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD
ECOLÓGICA
El Papa está convencido que
después de haber valorado en su justa medida y con la mayor profundidad
posible el problema que nos atañe, no podemos quedarnos solo en el análisis,
hay que actuar por eso mismo es capaz de hacer propuestas de acción. Y lo
hace a diferentes niveles
En el quinto capítulo, se
proponen algunas líneas de acción, inspiradas en la visión integral de la
ecología, tanto a nivel internacional como nacional y local, que ayuden a dar
un cambio de rumbo. El Papa propone grandes líneas de diálogo, que se hade
caracterizar por ser sincero, honesto, interdisciplinar, de modo que,
atendiendo a todos los elementos de los problemas, se puedan llevar a cabo
soluciones concretas. En esta parte, el Papa propone detalles concretos a
tener en cuenta, aun cuando dice«la
Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la
política, pero invito a un debate honesto y transparente, para que las
necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común» (LS
188).
El papa Francisco parte de una
convicción: la humanidad es un pueblo, y la expresión comunidad internacional
a la que hace referencia, significa desde el conjunto de todos los países de
los cinco continentes, hasta las instituciones que de algún modo representan
a la humanidad y que llamamos Cumbres mundiales, en las que últimamente han
estado presentes las cuestiones medioambientales.
Estas líneas de acción apuntan
principalmente sobre estas cuestiones:
La política no debe someterse a
los dictados de la economía.
Es preciso que la economía y la
política inicien un diálogo al servicio de la vida.
A muchos poderosos no les interesa
el cuidado del medio ambiente.
La gravedad de la crisis ecológica
exige que todos pensemos en el bien común.
El camino del diálogo requiere
paciencia, autodisciplina y generosidad.
Para gobernar la economía mundial
urge una autoridad política mundial.
No todo desarrollo tecnológico
puede considerarse progreso.
Algunos países privilegian sus
intereses por encima del bien común.
Los efectos negativos de algunos
modelos de producción afectarán a todos.
Urge promover una gestión adecuada
de los recursos forestales y marinos.
Para terminar el capítulo, el Papa
plantea el diálogo entre las religiones y las ciencias, convencido de que “no se puede sostener que las ciencias
empíricas explican completamente la vida, el entramado de todas las criaturas
y el conjunto de la realidad” (LS 199). La encíclica forma parte de este
diálogo;con ella, la Iglesia se hace partícipe de las preocupaciones del
hombre actual y, consciente que su fe puede aportar mucho para la solución de
los problemas ambientales.Anuncia el Evangelio de la Creación e interpela “a los creyentes a ser coherentes con su
propia fe y a no contradecirla con sus acciones”, y les reclama “que vuelvan a abrirse a la gracia de Dios
y a beber en lo más hondo de sus propias convicciones sobre el amor, la
justicia y la paz” (LS 200).
En el capítulo sexto el papa Francisco concreta que actitudes debemos
adoptar y con qué recursos deberemos
contar para que las líneas de acción propuestas se hagan realidad y sean eficaces.
Nos interesa saber de qué recursos hemos de echar mano no solo para poner
freno al proceso de deterioro del medio ambiente, sino también para no ser
víctimas de las consecuencias de la degradación humana y social de la grave
crisis ecológica que en la que estamos inmersos.
Esto lo hace de tres maneras:
La primera es fijándose en tres grandes ámbitos
que le permite indicarnos como podemos afrontar “un gran desafío cultural, educativo y espiritual que exigirá que
juntos emprendamos un largo camino de renovación”
Primero: Necesitamos apostar por un nuevo estilo de vida,
por una única razón: “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, no
obstante somos sobre todo nosotros, los seres humanos los que debemos
cambiar”
Segundo: Debemos fomentar una educación para la alianza entre
la humanidad y el medio ambiente, una educación que nos permita tomar
conciencia de que la gravedad de la crisis cultural y ecológica requiere que
adoptemos nuevos hábitos de vida.
Tercero: Es indispensable promover una auténtica conversión
ecológica, porque las enseñanzas del evangelio inciden directamente en
nuestra forma de pensar, sentir y vivir. Gracias a esta conversión ecológica,
los efectos de nuestro encuentrocon Jesucristo se harán evidentes en nuestras
relaciones con el mundo que nos rodea.
La segunda forma como nos enseña es recordándonos algunos
rasgos de la espiritualidad ecológica
que en realidad no son otra cosa que dimensiones esenciales de la
espiritualidad cristiana. La espiritualidad cristiana nos propone un modo
alternativo de entender la calidad de vida y por ello alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de
provocar una profunda satisfacción, libre de la obsesión del consumo.
Y en tercer lugar el Papa dedica un apartado a
valorar algunas actitudes evangélicas que tienen una estrecha relación con la
ecología
“Vivir la vocación de ser protectores de la obra de
Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo
opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana” (LS 217). Ser protectores de la
obra de Dios, incluye en primer lugar la protección de nuestros hermanos más
frágiles. Compartir nuestra fe con los demás hombres, crear una cultura
conforme al Evangelio de la creación “es
un bien para la humanidad y para el mundo” (LS 64). Sólo de este modo se
adquirirá “la conciencia de un origen
común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta
conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes
y formas de vida”.
Entre los diversos ámbitos
educativos: la escuela, la familia, los medios de comunicación, la
catequesis, etc. el Papa destaca “la
importancia central de la familia, porque “es el ámbito donde la vida, don de
Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples
ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un
auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la
familia constituye la sede de la cultura de la vida”.
En la familia se cultivan los
primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso
correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local
y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de la
formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente
relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia se aprende a “pedir permiso sin avasallar”, a decir
"gracias" como expresión
de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a “pedir perdón” cuando hacemos algún daño.
El Papa muestra así la necesidad
de una profunda conversión interior
(LS 217), que requiere “examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo
ofendemos a la creación de Dios con nuestras acciones” (LS 218). La
conversión implica «gratitud y gratuidad, es decir, un reconocimiento del
mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencia
actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos aunque nadie los vea o los
reconozca
En consecuencia anima al «creyente
a desarrollar su creatividad y su entusiasmo, para resolver los dramas del
mundo, ofreciéndose a Dios "como
un sacrificio vivo, santo y agradable" (Rm 12,1)» (LS 220).
“El amor, lleno de pequeños gestos
de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las
acciones que procuran construir un mundo mejor” (LS 331). Sólo así
experimentaremos que “vale la pena pasar por este mundo” (LS 212).
El Papa insiste sobre la
importancia de una educación estética
(LS 215), que permite abrirse a la belleza y amarla, pues la apertura a la
belleza de la creación nos lleva a Dios, nos empuja a la contemplación, al
crecimiento en la vida interior. El
cristianismo no es una filosofía, es el encuentro con un Dios que “primerea”,
creador de todo cuanto existe y es bueno.
Esto también
requiere fomentar algunas virtudes poco valoradas en nuestra sociedad como
son la sobriedad, la humildad, el
equilibrio y la paz interior.
No podemos olvidar
como Francisco nos ayuda a descubrir que los signos sacramentales y la
celebración del descanso son un instrumento que Dios ha puesto para que
podamos vivir con más plenitud su amor y hagamos presente en el mundo al
Verbo encarnado y en esta presencia descubrir esa espiritualidad que brota
del Misterio de la Trinidad
En las 46 notas a
pie de página que aparecen en estos dos últimos capítulos además de tomar
textos del compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, de “caritas in
veritate” de Benedicto XVI y varios Mensajes de san Juan Pablo II, podemos
destacar los textos que incorpora de la
exhortación apostólica “Evangeliigaudium”, con lo cual se puede afirmar que
esta encíclica es una continuidad en el magisterio del papa Francisco y un
gran paso que de una forma especial los cristianos hemos de dar en nuestra
relación con toda la obra de la creación.
No nos cabe la
menor duda que esta encíclica entra por propio derecho en el Compendio de
Doctrina Social de la Iglesia
Seis ideas claves con la que resumir todo
el mensaje de “Laudato si”
1ª idea: la necesidad de adquirir una idea correcta
de dominio (LS 67; 68; 155; 220).
Ésta es precisamente una de las claves de
la Laudatosì: la mismadignidad de la persona lleva a una noción
correcta de administración de la creación.
A este respecto, la llamada de atención con claridad
meridiana la dio el Papa san JuanPablo
II, en su carta encíclica Centesimusannus, del1 de mayo de 1991, en el
que usa el término “ecología humana”, para indicar que más graveque la
destrucción del ambiente natural es la destrucción del ambiente humano.
Eldeterioro de este último repercute negativamente en la naturaleza.
Nos decía: “Además de la destrucción irracional del
ambiente natural hay que recordar aquí la más grave aún delambiente
humano, al que, sin embargo, se está lejos de prestar la necesaria
atención. Mientras nospreocupamos justamente, aunque mucho menos de lo
necesario, de preservar los «habitat» naturales de lasdiversas especies
animales amenazadas de extinción, porque nos damos cuenta de que cada una de
ellasaporta su propia contribución al equilibrio general de la tierra, nos
esforzamos muy poco por salvaguardarlas condiciones morales de una
auténtica «ecología humana». No sólo la tierra ha sido dada por Dios
alhombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria de que es un
bien, según la cual le ha sidodada; incluso el hombre es para sí mismo un don
de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural ymoral de la que ha
sido dotado.
Hay que mencionar en este contexto los graves
problemas de la modernaurbanización, la necesidad de un urbanismo preocupado
por la vida de las personas, así como la debidaatención a una «ecología
social» del trabajo. El hombre recibe de Dios su dignidad esencial y con ella
lacapacidad de trascender todo ordenamiento de la sociedad hacia la verdad y
el bien. Sin embargo, estácondicionado por la estructura social en que vive,
por la educación recibida y por el ambiente. Estoselementos pueden facilitar
u obstaculizar su vivir según la verdad. Las decisiones, gracias a las cuales
seconstituye un ambiente humano, pueden crear estructuras concretas de
pecado, impidiendo la plenarealización de quienes son oprimidos de diversas
maneras por las mismas. Demoler tales estructuras ysustituirlas con formas
más auténticas de convivencia es un cometido que exige valentía y paciencia”:
SanJuan Pablo II, Centesimusannus(1-5-1991) n. 38.
2ª idea: la noción de ecología humana (LS
148; 152; 155). El cuidado dela naturaleza debe incluir también un
cuidado de la misma naturaleza humana, no sonaspectos que se puedan separar.
Sólo una naturaleza humana sanada será capaz decuidar adecuadamente de la naturaleza
material.
Quien está
enfermo es el hombre. De una manera especial en Gaudium et
Spes4-10 se formulan algunos de los grandes problemas quecon la actual
globalización se han presentado de manera más clara.No es ninguna casualidad
que el mismo Pablo VI, que escribió la Populorumprogressio(26-3-1967)sobre
el desarrollo de los pueblos, defendiera al mismo tiempo la integridad de la
naturaleza humana frente alos métodos anticonceptivos artificiales en la Humanae
vitae (25-7-1968).
Ya san Juan XXIII señaló que era preciso abrir las
puertas para que entrara airenuevo y limpio y se pudiera presentar de manera
más incisiva el mensaje cristiano que essalvación para el hombre. Quien
repase lo “olvidado” del Concilio Vaticano IIencontrará las pistas y el método
para afrontar las crisis y desafíos de una pre-anunciadaglobalización.
Y es Benedicto XVI quien convoca con urgencia a la
“re-evangelización” en unoscasos y a la “nueva evangelización” en otros para
responder de nuevo a la pregunta básica¿qué es el hombre?, ¿cuál es su origen
y destino?, ¿cuál es su misión en este universo que le fue dado y al que
pertenece?
Es preciso, por ello, recordar que quien está enfermo
es el hombre. Ese toque dealerta sonó en la iglesia y, a decir verdad, si
bien fue escuchado por muchos, la mayoríacasi prefirió olvidarlo.
Comienza con Benedicto XVI en aparecida esta relación
entre ecología natural y ser humano. En aquellas dos intervenciones,
Benedicto XVI, recurriendo a Pablo VI, sedetuvo en describir la imbricación
existente entre realidad humana, social y natural. Poníaasí en evidencia que
el desarrollo auténtico ha de estar orientado a la promoción de todoel hombre
y de todos los hombres, suprimiendo para ello las graves desigualdades
socialesy las enormes diferencias en el acceso a los bienes. Si la humanidad
quiere en verdad lapaz debe tener siempre presente la conexión existente
entre la ecología natural, o sea elrespeto de la naturaleza, y la salvaguarda
y promoción de la dignidad humana.
Tras Aparecida, la “ecología humana” se convirtió en
la mente de Benedicto entema central de su pensamiento.
3ª idea: el Papa Francisco ha mostrado que este
cancer del “relativismo”no se ha extinguido ni se ha curado. Por el
contrario, se ha agudizado, y de una forma prácticaha adquirido una mayor
difusión. Creo que ésta es la tercera gran idea que subyace a laencíclica Laudatosì.
El mismo Papa Francisco ya había aludido a este problema en suprimera
encíclica Lumen fidei; volvió sobre el mismo en la exhortación Evangeliigaudium,
para extraer las consecuencias para la destrucción de la naturaleza en Laudatosì.
Es un dinamismo cruel, que empuja a unapersona a un
pragmatismo descomunal, a utilizar descaradamente al que se tiene al
lado,como si fuera un mero objeto; es la costumbre tan difundida del “usa y
tira”, que genera unsinfín de residuos producto de un consumismo desaforado
(cf. LS 122-123).
Benedicto XVI señaló con su magisterio el campo de
batalla y ordenódoctrinalmente la concepción del cristiano y su papel en el
mundo, poniendo aldescubierto un cáncer maligno que es el “relativismo” y una
serie de peligrosas“metástasis” en el pensar, en el ver y en la acción de la
iglesia, tanto en el ámbito ministerialcomo en general de los bautizados.
Con la encíclica Laudatosì, el papa Francisco nos
da a conocer que es la expresión integral de nuestras “señas de
identidad”,algo así como la relectura del libro del Génesis para la época
nueva de la globalizaciónrecientemente inaugurada.
Experto en la metodología inaugurada por Juan XXIII en
el Concilio, Francisco laha modificado. Ya no es “ver, juzgar, actuar” como
decíamos en la introducción de este trabajo, sino “ver, escuchar, juzgar, actuar, y nos atrevemos a añadir uno
nuevo,y celebrar”.
No es ingenuo el Papa cuando reclama las modificaciones
del ver en elescuchar las razones y angustias de otros, o cuando exige que
los puntos de partida paraemitir un juicio sean los del Evangelio que preside
y legitima la doctrina de la iglesia. Sieso no es así, se caerá
irremediablemente en el terreno de las ideologías y en el charcomovedizo de
los intereses sesgados.
“El gemido de la tierra está unido al gemido de los
abandonados del mundo” con unclamor que nos reclama otro rumbo (cf. LS 53),
porque de nada sirven la clarividencia delanálisis y de las teorías si no se
es lúcido y decidido en los cambios que deben efectuarsey en el momento
adecuado en que han de producirse. Por ello, el Papa Francisco nos propone
aprender a mirar y a mirarse desde la fe.
4ª idea: la necesidad de insistir en la noción de
creación (LS 124; 130, entre otros muchos).
El Papa observa los acontecimientos del hoy, valora
enormemente lo alcanzado porla inteligencia humana y se niega a aceptar ese
“humanismo sin Dios” que instala almercado y a la ciencia y la tecnología
como los nuevos ídolos de una vieja y derrotada soberbia. Es necesario
comprender que una vez que la ciencia la técnica y el pensamiento se
encuentran con un final, comienza siempre la sabiduría del creador. Alli
aparece Dios.
5º idea: lacuestión del cuidado de la naturaleza
como obligación social, o si se quiere, el paso delorden de la creación y
la naturaleza a su desarrollo en leyes y en la sociedad.
El problema viene si el centro del sistema no es el
ser humano sino el dinero, puesentonces el hombre y la mujer dejan de
considerarse como personas y pasan a ser parte delo desechable. La vigencia
de las decisiones es clara. Es preciso optar: o servimos a Dios através del
prójimo o servimos al mercado en cuyo altar no se dignifica a las personas
sinose constata su envilecimiento y perdición (cf. Mt 22,21). Hoy son más
actuales que nuncalas enseñanzas de la Iglesia sobre el bien común y la
sociedad.
Y no se puede olvidar que ecología y economía nopueden
caminar por senderos diferentes porque se pertenecen, y divididos son un
factorde destrucción ya que la “Casa Común” (ecología) debe generar un tipo
deadministración (economía) que humanice y conduzca a esa extraña – para
muchos – calidadde vida que expresa el mandamiento del amor al prójimo.
6ª idea: Setrata de la “ecología integral”. Otra
idea esencial de laencíclica Laudatosì, la sexta, que nos gustaría
que se abriera camino con fuerza y seconvirtiera en una herramienta clave para
el trabajo en las futuras Cumbres Mundiales sobre el medio ambiente y el
calentamiento global
Son muchos los que dicen que, si tuviéramos que
quedarnos con una sola idea deLaudatosì habría que escoger la de haber
puesto de relieve, en un primer plano, elconcepto de ecología integral. Con
ese término, se entiende aquella preocupación einiciativas que unen la tutela
y el cuidado del ambiente con el amor preferencial por lospobres, la
promoción del bien común, la erradicación de la pobreza, la lucha contra
elhambre y la malnutrición. Justamente se llama integral porque
considera todos esossectores como interconectados, en una vinculación
recíproca, estrecha y benéfica. Laecología integral, por tanto, reclama una
mirada sobre el planeta, nuestra casa común,desde la ventana de los derechos
humanos, el primero de ellos, la vida, y firmemente ligadoa éste el derecho a
la alimentación (LS 137-162)
El papa es realista y sabe que son varios los caminos
que confluyen pararescatar al ser humano del equivocado camino emprendido,
camino que ha llevado alabismo de la degradación actual de la naturaleza.
Uno de ellos es la “conversión”, que
requiere el conocimiento de Dios como“Padre Nuestro” y “Creador”, en un acto
continuado de fe que anime la esperanza ydinamice la caridad. En este año año
jubilar de la misericordia que estamos celebrando, elPapa hace una llamada
reiterada a la conversión.
En la Laudatosì, el Papa,retomando intuiciones
de san Juan Pablo II, hablará de “conversión ecológica”, “que implicadejar
brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las
relaciones conel mundo que los rodea” (n. 217).
Otro camino complementario, pero fundamental, porque
se origina y deriva delanterior es el compromiso de todo bautizado de
evangelizar y dar testimonio continuo dela “verdad” que le fue entregada como
“gracia”, como “común-unidad”, como comunidadcapaz de convivir
enriqueciendo y dignificando la creación de la que siendo parte ha deasumir
la tarea privilegiada de guiarla; no ha de olvidarse que el aprendizaje de
laconvivencia tiene lugar en la familia que es “común-unión” –comunión- y que
su tarea esinsustituible y finalmente y reasumir los compromisos que permitan
– vencida la corrupción– el ejercicio del poder a través de la política que
ha de atender a la realización del bien común.
La Iglesia en varias ocasiones ha recordado toda una
serie de tareas yobligaciones de los laicos en este campo de la política.
No se puede sustituir la política por la actuación de
grupos económicosnacionales o supranacionales que hurten la voluntad popular
y la destruyan en lasactividades criminales que hoy día se expresan en la
“trata de personas, el narcotráfico y laviolencia” (LS 197) y que por lo
común se coronan y alcanzan su máxima expresión en elterrorismo. La política
es una forma privilegiada de amor al prójimo y debe interesar atodos.
En definitiva, y sería otro camino, se hace necesario
apostarpor otro estilo de vida (LS 203), en una nueva alianza entre la
humanidad y el ambienteque sea reflejo cierto de la Alianza entre Dios y una
humanidad en camino, unida y con lacerteza de que “si no luchamos juntos
seremos colgados por separado”. En realidadmuchos consejos de sobriedad que
han caracterizado la ascética cristiana son hoy másactuales que nunca, si se
quiere una relación sostenible con el ambiente.
Y para terminar me gustaría tener una mirada rápida al
mensaje que el Papa ha escrito con motivo de la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación.
En este mensaje el papa Francisco recuerda lo
fundamental de Laudato si y lo hace con la misma metodología. Aunque lo
expresa en seis puntos que los fundamenta desde la llamada a la conversión
que surge de celebrar el Jubileo de la Misericordia.
1. La tierra grita…
Con este Mensaje, renuevo el diálogo con “toda persona
que vive en este planeta” respecto a los sufrimientos que afligen a los
pobres y la devastación del medio ambiente. Dios nos hizo el don de un jardín
exuberante, pero lo estamos convirtiendo en una superficie contaminada de “escombros,
desiertos y suciedad” (LS, 161). “Por nuestra causa, miles de especies ya no
darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio
mensaje. No tenemos derecho» (ibíd., 33).
2. …porque
hemos pecado
En este Año Jubilar, aprendamos a buscar la
misericordia de Dios por los pecados cometidos contra la creación, que hasta
ahora no hemos sabido reconocer ni confesar; y comprometámonos a realizar
pasos concretos en el camino de la conversión ecológica, que pide una clara
toma de conciencia de nuestra responsabilidad con nosotros mismos, con el
prójimo, con la creación y con el creador (LS, 10; 229).
3. Examen
de conciencia y arrepentimiento
El primer paso en este camino es siempre un examen de
conciencia, que «implica gratitud y gratuidad, es decir, un reconocimiento
del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como
consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos
[…]Arrepintámonos del mal que estamos haciendo a nuestra casa común.
4. Cambiar
de ruta
El examen de conciencia, el arrepentimiento y la
confesión al Padre rico de misericordia, nos conducen a un firme propósito de
cambio de vida. Y esto debe traducirse en actitudes y comportamientos
concretos más respetuosos con la creación, como, por ejemplo, hacer un uso
prudente del plástico y del papel, no desperdiciar el agua, la comida y la
energía eléctrica, diferenciar los residuos, tratar con cuidado a los otros
seres vivos, utilizar el transporte público y compartir el mismo vehículo
entre varias personas, entre otras cosas (LS, 211). Cambiar de ruta significa,
por lo tanto, “respetar escrupulosamente el mandamiento originario de
preservar la creación de todo mal, ya sea por nuestro bien o por el bien de
los demás seres humanos” (LS, 160).
5. Una
nueva obra de misericordia
“Nada une más con Dios que un acto de misericordia,
bien sea que se trate de la misericordia con que el Señor nos perdona
nuestros pecados, o bien de la gracia que nos da para practicar las obras de
misericordia en su nombre”
Como obra de misericordia espiritual, el cuidado de la
casa común precisa de “la contemplación agradecida del mundo” (LS, 214) que “nos
permite descubrir a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere
transmitir” (ibíd., 85). Como obra de misericordia corporal, el cuidado de la
casa común, necesita «simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de
la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo […] y se manifiesta en todas
las acciones que procuran construir un mundo mejor» (ibíd., 230-231).
6. En
conclusión, oremos
A pesar de nuestros pecados y los tremendos desafíos
que tenemos delante, no perdamos la esperanza: “El Creador no nos abandona,
nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos
creado […] porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor
siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos” (LS, 13; 245). Y por todo esto,
recemos:
«Oh Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar a los abandonados
y a los olvidados de esta tierra
que son tan valiosos a tus ojos. […]
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra (LS,
246).
Dios de Misericordia, concédenos recibir
tu perdón
y de transmitir tu misericordia en toda
nuestra casa común.
Alabado seas.
Amen.
Bibliografía.
-
Loado
seas, mi Señor
Comentario a la encíclica “Laudato si”
del papa Francisco. Fernando Chica Arellano, Carlos Granados García. BAC 2015
-
Carta del
PAPA FRANCISCO
ECOLOGIA
INTEGRAL. Francesc Riu Rovira de Villar. Edebe 2016
-
Comentario
a “Laudato si”
Conferencia
de Mons. Fernando Chica Orellano en el VIII Encuentro de Consiliarios
Diocesanos de Manos Unidas. Enero 2016
-
Fichas de
trabajo
El cuidado de la casa común. Departamento de formación
sociopolítica de la diócesis de
Burgos. 2016
-
Presentación
de “Laudato si” en la Nueva Aula del Sínodo en el Vaticano el 18 de junio de
2015
Mensajedel
papa Francisco del 1 deseptiembre de 2016 con motivo de la “Jornada Mundial
de Oración por el cuidado de la Creación
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