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sábado, 24 de septiembre de 2016

"LAUDATO SI". LECCION INAUGURAL CURSO 2016-2017 POR D. JULIO MARIN GIL

“Laudato si”

“SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN”

UNA METODOLOGÍA TEOLÓGICO – PASTORAL  EN  EL PLANTEAMIENTO DE LA ENCICLICA: VER, JUZGAR, ACTUAR



INTRODUCCIÓN

El título de la encíclica, en pocas palabras dice mucho más de lo que parece a primera vista, “Sobre el cuidado de la casa común”
Para el papa Francisco nuestra casa común es nuestra hermana tierra que nos acoge y sustenta, así lo dijo san Francisco en ese precioso himno que todos conocemos. “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba”. Todos los seres humanos que estamos en el mundo debemos considerar esta casa común como nuestro propio hogar, el hogar de todos. Y todos sabemos por propia experiencia lo supone tener una casa como hogar, no como residencia habitual.
La encíclica, que como ya es conocido por todos consta de una introducción breve (15 números de los 246 que consta la encíclica) y seis capítulos. La concluye con dos preciosas oraciones, una por nuestra tierra y la otra es una oración cristiana con la creación, como parte que formamos de esa creación y fundamentada en la Trinidad que es la autora de todo lo creado.
El papa Francisco parte de la convicción de que haber recibido este regalo de Dios hace que “nada de este mundo nos resulte indiferente” (LS 3), porque todas las “criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas” (Catecismo de la Iglesia Católica 339). Los cristianos ante el gran regalo de la creación se sienten “llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que El soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud” (LS 53). Esta convicción lleva al cristiano a ser protagonista en primera línea en el cuidado del medio ambiente o cuidado del mundo creado por Amor.
Está escrita precisamente con el esquema de lo que llamamos la Revisión de vida “método utilizado por la AC para situar a los militantes en el corazón del mundo y aportar lo específico de la fe” y un método utilizado de forma especial en los documentos del Concilio Vaticano segundo. El papa Francisco utiliza para hacer su análisis el Ver, Juzgar y Actuar, pero le añade un elemento nuevo, “Escuchar”, este escuchar atraviesa todo el documento. Este esquema de trabajo aparece claramente reflejado, aunque no con estas palabras, en el número 15, en la introducción, a la vez que desea que esta Encíclica entre a formar parte de la Doctrina social de la Iglesia.
Tengo que señalar que en el desarrollo de este trabajo he organizado este “Ver” “Juzgar” “Actuar” partiendo de los seis capítulos que tiene la Encíclica, resaltando que el “Escuchar” es lo que atraviesa toda la reflexión.Es necesario señalar que desde el primer capítulo este ver-juzgar-actuar ya está presente desde el primer momento y a lo largo de todo su desarrollo, ya que en todos los capítulos además del análisis previo aparece la dimensión teológica, antropológica, ética y política, así como los aspectos sociales, educación y comunicación.
No podemos perder de vista que los ojos del papa Francisco no son los de un observador neutral, ni los de un líder social comprometido en la lucha por combatir la pobreza, las injusticias o el deterioro ambiental, sino más bien los de un líder espiritual y social, o mejor los de un Pastor atento y solícito ante las necesidades de la tarea encomendada y las necesidades del todo el Pueblo de Dios.
Y termina la introducción en el nº 16 haciendo una pequeña lista de los temas que va a tratar en el desarrollo de la Encíclica

VER
“LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA, Y EL EVANGELIO DE LA CREACIÓN”
En los dos primeros capítulos nos situamos en el “Ver”.
 Un ver realista y objetivo, es decir, es un profundo análisis de la situación real de nuestro mundo repasando los grandes problemas que sufre, Haciéndolo de una manera realista y científica, es decir en profundidad y bien asesorado por expertos. También nos dice que no se pretende hacer una descripción completa y detallada de los problemas, sino tomar conciencia y “convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (LS 19) (Lo que le está pasando a nuestra casa).
Nos ayuda a descubrir que en el mundo creado todo está conectado y en esta conexión se pueden remarcar algunos aspectos del análisis:
Muchas ciudades consumen energía y agua en exceso.
Los recursos de la tierra están siendo depredados.
Los países ricos deben escuchar el clamor de los pobres.
Miles de especies de la naturaleza ya no darán gloria a Dios.
Las aguas subterráneas están amenazadas por la contaminación.
Los peores impactos afectan a los países pobres.
La humanidad está llamada a tomar conciencia de este problema.
Los desequilibrios comerciales afectan al medio ambiente.
El agua potable es indispensable para la vida humana.
El deterioro del ambiente afecta a los más débiles del planeta.

En el segundo capítulo este mismo análisis lo hace desde el evangelio(El evangelio de la creación) iluminando con las convicciones de la fe cristiana la realidad original y fundamental de la creación, y lo hace de una forma integral: personas, seres y cosas creadas.
También quiere ayudarnos a caer en la cuenta de que la Iglesia no es ajena a la creciente preocupación por el problema ecológico, basta ver que en la encíclica se citan más de 14 documentos de distintas conferencias episcopales sobre el tema.
Llama la atención de una forma especial, por no ser considerado muchas veces como un problema ecológico, pero que es coherente con la idea de cuidar nuestra casa común: el «deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social»
Las 80 citas que en estos dos capítulos aporta el Papa, nos ayudan a descubrir lo enraizada que está esta encíclica con los documentos de los anteriores papas y con las aportaciones que las diferentes Conferencias episcopales del Mundo, y de una forma especial las latinoamericanas, han hecho, sobre el tema de la ecología. Tampoco se olvida del Catecismo de la Iglesia Católica.
Y como aspectos fundamentales que no podemos dejar de lado en este VER son:
La íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta.
La convicción de que en el mundo todo está conectado.
La crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología.
La invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso.
El valor propio de cada criatura.
El sentido humano de la ecología.
La necesidad de debates sinceros y honestos.
La grave responsabilidad de la política internacional y local.
La cultura del descarte y
la propuesta de un nuevo estilo de vida.
Así nos conduce para que la  mirada de cualquier persona de buena voluntad pueda ir dirigida a que:
Fuimos concebidos en el corazón de Dios.
San Francisco alaba al Señor por sus criaturas.
Los frutos de la tierra deben beneficiar a todos.
Dios nos ha unido al mundo que nos rodea.
Jesús vivió en armonía con la creación.
Dios se hace presente en la naturaleza.
Defendemos la dignidad de todos los seres humanos.
Buena relación con Dios con el prójimo y con la tierra.
El ser humano ha sido creado por Amor.
En este bloque podemos resaltar que el Papa en sus 58 notas a pie de página, se fija de una forma especial en los diferentes escritos que han publicado las Conferencias episcopales de América Latina, de una forma especial el documento de Aparecida, y Asia en sus reflexiones sobre el medio ambiente y la evangelización. El Catecismo de la Iglesia Católica siempre marca la línea de reflexión en todos los papas. De una forma especial se apoya en las encíclicas de san Juan Pablo II “laboren exercens” “centesimusannus” y “sollicitudoreisocialis”. De Benedicto XVI “Caritas in veritate” es la que ilumina su reflexión y, como no, no podemos olvidar el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. La “evangeliigaudium” está presente en el desarrollo de toda la encíclica.

JUZGAR
RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA y UNA ECOLOGÍA INTEGRAL
 Los capítulos tercero y cuarto diríamos que es  el “Juzgar”
El Papa, en el tercer capítulo, invita a “llegar a las raíces de la actual situación, de manera que no miremos sólo los síntomas sino también las causas más profundas” (LS 15) de los problemas ambientales. Teniendo en cuenta todas las implicaciones que aporta la luz de la fe al cuidado de nuestra casa común, se pueden valorar mejor ciertos aspectos que están íntimamente relacionados con la “administración responsable” y que, al no estar orientados según una visión integral, han provocado y son causa de los problemas enunciados en el primer capítulo. El punto central se puede resumir en la frase: “no hay ecología sin una adecuada antropología” (LS 118).
La tecnología, la ciencia, la investigación y la innovación, el trabajo, los problemas sociales, son cuestiones que tienen como protagonista al ser humano. La creciente preocupación por el medio ambiente en todo el mundo lleva a reconocer tanto la responsabilidad del hombre por los abusos que ha hecho del ambiente, como la necesidad que el hombre busque y proponga soluciones a los problemas ecológicos. La búsqueda de soluciones pasa en primer lugar por solucionar los problemas humanos es decir centrar el problema en la solución de las desigualdades humanas.
Se puede resumir en estas claves:
La ciencia y la tecnología no son neutrales.
Debemos asegurar una vida digna a los pobres.
El ser humano provoca la rebelión de la naturaleza.
Con nuestro trabajo somos instrumentos de Dios.
La modernidad se ha distinguido por un excesivo antropocentrismo.
El hombre de hoy no usa su poder como debería.
El ser humano no es el dueño del mundo creado.
La ecología integral incluye a los seres humanos.
La tecnología es incapaz de poner límites a su poder.
El mercado no puede garantizar el desarrollo humano.
En el nº 119 el Papa lo resume así: “Cuando el pensamiento cristiano reclama un valor peculiar al ser humano por encima de las demás criaturas, da lugar a la valoración de cada persona humana, y así provoca el reconocimiento del otro. La apertura a un “tú” capaz de conocer, amar y dialogar sigue siendo la mayor nobleza de la persona humana. Por eso, para una adecuada relación con el mundo creado, no hace falta debilitar la dimensión social del ser humano y tampoco su dimensión trascendente, su apertura al “Tú” divino. Porque no se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás personas y con Dios. Sería un individualismo romántico disfrazado de belleza ecológica y un asfixiante encierro en la inmanencia”.
La clave fundamental para interpretar el cuidado de la casa común es la persona humana creada a imagen y semejanza del mismo Creador. Y en esta clave se encuentra, la persona  con la familia como célula básica de la sociedad y con la cultura.
En el capítulo cuarto(Una ecología integral) el Papa Francisco propone, “los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales” (LS 137). Da un paso más en esta interpretación de la ecología señalando con contundencia, como hay que tener en cuenta las distintas dimensiones de la persona humana y su naturaleza social.
Por eso señala quehablar del medio ambiente indica una relación entre la naturaleza y la comunidad humana que la habita. “El análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma, que genera un determinado modo de relacionarse con los demás y con el ambiente” (LS 141). Por este motivo la ecología integral incluye también aspectos que influyen en la vida social, como la economía, la política, la cultura.
El principio básico del bien común y de la justicia ocupan un apartado importante en este juzgar, y sus referencias directas a Gaudiun et spes y al compendio de Doctrina Social de la iglesia nos ayudan a descubrir que “el bien común presupone el respeto a la persona humana, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral. También reclama el bienestar social y el desarrollo de los diversos grupos intermedios, aplicando el principio de subsidiariedad y también el de la justicia distributiva. De aquí se deriva, precisamente, una llamada a la solidaridad y una opción preferencial por los más pobres, y esto implica sacar las consecuencias sobre el destino común de los bienes de la tierra.
(Bien sabemos que justamente el bien común, la justicia distributiva, los grupos intermedios en los que se desarrolla el principio de subsidiariedad y la opción preferencial por los pobres, la familia, la libertad y dignidad de la persona humana, junto con la solidaridad son los fundamentos básicos de la Doctrina Social de la Iglesia. Todos ellos aparecen en los distintos apartados de la Encíclica).
En este bloque del Juzgar aparecen 44 notas a pie de página  en las que de una forma especial el Papa se apoya en san Juan Pablo II y en su enciclica “centesimusannus”, en la encíclica de Benedicto XVI “caritas in veritatis” y distintos mensajes con motivo de la Jornada mundial de la paz, y como ya es habitual en la constitución “Gaudium et spes” del Con. Vat. II. Y en el compendio de Doctrina social de la Iglesia  de Consejo Pontificio Justicia y Paz. Tambien en la encíclica “Populorumprogresio” de Pablo VI.
ACTUAR


Capítulos 5º y 6º
ALGUNAS LINEAS DE ORIENTACIÓN Y ACCIÓN;
EDUCACIÓN Y ESPIRITUALIDAD ECOLÓGICA
El Papa está convencido que después de haber valorado en su justa medida y con la mayor profundidad posible el problema que nos atañe, no podemos quedarnos solo en el análisis, hay que actuar por eso mismo es capaz de hacer propuestas de acción. Y lo hace a diferentes niveles
En el quinto capítulo, se proponen algunas líneas de acción, inspiradas en la visión integral de la ecología, tanto a nivel internacional como nacional y local, que ayuden a dar un cambio de rumbo. El Papa propone grandes líneas de diálogo, que se hade caracterizar por ser sincero, honesto, interdisciplinar, de modo que, atendiendo a todos los elementos de los problemas, se puedan llevar a cabo soluciones concretas. En esta parte, el Papa propone detalles concretos a tener en cuenta, aun cuando dice«la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política, pero invito a un debate honesto y transparente, para que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común» (LS 188).
El papa Francisco parte de una convicción: la humanidad es un pueblo, y la expresión comunidad internacional a la que hace referencia, significa desde el conjunto de todos los países de los cinco continentes, hasta las instituciones que de algún modo representan a la humanidad y que llamamos Cumbres mundiales, en las que últimamente han estado presentes las cuestiones medioambientales.
Estas líneas de acción apuntan principalmente sobre estas cuestiones:
La política no debe someterse a los dictados de la economía.
Es preciso que la economía y la política inicien un diálogo al servicio de la vida.
A muchos poderosos no les interesa el cuidado del medio ambiente.
La gravedad de la crisis ecológica exige que todos pensemos en el bien común.
El camino del diálogo requiere paciencia, autodisciplina y generosidad.
Para gobernar la economía mundial urge una autoridad política mundial.
No todo desarrollo tecnológico puede considerarse progreso.
Algunos países privilegian sus intereses por encima del bien común.
Los efectos negativos de algunos modelos de producción afectarán a todos.
Urge promover una gestión adecuada de los recursos forestales y marinos.
Para terminar el capítulo, el Papa plantea el diálogo entre las religiones y las ciencias, convencido de que “no se puede sostener que las ciencias empíricas explican completamente la vida, el entramado de todas las criaturas y el conjunto de la realidad” (LS 199). La encíclica forma parte de este diálogo;con ella, la Iglesia se hace partícipe de las preocupaciones del hombre actual y, consciente que su fe puede aportar mucho para la solución de los problemas ambientales.Anuncia el Evangelio de la Creación e interpela “a los creyentes a ser coherentes con su propia fe y a no contradecirla con sus acciones”, y les reclama “que vuelvan a abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo más hondo de sus propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz” (LS 200).
En el capítulo sexto el papa Francisco concreta que actitudes debemos adoptar y con qué  recursos deberemos contar para que las líneas de acción propuestas se hagan realidad y sean eficaces. Nos interesa saber de qué recursos hemos de echar mano no solo para poner freno al proceso de deterioro del medio ambiente, sino también para no ser víctimas de las consecuencias de la degradación humana y social de la grave crisis ecológica que en la que estamos inmersos.
Esto lo hace de tres maneras:
La primera es fijándose en tres grandes ámbitos que le permite indicarnos como podemos afrontar “un gran desafío cultural, educativo y espiritual que exigirá que juntos emprendamos un largo camino de renovación
Primero: Necesitamos apostar por un nuevo estilo de vida, por una única razón: “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, no obstante somos sobre todo nosotros, los seres humanos los que debemos cambiar”
Segundo: Debemos fomentar una educación para la alianza entre la humanidad y el medio ambiente, una educación que nos permita tomar conciencia de que la gravedad de la crisis cultural y ecológica requiere que adoptemos nuevos hábitos de vida.
Tercero: Es indispensable promover una auténtica conversión ecológica, porque las enseñanzas del evangelio inciden directamente en nuestra forma de pensar, sentir y vivir. Gracias a esta conversión ecológica, los efectos de nuestro encuentrocon Jesucristo se harán evidentes en nuestras relaciones con el mundo que nos rodea.
La segunda forma como nos enseña es recordándonos algunos rasgos de la espiritualidad ecológica que en realidad no son otra cosa que dimensiones esenciales de la espiritualidad cristiana. La espiritualidad cristiana nos propone un modo alternativo de entender la calidad de vida y por ello alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de provocar una profunda satisfacción, libre de la obsesión del consumo.
Y en tercer lugar el Papa dedica un apartado a valorar algunas actitudes evangélicas que tienen una estrecha relación con la ecología
“Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana” (LS 217). Ser protectores de la obra de Dios, incluye en primer lugar la protección de nuestros hermanos más frágiles. Compartir nuestra fe con los demás hombres, crear una cultura conforme al Evangelio de la creación “es un bien para la humanidad y para el mundo” (LS 64). Sólo de este modo se adquirirá “la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida”.
Entre los diversos ámbitos educativos: la escuela, la familia, los medios de comunicación, la catequesis, etc. el Papa destaca “la importancia central de la familia, porque “es el ámbito donde la vida, don de Dios, puede ser acogida y protegida de manera adecuada contra los múltiples ataques a que está expuesta, y puede desarrollarse según las exigencias de un auténtico crecimiento humano. Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida”.
En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia se aprende a “pedir permiso sin avasallar”, a decir "gracias" como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a “pedir perdón” cuando hacemos algún daño.
El Papa muestra así la necesidad de una profunda conversión interior (LS 217), que requiere “examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo ofendemos a la creación de Dios con nuestras acciones” (LS 218). La conversión implica «gratitud y gratuidad, es decir, un reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos aunque nadie los vea o los reconozca
En consecuencia anima al «creyente a desarrollar su creatividad y su entusiasmo, para resolver los dramas del mundo, ofreciéndose a Dios "como un sacrificio vivo, santo y agradable" (Rm 12,1)» (LS 220).
“El amor, lleno de pequeños gestos de cuidado mutuo, es también civil y político, y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor” (LS 331). Sólo así experimentaremos que “vale la pena pasar por este mundo” (LS 212).
El Papa insiste sobre la importancia de una educación estética (LS 215), que permite abrirse a la belleza y amarla, pues la apertura a la belleza de la creación nos lleva a Dios, nos empuja a la contemplación, al crecimiento en la vida interior. El cristianismo no es una filosofía, es el encuentro con un Dios que “primerea”, creador de todo cuanto existe y es bueno.
Esto también requiere fomentar algunas virtudes poco valoradas en nuestra sociedad como son la sobriedad, la humildad, el equilibrio y la paz interior.
No podemos olvidar como Francisco nos ayuda a descubrir que los signos sacramentales y la celebración del descanso son un instrumento que Dios ha puesto para que podamos vivir con más plenitud su amor y hagamos presente en el mundo al Verbo encarnado y en esta presencia descubrir esa espiritualidad que brota del Misterio de la Trinidad
 En las 46 notas a pie de página que aparecen en estos dos últimos capítulos además de tomar textos del compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, de “caritas in veritate” de Benedicto XVI y varios Mensajes de san Juan Pablo II, podemos destacar  los textos que incorpora de la exhortación apostólica “Evangeliigaudium”, con lo cual se puede afirmar que esta encíclica es una continuidad en el magisterio del papa Francisco y un gran paso que de una forma especial los cristianos hemos de dar en nuestra relación con toda la obra de la creación.
No nos cabe la menor duda que esta encíclica entra por propio derecho en el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia

 Seis ideas claves con la que resumir todo el mensaje de “Laudato si”

1ª idea: la necesidad de adquirir una idea correcta de dominio (LS 67; 68; 155; 220).
Ésta es precisamente una de las claves de la Laudatosì: la mismadignidad de la persona lleva a una noción correcta de administración de la creación.
A este respecto, la llamada de atención con claridad meridiana la dio el Papa  san JuanPablo II, en su carta encíclica Centesimusannus, del1 de mayo de 1991, en el que usa el término “ecología humana”, para indicar que más graveque la destrucción del ambiente natural es la destrucción del ambiente humano. Eldeterioro de este último repercute negativamente en la naturaleza.
Nos decía: “Además de la destrucción irracional del ambiente natural hay que recordar aquí la más grave aún delambiente humano, al que, sin embargo, se está lejos de prestar la necesaria atención. Mientras nospreocupamos justamente, aunque mucho menos de lo necesario, de preservar los «habitat» naturales de lasdiversas especies animales amenazadas de extinción, porque nos damos cuenta de que cada una de ellasaporta su propia contribución al equilibrio general de la tierra, nos esforzamos muy poco por salvaguardarlas condiciones morales de una auténtica «ecología humana». No sólo la tierra ha sido dada por Dios alhombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sidodada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural ymoral de la que ha sido dotado.
Hay que mencionar en este contexto los graves problemas de la modernaurbanización, la necesidad de un urbanismo preocupado por la vida de las personas, así como la debidaatención a una «ecología social» del trabajo. El hombre recibe de Dios su dignidad esencial y con ella lacapacidad de trascender todo ordenamiento de la sociedad hacia la verdad y el bien. Sin embargo, estácondicionado por la estructura social en que vive, por la educación recibida y por el ambiente. Estoselementos pueden facilitar u obstaculizar su vivir según la verdad. Las decisiones, gracias a las cuales seconstituye un ambiente humano, pueden crear estructuras concretas de pecado, impidiendo la plenarealización de quienes son oprimidos de diversas maneras por las mismas. Demoler tales estructuras ysustituirlas con formas más auténticas de convivencia es un cometido que exige valentía y paciencia”: SanJuan Pablo II, Centesimusannus(1-5-1991) n. 38.

2ª idea: la noción de ecología humana (LS 148; 152; 155). El cuidado dela naturaleza debe incluir también un cuidado de la misma naturaleza humana, no sonaspectos que se puedan separar. Sólo una naturaleza humana sanada será capaz decuidar adecuadamente de la naturaleza material.
Quien está enfermo es el hombre. De una manera especial en Gaudium et Spes4-10 se formulan algunos de los grandes problemas quecon la actual globalización se han presentado de manera más clara.No es ninguna casualidad que el mismo Pablo VI, que escribió la Populorumprogressio(26-3-1967)sobre el desarrollo de los pueblos, defendiera al mismo tiempo la integridad de la naturaleza humana frente alos métodos anticonceptivos artificiales en la Humanae vitae (25-7-1968).
Ya san Juan XXIII señaló que era preciso abrir las puertas para que entrara airenuevo y limpio y se pudiera presentar de manera más incisiva el mensaje cristiano que essalvación para el hombre. Quien repase lo “olvidado” del Concilio Vaticano IIencontrará las pistas y el método para afrontar las crisis y desafíos de una pre-anunciadaglobalización.
Y es Benedicto XVI quien convoca con urgencia a la “re-evangelización” en unoscasos y a la “nueva evangelización” en otros para responder de nuevo a la pregunta básica¿qué es el hombre?, ¿cuál es su origen y destino?, ¿cuál es su misión en este universo que le fue dado y al que pertenece?
Es preciso, por ello, recordar que quien está enfermo es el hombre. Ese toque dealerta sonó en la iglesia y, a decir verdad, si bien fue escuchado por muchos, la mayoríacasi prefirió olvidarlo.
Comienza con Benedicto XVI en aparecida esta relación entre ecología natural y ser humano. En aquellas dos intervenciones, Benedicto XVI, recurriendo a Pablo VI, sedetuvo en describir la imbricación existente entre realidad humana, social y natural. Poníaasí en evidencia que el desarrollo auténtico ha de estar orientado a la promoción de todoel hombre y de todos los hombres, suprimiendo para ello las graves desigualdades socialesy las enormes diferencias en el acceso a los bienes. Si la humanidad quiere en verdad lapaz debe tener siempre presente la conexión existente entre la ecología natural, o sea elrespeto de la naturaleza, y la salvaguarda y promoción de la dignidad humana.
Tras Aparecida, la “ecología humana” se convirtió en la mente de Benedicto entema central de su pensamiento.

3ª idea: el Papa Francisco ha mostrado que este cancer del “relativismo”no se ha extinguido ni se ha curado. Por el contrario, se ha agudizado, y de una forma prácticaha adquirido una mayor difusión. Creo que ésta es la tercera gran idea que subyace a laencíclica Laudatosì. El mismo Papa Francisco ya había aludido a este problema en suprimera encíclica Lumen fidei; volvió sobre el mismo en la exhortación Evangeliigaudium, para extraer las consecuencias para la destrucción de la naturaleza en Laudatosì.
Es un dinamismo cruel, que empuja a unapersona a un pragmatismo descomunal, a utilizar descaradamente al que se tiene al lado,como si fuera un mero objeto; es la costumbre tan difundida del “usa y tira”, que genera unsinfín de residuos producto de un consumismo desaforado (cf. LS 122-123).
Benedicto XVI señaló con su magisterio el campo de batalla y ordenódoctrinalmente la concepción del cristiano y su papel en el mundo, poniendo aldescubierto un cáncer maligno que es el “relativismo” y una serie de peligrosas“metástasis” en el pensar, en el ver y en la acción de la iglesia, tanto en el ámbito ministerialcomo en general de los bautizados.
Con la encíclica Laudatosì, el papa Francisco nos da a conocer que es la expresión integral de nuestras “señas de identidad”,algo así como la relectura del libro del Génesis para la época nueva de la globalizaciónrecientemente inaugurada.
Experto en la metodología inaugurada por Juan XXIII en el Concilio, Francisco laha modificado. Ya no es “ver, juzgar, actuar” como decíamos en la introducción de este trabajo, sino “ver, escuchar, juzgar, actuar, y nos atrevemos a añadir uno nuevo,y celebrar”.
No es ingenuo el Papa cuando reclama las modificaciones del ver en elescuchar las razones y angustias de otros, o cuando exige que los puntos de partida paraemitir un juicio sean los del Evangelio que preside y legitima la doctrina de la iglesia. Sieso no es así, se caerá irremediablemente en el terreno de las ideologías y en el charcomovedizo de los intereses sesgados.
“El gemido de la tierra está unido al gemido de los abandonados del mundo” con unclamor que nos reclama otro rumbo (cf. LS 53), porque de nada sirven la clarividencia delanálisis y de las teorías si no se es lúcido y decidido en los cambios que deben efectuarsey en el momento adecuado en que han de producirse. Por ello, el Papa Francisco nos propone aprender a mirar y a mirarse desde la fe.
4ª idea: la necesidad de insistir en la noción de creación (LS 124; 130, entre otros muchos).
El Papa observa los acontecimientos del hoy, valora enormemente lo alcanzado porla inteligencia humana y se niega a aceptar ese “humanismo sin Dios” que instala almercado y a la ciencia y la tecnología como los nuevos ídolos de una vieja y derrotada soberbia. Es necesario comprender que una vez que la ciencia la técnica y el pensamiento se encuentran con un final, comienza siempre la sabiduría del creador. Alli aparece Dios.

5º idea: lacuestión del cuidado de la naturaleza como obligación social, o si se quiere, el paso delorden de la creación y la naturaleza a su desarrollo en leyes y en la sociedad.
El problema viene si el centro del sistema no es el ser humano sino el dinero, puesentonces el hombre y la mujer dejan de considerarse como personas y pasan a ser parte delo desechable. La vigencia de las decisiones es clara. Es preciso optar: o servimos a Dios através del prójimo o servimos al mercado en cuyo altar no se dignifica a las personas sinose constata su envilecimiento y perdición (cf. Mt 22,21). Hoy son más actuales que nuncalas enseñanzas de la Iglesia sobre el bien común y la sociedad.
Y no se puede olvidar que ecología y economía nopueden caminar por senderos diferentes porque se pertenecen, y divididos son un factorde destrucción ya que la “Casa Común” (ecología) debe generar un tipo deadministración (economía) que humanice y conduzca a esa extraña – para muchos – calidadde vida que expresa el mandamiento del amor al prójimo.


6ª idea: Setrata de la “ecología integral”. Otra idea esencial de laencíclica Laudatosì, la sexta, que nos gustaría que se abriera camino con fuerza y seconvirtiera en una herramienta clave para el trabajo en las futuras Cumbres Mundiales sobre el medio ambiente y el calentamiento global
Son muchos los que dicen que, si tuviéramos que quedarnos con una sola idea deLaudatosì habría que escoger la de haber puesto de relieve, en un primer plano, elconcepto de ecología integral. Con ese término, se entiende aquella preocupación einiciativas que unen la tutela y el cuidado del ambiente con el amor preferencial por lospobres, la promoción del bien común, la erradicación de la pobreza, la lucha contra elhambre y la malnutrición. Justamente se llama integral porque considera todos esossectores como interconectados, en una vinculación recíproca, estrecha y benéfica. Laecología integral, por tanto, reclama una mirada sobre el planeta, nuestra casa común,desde la ventana de los derechos humanos, el primero de ellos, la vida, y firmemente ligadoa éste el derecho a la alimentación (LS 137-162)
El papa es realista y sabe que son varios los caminos que confluyen pararescatar al ser humano del equivocado camino emprendido, camino que ha llevado alabismo de la degradación actual de la naturaleza.
Uno de ellos es la “conversión”, que requiere el conocimiento de Dios como“Padre Nuestro” y “Creador”, en un acto continuado de fe que anime la esperanza ydinamice la caridad. En este año año jubilar de la misericordia que estamos celebrando, elPapa hace una llamada reiterada a la conversión.
En la Laudatosì, el Papa,retomando intuiciones de san Juan Pablo II, hablará de “conversión ecológica”, “que implicadejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones conel mundo que los rodea” (n. 217).
Otro camino complementario, pero fundamental, porque se origina y deriva delanterior es el compromiso de todo bautizado de evangelizar y dar testimonio continuo dela “verdad” que le fue entregada como “gracia”, como “común-unidad”, como comunidadcapaz de convivir enriqueciendo y dignificando la creación de la que siendo parte ha deasumir la tarea privilegiada de guiarla; no ha de olvidarse que el aprendizaje de laconvivencia tiene lugar en la familia que es “común-unión” –comunión- y que su tarea esinsustituible y finalmente y reasumir los compromisos que permitan – vencida la corrupción– el ejercicio del poder a través de la política que ha de atender a la realización del bien común.

La Iglesia en varias ocasiones ha recordado toda una serie de tareas yobligaciones de los laicos en este campo de la política.
No se puede sustituir la política por la actuación de grupos económicosnacionales o supranacionales que hurten la voluntad popular y la destruyan en lasactividades criminales que hoy día se expresan en la “trata de personas, el narcotráfico y laviolencia” (LS 197) y que por lo común se coronan y alcanzan su máxima expresión en elterrorismo. La política es una forma privilegiada de amor al prójimo y debe interesar atodos.
 En definitiva, y sería otro camino, se hace necesario apostarpor otro estilo de vida (LS 203), en una nueva alianza entre la humanidad y el ambienteque sea reflejo cierto de la Alianza entre Dios y una humanidad en camino, unida y con lacerteza de que “si no luchamos juntos seremos colgados por separado”. En realidadmuchos consejos de sobriedad que han caracterizado la ascética cristiana son hoy másactuales que nunca, si se quiere una relación sostenible con el ambiente.
 Y para terminar me gustaría tener una mirada rápida al mensaje que el Papa ha escrito con motivo de la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación.
En este mensaje el papa Francisco recuerda lo fundamental de Laudato si y lo hace con la misma metodología. Aunque lo expresa en seis puntos que los fundamenta desde la llamada a la conversión que surge de celebrar el Jubileo de la Misericordia.
1.   La tierra grita…
Con este Mensaje, renuevo el diálogo con “toda persona que vive en este planeta” respecto a los sufrimientos que afligen a los pobres y la devastación del medio ambiente. Dios nos hizo el don de un jardín exuberante, pero lo estamos convirtiendo en una superficie contaminada de “escombros, desiertos y suciedad” (LS, 161). “Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho» (ibíd., 33).

2. …porque hemos pecado
En este Año Jubilar, aprendamos a buscar la misericordia de Dios por los pecados cometidos contra la creación, que hasta ahora no hemos sabido reconocer ni confesar; y comprometámonos a realizar pasos concretos en el camino de la conversión ecológica, que pide una clara toma de conciencia de nuestra responsabilidad con nosotros mismos, con el prójimo, con la creación y con el creador (LS, 10; 229).

3. Examen de conciencia y arrepentimiento
El primer paso en este camino es siempre un examen de conciencia, que «implica gratitud y gratuidad, es decir, un reconocimiento del mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos […]Arrepintámonos del mal que estamos haciendo a nuestra casa común.

4. Cambiar de ruta
El examen de conciencia, el arrepentimiento y la confesión al Padre rico de misericordia, nos conducen a un firme propósito de cambio de vida. Y esto debe traducirse en actitudes y comportamientos concretos más respetuosos con la creación, como, por ejemplo, hacer un uso prudente del plástico y del papel, no desperdiciar el agua, la comida y la energía eléctrica, diferenciar los residuos, tratar con cuidado a los otros seres vivos, utilizar el transporte público y compartir el mismo vehículo entre varias personas, entre otras cosas (LS, 211). Cambiar de ruta significa, por lo tanto, “respetar escrupulosamente el mandamiento originario de preservar la creación de todo mal, ya sea por nuestro bien o por el bien de los demás seres humanos” (LS, 160).

5. Una nueva obra de misericordia
“Nada une más con Dios que un acto de misericordia, bien sea que se trate de la misericordia con que el Señor nos perdona nuestros pecados, o bien de la gracia que nos da para practicar las obras de misericordia en su nombre”
Como obra de misericordia espiritual, el cuidado de la casa común precisa de “la contemplación agradecida del mundo” (LS, 214) que “nos permite descubrir a través de cada cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir” (ibíd., 85). Como obra de misericordia corporal, el cuidado de la casa común, necesita «simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo […] y se manifiesta en todas las acciones que procuran construir un mundo mejor» (ibíd., 230-231).

6. En conclusión, oremos
A pesar de nuestros pecados y los tremendos desafíos que tenemos delante, no perdamos la esperanza: “El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado […] porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos” (LS, 13; 245). Y por todo esto, recemos:
«Oh Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar a los abandonados
y a los olvidados de esta tierra
que son tan valiosos a tus ojos. […]
Dios de amor,
muéstranos nuestro lugar en este mundo
como instrumentos de tu cariño
por todos los seres de esta tierra (LS, 246).
Dios de Misericordia, concédenos recibir tu perdón
y de transmitir tu misericordia en toda nuestra casa común.
Alabado seas.
Amen.

Bibliografía.
-        Loado seas, mi Señor
    Comentario a la encíclica “Laudato si” del papa Francisco. Fernando Chica Arellano, Carlos Granados García. BAC 2015

-        Carta del PAPA FRANCISCO
ECOLOGIA INTEGRAL. Francesc Riu Rovira de Villar. Edebe 2016

-        Comentario a “Laudato si”
Conferencia de Mons. Fernando Chica Orellano en el VIII Encuentro de Consiliarios Diocesanos de Manos Unidas. Enero 2016

-        Fichas de trabajo
El cuidado de la casa común. Departamento de formación sociopolítica  de la diócesis de Burgos. 2016

-        Presentación de “Laudato si” en la Nueva Aula del Sínodo en el Vaticano el 18 de junio de 2015

Mensajedel papa Francisco del 1 deseptiembre de 2016 con motivo de la “Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación


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