"Ella nos
salva, nos da vida, nos recrea como verdaderos hijos e hijas de Dios"
La confesión es el lugar en el que se recibe como don el perdón y la
misericordia de Dios. Aquí comienza la transformación de cada uno de nosotros
Saludando con alegría a los dos mil participantes en la "Jornada
Holandesa" del
Jubileo de la Misericordia, en la Basílica de San Pedro, el Papa
Francisco dio su cordial
bienvenida a los pastores y fieles de todas las diócesis neerlandesas, que con
su peregrinación a Roma manifestaron la vida de comunión de la Iglesia en los
Países Bajos y su unión con el Sucesor de Pedro.
El
pontífice reiteró que el Año Santo intensifica nuestra relación con Jesucristo, haciendo
hincapié en que "todo el mundo" tiene necesidad de la misericordia
divina.
Recordando la
importancia, en especial del sacramento de la reconciliación, para recibir el
perdón de Dios, el obispo de Roma señaló que allí empieza la transformación de
todos y la reforma de la vida de la Iglesia:
"El Año Santo nos hace entrar aún más en relación con
Jesucristo, rostro de la misericordia del Padre. ¡Nunca llegamos a agotar este
gran misterio del amor de Dios! Es el manantial de nuestra salvación: todo el
mundo, todos nosotros tenemos necesidad de la misericordia divina. Ella nos
salva, nos da vida, nos recrea como verdaderos hijos e hijas de Dios. Y
nosotros experimentamos la bondad salvífica de Dios, en especial en el
sacramento de la penitencia y reconciliación. La confesión es el lugar en el
que se recibe como don el perdón y la misericordia de Dios. Aquí comienza la
transformación de cada uno de nosotros y la reforma de la vida de la
Iglesia".
Abrazados
por el Padre Misericordioso, sean discípulos misioneros de Cristo
Redentor de la humanidad, con el Evangelio y la caridad a los más desamparados.
Esta fue la entrañable exhortación que reiteró el Papa Francisco, que, antes de
su bendición, encomendó a la Iglesia que peregrina en los Países Bajos a la
Madre de Dios y Madre de la Misericordia:
"Los aliento, por lo tanto, a abrir sus corazones y a dejarse
plasmar por la misericordia de Dios. Así podrán ser a su vez instrumentos de la
misericordia. Abrazados por el Padre misericordioso, que nos ofrece siempre su
perdón, seremos capaces de testimoniar su amor en la vida de cada día. Los
hombres y las mujeres de hoy tienen sed de Dios, tienen sed de su bondad y de
su amor. Y, también ustedes, como 'canales' de la misericordia, podrán ayudar a
apagar esta sed; podrán ayudar a tantas personas a redescubrir a Cristo,
Salvador y Redentor de la humanidad, como discípulos misioneros de Jesús podrán
'irrigar' a la sociedad con el anuncio del Evangelio y con la caridad, sobre
todo hacia los más necesitados y las personas abandonadas a sí mismas".
"Los encomiendo a ustedes y a toda la Iglesia en los Países
Bajos a la maternal protección de María Santísima, Madre de la Misericordia, y
los bendigo de corazón. Por favor, recen también por mí".
No hay comentarios:
Publicar un comentario