MARÍA Y JOSÉ:
SERVIDORES FIELES DEL PLAN DE DIOS
En este domingo aparece también la figura de María, fiel esclava del
Señor, en quien se cumple el plan salvífico. Ella es la verdadera "arca de
la alianza" en cuyo seno virginal se encarna el Verbo divino. Ella brilla
por su disponibilidad perfecta a la acción del Espíritu Santo. Este fiat de
María "Hágase en mí" ha decidido, desde el punto de vista humano, la
realización del misterio divino. Se da una plena consonancia con las palabras
del Hijo, que, según la carta a los Hebreos, al venir al mundo dice al Padre:
"Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo... He
aquí que vengo... a hacer, oh Dios, tu voluntad" (Hb 10, 5-7). El misterio
de la Encarnación se ha realizado en el momento en el cual María ha pronunciado
su fiat: "Hágase en mí según tu palabra", haciendo posible, en cuanto
concernía a ella según el designio divino, el cumplimiento del deseo de su
Hijo." ¡Qué modelo de obediencia de fe a las palabras divinas! Aquello que
había sido anudado por la virgen Eva, ha sido desatado por la Virgen María.
Aquel abandono de fe que no supo dar el rey Acaz, se ve fielmente realizado en
María que dio su pleno consentimiento a la acción de Dios. Por otra parte
aparece José. El Evangelio nos dice que es el hombre justo. Conviene tomar esta
expresión en su sentido bíblico. Justo es el hombre que teme a Dios, el hombre
piadoso, profundamente religioso; el justo es el hombre siempre atento a
cumplir en todo la voluntad de Dios. José advierte que en María se está
cumpliendo algo extraordinario, comprende la acción del Altísimo, su cercanía y
su santidad. Experimenta el temor reverencial de la presencia de Dios, la
indignidad de estar en la presencia de Dios. Es la misma experiencia de Moisés,
de Isaías, de Jeremías, de Ezequiel. El ángel lo conforta, lo confirma en su
misión de custodio de la Sagrada Familia, le habla de la grandeza del Hijo que
nacerá de María. Y José acepta con sencillez la revelación de Dios y se somete
filialmente aunque no comprende todo el plan de Dios. Se confió en las manos de
Dios.
LA AMISTAD DE DIOS
Este domingo es una cordial invitación para renovar los lazos de amor y
de amistad con Dios Nuestro Señor. "En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a Su Hijo
como propiciación por nuestro pecados" (1 Jn 4, 10). Al contemplar cómo
Dios nos ama y nos busca y nos envía a su Hijo, debería nacer en nuestro
corazón un sentimiento de gratitud y confianza. El Señor nos ama con un amor
indefectible. Hoy en día hay muchas personas que sufren desesperación,
depresión, abatimiento; han perdido la razón de su vida, situaciones
matrimoniales inconciliables, rupturas familiares, vidas abandonadas en el
pecado. De frente a esta realidad humana con su terrible realismo y dureza, de
frente al misterio del pecado del hombre y de frente al misterio de la muerte,
está el amor de Dios que es más grande que todo mal. El amor de Dios es eterno
y su misericordia es eterna. Hagamos una experiencia profunda del amor de Dios.
Sintamos que nuestras vidas, aunque heridas por el pecado y múltiples
contradicciones, están en las manos de Dios y que lo bueno para nosotros es
"estar junto a Dios".
La voluntad de Dios se manifiesta de mil maneras en nuestra existencia.
Es voluntad de Dios nuestra creación y el don inconmensurable de la fe. Es
voluntad de Dios mi salvación. Es voluntad de Dios mi pertenencia a la Iglesia
católica. Es voluntad de Dios mi misión en esta vida, mi familia, mis deberes
cotidianos. También es voluntad de Dios mi salud y los avatares, a veces
difíciles, de nuestra vida. Dios me va revelando esta voluntad progresivamente
y es necesario tener la capacidad de leer todo esto en la fe. Lo verdaderamente
importante es conformar la propia voluntad con la voluntad de Dios como lo hizo
María, como lo hizo José. Sólo quien sabe renunciar a su propio egoísmo para
acoger la voluntad de Dios puede ser verdaderamente feliz.
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