PAPA FRANCISCO:
"ES TIEMPO DE CONFIAR EN DIOS. NO HAY UNA COSA MÁS
BELLA. LA ESPERANZA NO DEFRAUDA"
El Papa
Francisco ha dado su habitual catequesis en la audiencia del miércoles ante los
fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. La de hoy ha tratado sobre la
esperanza del creyente, tomando como ejemplo a Abrahán, nuestro padre en la fe.
Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días!
San Pablo, en la carta
a los Romanos, nos recuerda la gran figura de Abraham, para indicarnos la vía
de la fe y de la esperanza. De él el apóstol escribe: «Esperando contra toda
esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas naciones»; «esperando
contra toda esperanza»: es duro esto, ¿eh? Esto es fuerte: no hay esperanza, pero yo espero. Y
así nuestro padre Abraham. San Pablo se está refiriendo a la fe
con la cual Abraham creyó en la palabra de Dios que le prometía un hijo. Pero
de verdad era confiarse esperando «contra toda esperanza», era tan imposible
aquello que el Señor le estaba anunciando, porque él era anciano – tenía casi
cien años – y su mujer era estéril. No lo ha logrado. Pero lo ha dicho Dios, y
lui creyó. No había esperanza humana porque él era anciano y su mujer estéril:
y él cree.
Confiando en esta
promesa, Abraham se pone en camino, acepta dejar su tierra y hacerse
extranjero, esperando en este «imposible» hijo que Dios habría debido donarle
no obstante el vientre de Sara fuese como si estuviera muerto. Abrahán cree, su fe se abre a una esperanza aparentemente irracional; esta es la capacidad de ir más allá de
los razonamientos humanos, de la sabiduría y de la prudencia del mundo, más
allá de lo que es normalmente considerado sentido común, para creer en lo
imposible. La esperanza abre nuevos
horizontes, hace capaz de soñar lo que no es ni siquiera imaginable. La esperanza hace entrar en la
oscuridad de un futuro incierto para caminar en la luz. Es bella la virtud de
la esperanza; nos da tanta fuerza para ir en la vida.
Pero es un camino
difícil. Y llega el momento, también para Abraham, de la crisis de desaliento.
Ha confiado, ha dejado su casa, su tierra y sus amigos. Todo. Y ha salido, ha
llegado al país que Dios le había indicado, el tiempo ha pasado. En aquel
tiempo hacer un viaje así no era como ahora, con los aviones – en 12 o 15 horas
se hace –; se necesitaban meses, años. El tiempo ha pasado, pero el hijo no
llega, el vientre de Sara permanece cerrado en su esterilidad.
Y Abraham, no digo que
pierde la paciencia, sino se queja ante el Señor. Y esto aprendemos de nuestro
padre Abraham: quejarnos ante el Señor es un modo de orar. A veces yo escucho,
cuando confieso: «Me he quejado con el Señor…» y yo respondo: «No te quejes Él
es Padre». Y este es un modo de orar: quejarme ante el Señor, esto es bueno. Se
queja ante el Señor y Abraham dice así: «Señor, respondió Abraham, […] yo sigo
sin tener hijos, y el heredero de mi casa será Eliezer de Damasco (Eliezer era
quien gobernaba todas las cosas). Después añadió: «Tú no me has dado un
descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero». Entonces el Señor le
dirigió esta palabra: «No, ese no será tu heredero; tu heredero será alguien
que nacerá de ti». Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: «Mira hacia
el cielo y si puedes, cuenta las estrellas». Y añadió: «Así será tu descendencia». Abram creyó en el Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta para su
justificación» (Gen 15,2-6).
La escena se desarrolla
de noche, afuera esta oscuro, pero también en el corazón de Abraham esta la
oscuridad de la desilusión, del desánimo, de la dificultad de continuar
esperando en algo imposible. Ahora el patriarca es demasiado avanzado en los
años, parece que no hay más tiempo para un hijo, y será un siervo el que
entrará a heredar todo.
Abrahán se está
dirigiendo al Señor, pero Dios, aunque este ahí presente y habla con él, es
como si se hubiera alejado, como si no hubiese cumplido su palabra. Abraham se
siente solo, esta viejo y cansado, la muerte se acerca. ¿Cómo continuar
confiando?
Y además, ya este reclamo suyo es una forma de fe, es una oración. A pesar de todo, Abraham continúa
creyendo en Dios y esperando en algo que todavía podría suceder. Al contrario,
¿para qué interpelar al Señor, quejándose ante Él, reclamando sus promesas? La
fe no es solo silencio que acepta todo sin reclamar, la esperanza no es la
certeza que te da seguridad ante las dudas y las perplejidades. Pero muchas veces, la esperanza es oscura; pero está ahí, la esperanza… que te
lleva adelante. Fe es también luchar con Dios, mostrarle
nuestra amargura, sin «pías» apariencias. «Me he molestado con Dios y le he
dicho esto, esto, esto» Pero Él es Padre, Él te ha entendido: ve en paz.
¡Tengamos esta valentía! Y esto es la esperanza. Y la esperanza es también no
tener miedo de ver la realidad por aquello que es y aceptar las contradicciones.
Abraham pues, en la fe, se dirige a Dios para que lo ayude a continuar esperando.
Es curioso, no pide un hijo. Pide: «Ayúdame a continuar esperando», la oración
de tener esperanza. Y el Señor responde insistiendo con su improbable promesa:
no será un siervo el heredero, sino un hijo, nacido de Abraham, generado por
él. Nada ha cambiado, por parte de Dios. Él continúa afirmando aquello que
había dicho, y no ofrece puntos de apoyo a Abraham, para sentirse seguro. Su
única seguridad es confiar en la palabra del Señor y continuar esperando.
Y aquel signo que Dios dona a Abraham es una invocación a continuar
creyendo y esperando: «Mira
hacia el cielo y cuenta las estrellas […] Así será tu descendencia». Es todavía
una promesa, es todavía algo de esperar para el futuro. Dios saca afuera de la
carpa a Abrahán, en realidad de sus visiones restringidas, y le muestra las
estrellas. Para creer,
es necesario saber ver con los ojos de la fe; no solo
estrellas, que todos podemos ver, sino para Abrahán deben convertirse en el
signo de la fidelidad de Dios.
Es esta la fe, este el
camino de la esperanza que cada uno de nosotros debe recorrer. Si también a
nosotros nos queda como única posibilidad mirar las estrellas, entonces es tiempo de confiar en Dios. No hay una cosa más bella. La esperanza no
defrauda. Gracias.
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