Carta de los obispos
de las diócesis aragonesas
“Es el Señor” (Jn 21,7)
El primer domingo de octubre
celebramos en Aragón el “Día de la Educación en la Fe”. Con motivo de esta
importante jornada, los Obispos de las diócesis aragonesas dirigimos nuestro
agradecimiento, nuestro apoyo y un mensaje de aliento a los sacerdotes,
catequistas, profesores de Religión, padres, monitores, agentes de pastoral y
todas las personas que, de un modo coordinado entre la familia, la parroquia y
la escuela, trabajáis en la transmisión de la fe.
Existe un profundo vínculo entre la
experiencia de la fe y la misión educativa. La educación en la fe expresa la
solicitud de la Iglesia por todas y cada una de las personas a las que
Jesucristo se acerca para responder a sus necesidades de vida, plenitud y
sentido.
La educación en la fe brota de la
misma identidad de la Iglesia, que se siente enviada por el Señor: “Id al mundo
entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Fiel al mandato
misionero, la comunidad cristiana es consciente de que “evangelizar constituye,
en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda.
Ella existe para evangelizar” (Evangelii nuntiandi 14).
Más que asumir actitudes
meramente reactivas y defensivas ante la sociedad, que parece ignorar y
despreciar valores absolutos, los educadores en la fe estáis llamados a asumir
actitudes proactivas que reafirmen el valor y la dignidad de las personas y que
favorezcan el encuentro con el Señor. Con ánimo gozoso y sereno, sabéis que
vuestra tarea consiste en proponer, alentar, animar, acompañar, discernir e
integrar. En definitiva, custodiar, alimentar y promover la memoria de
Jesucristo.
“La alegría del Evangelio llena
el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se
dejan salvar por él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío
interior, del aislamiento” (Evangelii gaudium 1).
Ante la dificultades que
encontramos cada día, corremos el riesgo de convertirnos en “seres resentidos,
quejosos, sin vida” (EG 2). De hecho, “los que más disfrutan de la vida son los
que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar
vida a los demás” (EG 10). Como los discípulos de Jesús, que en tantas
ocasiones, lanzaron sus redes siguiendo las palabras del Señor.
El mundo actual necesita recibir
la Buena Nueva “no a través de evangelizadores tristes y desalentados,
impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida
irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría
de Cristo” (EG 10).
Los educadores, las comunidades y
las instituciones educativas tienen por delante un intenso trabajo que
concierne a su propia identidad y a la misión que se ha de vivir de modo
apasionado.
Los educadores en la fe valoráis
la pedagogía de los acontecimientos y de las personas. Contribuís a conocer y
valorar las acciones de Dios en la historia de la salvación y el significado de
las personas: Jesucristo, la Virgen María, los apóstoles, los personajes del
Antiguo y del Nuevo Testamento, los santos, los testigos y todos aquellos en
los que se descubren los rasgos de la gozosa identidad cristiana.
San Juan narra en el último
capítulo de su evangelio una bella escena la que algunos discípulos, después de
la muerte y resurrección de Jesús, se embarcaron una noche con la intención de
pescar y no cogieron nada. Cuando amaneció, Jesús se presentó en la orilla,
pero los discípulos no le reconocieron. Después de seguir las indicaciones de
Jesús, no podían sacar la red por la multitud de peces. Y el discípulo a quien
Jesús amaba dijo a Pedro: “Es el Señor” (Jn 21,7).
Después de mucho esfuerzo baldío,
como consecuencia de muchas jornadas de trabajo aparentemente infructuoso,
también vosotros estáis llamados a reconocer la presencia viva del Señor de la
vida. Estáis llamados a escuchar el gozoso anuncio que surge del corazón
abierto y lleno de amor: “Es el Señor”. Y os sentís enviados a comunicar esta
Buena Noticia sin miedo ni resistencia.
Que la Virgen María, discípula
misionera, creyente fiel, maestra de esperanza, testigo del amor, estrella de
la nueva evangelización, interceda por todos vosotros para que reconozcáis al
Señor en todos los momentos y circunstancias de vuestras vidas.
Recibid nuestra gratitud y nuestro afecto, junto con nuestra
bendición.
+ D. Vicente Jiménez Zamora, Arzobispo de Zaragoza
+ D. Julián Ruiz Martorell, Obispo de Huesca y de Jaca
+ D. Eusebio Hernández Sola, Obispo de Tarazona
+ D. Ángel-Javier Pérez Pueyo, Obispo de Barbastro-Monzón
+ D. Antonio Gómez Cantero, Obispo de Teruel y Albarracín
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