"Recorrer con María
las escenas del Rosario es como ir a la 'escuela' de María para leer a Cristo,
para penetrar sus secretos, para entender su mensaje"
(Carta Apostólica Rosarium
Virginis Mariae #14, S.S. Juan Pablo II)
Este mes, octubre, es el
mes del Rosario.
El hecho de ponernos a
rezarlo ya es un acto de amor a la Madre de Dios. Es un súplica constante y
repetida para pedir perdón y rogarle por nosotros y por todo el género humano
en el presente y también en la hora de nuestra muerte.
Es meditar en los Misterios de la vida de
Cristo, de suerte que el rosario es una especie de resumen del Evangelio, un
recuerdo de la vida, de los sufrimientos y glorificación del Señor y una
síntesis de su obra redentora. Ahora tenemos los jueves, por un deseo especial del Papa Juan Pablo II,
los Misterios Luminosos. El primero es El Bautismo de Jesús -El milagro en las
bodas de Caná- El anuncio del Reino- La transfiguración en el monte Tabor y la
Institución del Sacramento de la Eucaristía. Son maravillosos para una
meditación hermosa y profunda.
Rezar el rosario es un
método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y
una excelente manera de ejercitar la meditación en los actos más sublimes de la fe.
El Padrenuestro con el que
se empieza cada Misterio es la oración que Cristo nos enseñó y quienes lo han
penetrado a fondo no pueden cansarse de repetirlo. El Ave María, toda ella está
centrada en el misterio de la Encarnación y es la oración más apropiada para
honrar dicho Misterio. Aunque en esa oración hablamos directamente a la
Santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una
alabanza y una acción de gracias a su Hijo por el infinito amor que mostró al
encarnarse.
La Santísima Virgen María,
en sus repetidas apariciones ha sido la súplica más importante que en sus
mensajes nos ha traído. Ella nos pide
que recemos el santo rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque su rezo
tiene un gran valor.
Ella quiere que repitamos una y otra vez la
súplica, la alabanza con la esperanza puesta en su inmenso amor por toda la
humanidad.
Tal vez por lo repetido del rezo, la
"loca de la casa" como le decía Santa Teresa a la mente, se nos vaya
de aquí para allá en pertinaz distracción, pero aún así nuestro corazón y
nuestra voluntad están puestos a los pies de la Madre de Dios y esas Ave-marías
son como el incienso que sube en oscilantes volutas hasta el corazón de nuestra
Madre la Virgen Santísima.
Nuestro mundo se está
olvidando de rezar. Tenemos fe, creemos en Dios... pero no hablamos con EL. El
mundo actual, ahora más que nunca, necesita de MUCHOS ROSARIOS. Hagamos un alto
en nuestro diario vivir, quince minutos tan solo, y con seguridad el mundo y
"nuestro mundo", será mejor.
"El Rosario condensa
en él todo el culto que se debe a María. Para honrar a María y merecer sus
favores, no existe mejor oración que el Santo Rosario (Encíclica Octobrimense).
El Rosario es una oración incomparable y con
una eficacia soberana. Hay sin duda varios medios para obtener la asistencia de
María. Sin embargo, estimamos que la institución del Rosario es el mejor y el
más fecundo (Encíclica Adjutricem Populi 1895)
Para que nuestras súplicas
tengan la máxima eficacia recurrimos a María con el Rosario (1891)."
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