Sobre buenos y malos,
Padre, haces salir el sol y mandas la lluvia.
A todos sostienes, a todos
ofreces tu regazo
y susurras palabras de vida y
ternura,
independientemente de sus
méritos,
de su dignidad, de su bondad o
malicia,
de su credo, de su autoestima.
Amas a todos, mas no eres
neutral.
Amas al injusto, pero detestas
la injusticia.
Amas al pobre, pero aborreces la
pobreza.
Amas al engreído, pero te hastía
el orgullo.
Amas al pecador, pero odias toda
maldad.
Graba en nosotros las claves de
tu corazón,
y da a nuestras entrañas los
ritmos de tu querer
para respetar a los que son
diferentes,
ser tolerantes con los que no
coinciden,
dialogar con los disidentes,
acoger a los extranjeros,
prestar sin esperar recompensa,
defender a los débiles,
saludar a los caminantes,
y amar a todos
por encima de nuestros gustos y
preferencias.
Enséñanos, Padre, a ser como Tú.
Que todos puedan decir:
Son hijas e hijos dignos de tal
Padre.
Florentino Ulibarri
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