La dimensión de la
reciprocidad se ve reflejada en el logo de la Jornada
Mundial de los Pobres. Se nota una puerta abierta y sobre el umbral dos
personas que se encuentran. Ambas extienden la mano; una para pedir ayuda, la
otra porque quiere ofrecerla. En efecto, es difícil comprender quién de los dos
sea el verdadero pobre. O mejor, ambos son pobres. Quien tiende la mano para
ayudar está invitado a salir para compartir. Son dos manos tendidas que se
encuentran donde cada una ofrece algo. Dos brazos que expresan solidaridad y
que incitan a no permanecer en el umbral, sino a ir a encontrar el otro. El
pobre puede entrar en la casa, una vez que en ella se ha comprendido que la
ayuda es el compartir. En este contexto, las palabras que el Papa Francisco
escribe en el Mensaje se cargan de un profundo significado: “Benditas las manos que
se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza.
Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la
nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad.
Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni
«condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de
Dios.” (n. 5).
No hay comentarios:
Publicar un comentario