Catequesis del Papa Francisco
acerca de la confirmación:
...El Espíritu es el mismo (cf.
I Corintios 12, 4), pero viniendo a nosotros lleva consigo la riqueza de dones:
sabiduría, intelecto, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y santo temor de Dios
(cf. Rito de la confirmación, nn. 28-29).
Hemos escuchado el pasaje de la
Biblia con estos dones que lleva el Espíritu Santo. Según el profeta Isaías
(11, 2) estas son las siete virtudes del Espíritu derramadas sobre el Mesías
para que cumpla su misión. También san Pablo describe el abundante fruto del
Espíritu que es «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, dominio de sí» (Gálatas 5, 22).
El único Espíritu distribuye
los múltiples dones que enriquecen la única Iglesia: es el autor de la
diversidad, pero al mismo tiempo el Creador de la unidad. Así el Espíritu da
todas estas riquezas que son diversas pero del mismo modo crea la armonía, es
decir, la unidad de todas estas riquezas espirituales que tenemos nosotros
cristianos...
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Acerca del Corpus Christi en el
ángelus.
...Mientras nos nutrimos con el
Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos asimilamos a Él, recibimos en nosotros su
amor, no para retenerlo celosamente, sino para compartirlo con los demás. Esta
lógica está inscrita en la eucaristía, recibimos su amor en nosotros y lo
compartimos con los demás. Esta es la lógica eucarística. En ella, de hecho,
contemplamos a Jesús como pan partido y donado, sangre derramada por nuestra
salvación. Es una presencia que, como un fuego, quema en nosotros las actitudes
egoístas, nos purifica de la tendencia a dar sólo cuando hemos recibido, y
enciende el deseo de hacernos, también nosotros, en unión con Jesús, pan
partido y sangre derramada por los hermanos.
Por lo tanto, la fiesta del Corpus
Domini es un misterio de atracción y de transformación en Él. Y es escuela de
amor concreto, paciente y sacrificado, como Jesús en la cruz. Nos enseña a ser
más acogedores y disponibles con quienes están en búsqueda de comprensión,
ayuda, aliento y están marginados y solos. La presencia de Jesús vivo en la
eucaristía es como una puerta, una puerta abierta entre el templo y el camino,
entre la fe y la historia, entre la ciudad de Dios y la ciudad del hombre...
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